x Fesal Chain, Sociólogo
Si hay una cuestión esencial y que los partidos de la izquierda chilena no han realizado, es un análisis exhaustivo de los “procesos de formación de clases sociales, estructura de clases y lucha de clases en Chile”. Esta tarea la realizó durante muchas décadas en el fragor de la lucha revolucionaria y en este período postdictadura, quien fuera uno de los fundadores y dirigentes históricos del MIR chileno, Nelson Gutiérrez Yáñez. Es evidente al menos para quienes lo conocieron, leyeron e hicieron política junto a él, que tal como lo planteó Pascal Allende en una carta con motivo de la muerte de Gutiérrez, que Nelson fue “…un revolucionario que desde joven estudiante sureño abrazó la causa de una patria socialista y nunca la abandonó. Un revolucionario que entendió la política revolucionariamente, es decir, como un compromiso de vida, lo que en estos tiempos en que la política se ha vuelto un negocio personal es sin duda un ejemplo que brilla. Pero, tan importante como eso, es que Nelson fue un político que pensaba, pensaba críticamente, un sociólogo que estudiaba y procuraba comprender la realidad: y en estos tiempos en que la farándula y el corrupto oportunismo domina la política, también es ejemplo que brilla”.
Este texto es un breve resumen comentado de la Carta privada de Nelson Gutiérrez a Memoria MIR y publicada en el sitio Web del Centro Estudios "Miguel Enríquez", CEME: http://www.miguel-enriquez.com
Procesos de formación de clase sociales, estructura de clases y lucha de clases en Chile
Una primera cuestión central que nos plantea Nelson Gutiérrez en torno a la lucha de clases en el Chile de la primera década del siglo XXI es que:
“A pesar de lo que pretende el conocimiento dominante y sus intelectuales orgánicos, las clases, sus confrontaciones y luchas no han desaparecido. De la hegemonía de la burguesía industrial, agraria y terrateniente del siglo XX, hemos pasado a la hegemonía del capital y la burguesía financiera, tanto de base local como de base o carácter mundial y globalizado; nuevas formaciones o fracciones burguesas se han incorporado a la clase dominante sea por expansión y/o división de los viejos grupos económicos, sea como producto de la constitución de grupos, sea a partir del saqueo y privatización de los bienes públicos el aprovechamiento de información privilegiada o de lobbismo, el acceso a contratos ventajosos, etc.
Se han conformado una nueva fracción burguesa expresada políticamente por la UDI; como también nuevas fracciones burguesas que reconocen su identidad política en la Concertación. Las clases medias han experimentado profundas transformaciones, achicándose y debilitándose los sectores medios adscritos al sector público y ensanchándose los contingentes adscritos al sector privado.
Mientras, el crecimiento del trabajo inmaterial, la expansión de la educación media y superior, el acceso a la sociedad y economía del conocimiento, van gestando un nuevo proletariado intelectual que no requiere subordinarse a medios de producción ajenos y que presiente que la burguesía está dejando de jugar un papel "progresivo".
Hacia abajo, el proletariado industrial, minero, agrícola y de servicios continua manteniendo una importancia numérica y productiva aunque más reducida, pero otras figuras sociales lo acompañan, como los trabajadores intermitentes, temporeros(as), quienes no alcanzan a constituir plenamente el salario; las etnias, los campesinos pobres, los inmigrantes, las mujeres y las desigualdades de género, la tercera edad y los jubilados, los jóvenes de la primera y segunda juventud, etc. Esto crea nuevas líneas de confrontación y alianza a lo largo y ancho de la pirámide social”.
Hay aquí una descripción somera de la existencia de las clases, fracciones y grupos sociales. De esta manera el marxismo como instrumento de análisis de la realidad social, mantiene su plena vigencia, sin embargo como bien sabemos no basta con la caracterización social. Y es aquí donde Gutiérrez nos plantea observar las expresiones o representaciones políticas de lo social, pero desde la dinámica propia del sistema político y no como una descripción y explicación meramente estructural:
El sistema político chileno y la soberanía secuestrada
“Para quien observe e intente describir con objetividad el sistema institucional político chileno, resulta evidente que nos enfrentamos a un fenómeno de soberanía usurpada y secuestrada; a una democracia blindada y tutelada. En pocas palabras, la constitución del 80 es ilegítima en su origen y en sus procedimientos de reforma; el soberano, el pueblo nunca ha sido consultado en plenitud ni ha actuado jamás como sujeto constituyente. El contenido y el texto de la ley fundamental fueron impuestos por la fuerza de las armas. Esta ley fundamental permite la sobrerrepresentación política de los que tienen menos poder social, al tiempo que excluye a amplios sectores de la ciudadanía y la participación electoral real.
El sistema político basado en el binominalismo, solo permite la existencia de un centro (socialdemocracia, socialcristiano y liberal) y de una derecha, excluyendo a la izquierda, a quien condena y empuja a la marginalidad y la lucha extraparlamentaria. El sistema político institucional fue concebido para tolerar solamente la lucha interburguesa, la confrontación entre alternativas de centro y de derecha dentro de la clase política burguesa, excluyendo la presencia y participación de fuerzas políticas autónomas cuyo carácter social exprese los intereses del proletariado, el campesinado, los pobres de la ciudad y el campo, la pequeña burguesía, el nuevo proletariado del conocimiento.
De esta forma el sistema político excluye estructural e institucionalmente las alternativas políticas no burguesas. La lucha política tolerada comprende solo alternativas de centro y de derecha, es decir, el juego político se reduce a la lucha al interior de la concertación y la alianza por Chile y a la lucha entre estas dos alianzas que a lo más permite la alternancia en el poder. Los asalariados, los trabajadores, los más pobres y excluidos de Chile no tienen ni derechos ni posibilidades de ingresar a la zona donde se disputa el poder político real. La lucha política es un asunto propio del exclusivismo burgués”.
Frente a esta realidad de la preeminencia de la lucha interburguesa, Gutiérrez desde la coyuntura eleccionaria de las municipales del 2004 y presidenciales del año 2005 plantea una cuestión de la máxima importancia, que la lucha de clases se encuentra detenida:
"Chile o la lucha política de clases detenida.
Lo más característico del Chile actual es que la historia aparece como estancada, detenida. Estamos parados en medio de una gran operación de estabilización capitalista-burguesa, de congelamiento del "estado" del poder. La historia se detuvo en 1989-1990, el poder pasó de la burguesía más regresiva a la más progresiva, pero no ha continuado desplazándose para llegar aunque sea tímidamente hasta las clases dominadas. El traslado del poder se estancó en manos de la concertación y su conciliación con la derecha (Alianza por Chile). Catorce años de concertación muestra que ésta no llevará el poder más allá de los límites que se auto impuso en la transacción previa y posterior al plebiscito. El gran problema es ¿hacia dónde se moverá el poder en este período hacia la derecha lavinista?, si es así, ¿se configurará un momento regresivo. Se mantendrá en la concertación desplazándose hacia la DC o el PS? , entonces se mantendrá el estancamiento.
Con catorce años de concertación se demuestra que ésta por sí misma no pudo superar los límites de sus viejos arreglos y acuerdos con la derecha y el pinochetismo. Solo la emergencia de una tercera fuerza, de una nueva alianza de clases y fuerza social, de una izquierda del siglo XXI, podrá incorporar dinamismo a un sistema político institucional ya agotado a pesar de las nuevas reformas."
Por otra parte Nelson Gutiérrez hace una brillante síntesis desde la economía-política y desde la estructuración a partir del movimiento de los destacamentos y representaciones políticas, es decir desde la política misma, del proyecto socialdemócrata y como éste ha ido construyendo una camisa de fuerza que no permite desplazar el poder a las mayorías populares y comenzar a construir un modelo de soluciones estratégicas para los problemas endémicos del librecambismo y de la democracia oligárquica:
La vía concertacionista hacia el primer mundo (o el proyecto económico. N del A.)
“La economía chilena se sustenta en la total apertura al mercado mundial, amparada en el mito del libre comercio, que sostiene que el comercio más que la industria es la fuente principal de prosperidad de las naciones. Es una economía rentista basada en la exportación de materia primas con poco valor agregado y la importación de manufacturas y conocimientos con mayor valor. La Concertación propone al país "la vía chilena hacia el primer mundo", a través de este modelo primario exportador; lo que se conseguiría es llegar a una economía con mucho del tercer mundo, algo del ex segundo mundo, muy poco del primero y casi nada de la economía del conocimiento, la comunicación, los servicios. Una economía basada en el comercio tiende a tasas de crecimiento declinantes, bajos precios de la fuerza de trabajo, flexibilización, precarización del trabajo; lo que provoca un crecimiento sin expansión del empleo, concentra a niveles desconocidos la propiedad, produce y reproduce constantemente desigualdad social, mundializa o desnacionaliza la propiedad patrimonial, genera exclusión e inestabilidad estructural, pone a la cabeza del comando de la sociedad y la economía al capital financiero globalizado”.
Orden político y democracia:
“La democracia es el poder del demos; del pueblo, es decir de la colectividad y presupone la igualdad efectiva de la participación de todos en la toma de decisiones.
En un orden político oligárquico, es una capa reducida y definida la que domina la sociedad, su carácter liberal le viene dado porque consagra a los ciudadanos una cierta cantidad de libertades negativas o defensivas. La Constitución del 80 y sus reformas últimas, fueron concebidas, gestadas e impuestas sin la participación del soberano, el sujeto constituyente, el pueblo. Ella otorga más poder político a los que tienen menos poder social. Posibilita que la esfera pública-pública, la Asamblea del Pueblo, el Gobierno, los Tribunales, las Fuerzas Armadas, es decir, el espacio donde delibero con los otros para decidir y estas decisiones son tomadas por el poder público de la colectividad, está invadida por la esfera privada. Esto quiere decir, que las decisiones verdaderas se toman en un espacio, aislado y cerrado; la Casa de Piedra, la ENADE, las Federaciones y Confederaciones Empresariales, los Directorios de las grandes empresas, los centros del capital financiero local y globalizado; las agencias del imperio americano, etc. También significa que una gran cantidad de decisiones importantes han sido sustraídas a la esfera pública; como el Tribunal Constitucional, el Consejo de Seguridad Nacional; el Banco Central, etc.
Todas las constituciones son revisables, ello significa que sólo la actividad del constituyente en el caso de la democracia; el pueblo, puede poner límites a esa revisión. La idea de una constitución no revisable es un absurdo jurídico. En la Constitución del 80 quienes establecieron los límites del régimen político no fue el pueblo soberano, sino la oligarquía político - militar en el poder, o la autocracia en el poder, que concibió un poder para los menos, para sí mismos, sin tener que rendir cuenta a los otros.
La democracia es un régimen que se instituye y auto constituye explícitamente, que decide su ley fundamental y sus instituciones políticas, que toma las disposiciones necesarias de hecho y de derecho, para poder cambiar sus instituciones sin provocar una guerra civil o estallidos de violencia. Una constitución que no prevé los procedimientos y mecanismos, para el cambio de sus instituciones en acuerdo a lo que quiere el constituyente, no es una constitución democrática, ni puede dar origen a una democracia real. Tal es el dilema de Chile.
Como ya dijimos, la llamada democracia chilena se aleja de la democracia entendida como poder del demos, del pueblo, de la colectividad. Ese poder establece límites, se detiene en alguna parte, por eso la democracia es el régimen de la autolimitación, poder que solo pertenece al soberano, al pueblo. Los límites de la llamada democracia fueron establecidos, instituidos y constitucionalizados, por un poder autocrático, extraño a pueblo.
Los ideólogos de la democracia actual o del régimen oligárquico liberal, sostienen que la democracia y la libertad se sustentan en la existencia y respeto a la propiedad privada, la libertad de empresa, el libre mercado y la desregulación, escamotean el hecho que el funcionamiento de tales instituciones, no constituyen sino la máscara que pretende ocultar la dominación efectiva de una pequeña minoría sobre la mayoría. La democracia presupone la libertad y la igualdad, de lo contrario un gobierno del pueblo es impensable e imposible.
La libertad es libertad efectiva, social concreta, es espacio de iniciativa, movimiento, creatividad lo más amplio posible asegurado al individuo por la sociedad en todas las esferas de las formas de vida. La libertad concebida así implica la igualdad y viceversa. La igualdad en sentido social implica igualdad de derechos y deberes, de todos ellos, de todas las capacidades efectivas de obrar, de hacer y que dependen de cada individuo social. De este modo la desigualdad social es siempre también una desigualdad de poder, es desigualdad de participación en el poder político.
Por ello no hay libertad real sin igualdad de todos en la participación en el poder. En tal sentido, solo los hombres iguales pueden ser libres y solo los hombres libres pueden ser iguales. Libertad e igualdad son pre-requisitos para una participación efectiva en el poder político, en la toma de decisiones en la esfera pública, en la construcción de una democracia real, concebida como gobierno del pueblo, de la colectividad, de la multitud y como procedimiento institucional de toma de decisiones en que cada individuo, cada ciudadano pesa lo mismo.
Nada más alejado de la actual democracia chilena, basada en una desigualdad social estructural y creciente, en la polarización entre unos pocos ricos y los pobres, en la concentración de la propiedad en manos de unos pocos y en la privación de la inmensa mayoría. La libertad y las libertades se concentran también en manos de unos pocos, de una oligarquía, que detenta la suma del poder, condenando a otros a la ausencia de poder o a un poder en extremo limitado.
A ello se une un sistema electoral binominal, que fue pensado para otorgar más poder político y electoral a los que tienen menos poder social, menos colectividad de respaldo. Fue diseñado para encerrar la lucha política entre alternativas burguesas y para excluir de toda participación en el poder a los que pueden cuestionar la propiedad privada, el libre mercado, el capitalismo y el dominio incontrastable de la burguesía. El sistema institucional político solo permite la existencia de una derecha: Alianza por Chile (RN-UDI) a futuro Alianza Popular y un centro; Concertación (DC, PS, PPD, PRSD), excluyendo a la izquierda y toda fuerza autónoma de la burguesía. El sistema binominal fue concebido para tolerar solo la lucha interburguesa, con el propósito de garantizar un largo período de estabilidad capitalista y hegemonía democrático burguesa de los procesos políticos.
Hoy la dirección burguesa de la sociedad chilena inicia un camino hacia la re-legitimación del sistema institucional político heredado de la dictadura, mediante la introducción de una serie de reformas. La nueva clase dominante chilena y sus expresiones políticas, Concertación y Alianza por Chile, tienen un gran acuerdo respecto a la defensa de la propiedad privada, el libre mercado, el libre comercio, la desregulación; un régimen político sin nueva constitución, una democracia restringida con un "demos" mutilado, jibarizado, con una oligarquía o elite liberal gobernante, un sistema binominal, etc.
(…)La sociedad chilena y las fuerzas políticas del centro y la derecha son alianzas políticas sin grandes proyectos de futuro, sin utopías y para quienes el capitalismo y el libre mercado constituyen la estación final de la historia. El bicentenario convoca a hacerse parte del primer mundo, y a construir una sociedad a imagen y medida del empresario capitalista.
La derecha se olvida del cambio y se centra otra vez en el empresario y el crecimiento, al tiempo que toma nota de que las desigualdades crecientes que comienzan a amenazar a largo plazo la estabilidad capitalista y la hegemonía burguesa. Sus sueños truncados de alternancia en el poder los vuelcan hacia proyectos de unificación política y atracción clientelística de sectores populares, ese es el propósito de Longueira y Allamand de fundar el partido Alianza Popular.
Entre tanto el empresariado más consciente y moderno en la proyección y defensa de sus intereses, considera a la Concertación como una forma y expresión política en sintonía con sus proyectos e intereses. Felipe Lamarca, ex Presidente de la SOFOFA y la Confederación de la Producción y el Comercio, Ejecutivo o principal del grupo Angelini, señala que así como no tuvo temor a un gobierno de Ricardo Lagos, tampoco dejaría de votar por Michelle Bachelet, si ésta presenta un proyecto coherente y otorga seguridades de futuro.
El PS con el PPD es parte orgánica de la nueva clase dominante local. La Bachelet es de hecho la candidata de la derecha del PS y el PPD, cuenta con la aprobación y el apoyo de parte importante del gran empresariado partiendo por la nueva cabeza de la Confederación de la Producción y el Comercio, Hernán Somersville ahora bajo la hegemonía del capital bancario y financiero.
Más allá de eso, Bachelet representa el esfuerzo futuro más consistente para resoldar la unidad política de la clase dominante, mediante el blanqueo de las FFAA y de Orden, su "subordinación" al poder civil y el otorgamiento de márgenes mayores de gobernabilidad estatal y social a Chile. La suerte de los de abajo depende como siempre de sus propias fuerzas, de su iniciativa y de la capacidad que gane para pesar de nuevo en el balance nacional de poder “.
Palabras Finales
Para terminar este breve texto presentación de una parte del pensamiento de Nelson Gutiérrez y al decir de Pierre Bourdieu, tratar desde el autor de ser un auctor o aplicador mas o menos lúcido de lo que el propio autor plantea, en primer lugar creo que la actualización del pensamientote de Gutiérrez es una necesidad histórica desde la lucha teórica de clases, es decir hoy más que nunca se hace imperioso, reformular el análisis a partir de la matriz de pensamiento de Gutiérrez que a su vez es parte constitutiva y heredera del pensamiento mirista enriquecido. Es absolutamente necesario, como lo he tratado de realizar en mis cerca de 100 columnas para G80 el ir describiendo y explicando los procesos de la lucha de clases, especialmente en relación al estado de la lucha interburguesa y a la configuración o no de una nueva alianza de clases y fuerza social de izquierda autónoma que marcará y construirá momentos históricos y políticos progresivos, regresivos o de estancamiento de la lucha misma.
De esta manera lo que vengo sosteniendo a lo largo de aproximadamente 20 años, tomando los análisis de Gutiérrez y enriqueciéndolos con otras miradas, es que especialmente desde el año 1990 a la fecha, uno de los errores estratégicos y críticos de la izquierda chilena, es que no ha logrado pensar y aplicar un método correcto de análisis de la realidad social y de la lucha de clases y por tanto no ha considerado en profundidad la importancia de la consecuente construcción de fuerza social y política autónoma.
El error de la izquierda correspondiente al período actual desde el año 2005 a la fecha, de aliarse paulatinamente a una de las fracciones burguesas menos reaccionarias del bloque de dominación, no es más que la repetición de la política histórica del error, que ha ido configurando no solamente la derrota de la izquierda y de las clases, fracciones y grupos sociales populares y mayoritarios sino a su vez ha ido frenando el desarrollo de la lucha de clases como un todo, como el proceso de traspaso del poder de los sectores más reaccionarios a los más progresistas de la vida nacional, y de esta manera, la izquierda misma no ha sido capaz de transformar la detención que ha sufrido el proceso de la lucha de clases, producto de la estrategia concertacionista de alianza con la burguesía financiera y los destacamentos más reaccionarios como la UDI y RN.
Es responsabilidad de la izquierda en su conjunto el desatar la camisa de fuerza que ha ido tejiendo el concertacionismo y la derecha en Chile. Y no es aliándose justamente a la concertación sino construyendo fuerza social y política propia, crecientemente autónoma de la lucha interburguesa y de sus destacamentos.
Finalmente por eso, la disyuntiva actual de votar o no por Frei no es sólo completamente ilusoria para las pretensiones democráticas y de justicia e igualdad social, sino que a es a su vez una trampa mortal, puesto que de ganar la concertación, tal como lo plantea Gutiérrez, no es más que el estancamiento del sistema político y económico imperante y la maduración de la unidad del bloque dominante y su vez un nuevo licenciamiento de las masas y de los destacamentos de izquierda por resolver la detención de la lucha política de clases .
De ganar la derecha y ciertamente ganará, y aquí hago una apuesta pero producto justamente del análisis, habrá un proceso de regresión de la lucha de clases en tanto se traspasará el poder de los sectores menos reaccionarios del proyecto burgués a los más reaccionarios, sin embargo y esto es evidente, permitirá que la incipiente izquierda progresista y los sectores de la izquierda histórica que erróneamente apostaron por Frei, comiencen a nuclearse en una fuerza social y política del orden del 25% y por primera vez después de 27 años comenzar a construir una izquierda y una fuerza social autónoma del centro político, es decir de la socialdemocracia, del socialcristianismo y de los sectores ultraliberales de la concertación.
En la lógica impecable de Gutiérrez esto significará poder imprimir una vección contraria al proceso de regresión de la lucha política de clases y de la lucha de clases en general, permitiendo sentar las bases, de modo simultáneo, de la construcción de una izquierda para el siglo XXI, de una fuerza social creciente mayoritaria y popular, y en lo fundamental transformar de una vez por todas la lucha interburguesa en lucha entre el pueblo mayoritario representado y los sectores burgueses y dominantes. De llegar a construir dicho escenario, el pueblo y la izquierda, volverán a gobernar Chile para en suma transformar el modelo económico neoliberal y el sistema político oligárquico en una modelo de economía social y en una democracia de masas o de mayorías.