martes, 29 de junio de 2010

LA ENORME IMPORTANCIA DE LA LUCHA TEORICA Y DE LAS CONCIENCIAS PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IZQUIERDA CHILENA


Fesal Chain, Sociólogo.

En un documento escrito a mediados de la década de los 80 por “Pablo Alfaro”, con motivo de la celebración del XV Congreso del Partido Comunista de Chile, se afirma una primera función esencial de la lucha teórica como “una de las direcciones principales de la actividad de toda revolución” (entendida la “revolución” como la actividad política y experiencia de lucha, tal como lo plantea el documento y no sólo como un estado cristalizado de enfrentamientos totales o el régimen del gobierno popular). Así, la lucha en el frente teórico sería entonces una actividad preponderante que “tiene que conquistar e imponer un cambio de mentalidad y lo tiene que hacer antes, durante y después del momento revolucionario en que se pone en cuestión y cambia de mano el poder”. El documento reafirma que “la revolución teórica tiene así que iniciarse antes y tiene que preparar la revolución política y económica; (siendo) una de sus más decisivas condiciones de posibilidad”.

Al respecto, no es azaroso que la totalidad de mis artículos sobre la izquierda chilena apunten a lo mismo. Provengo y por edad me correspondía el natural relevo de esta tradición ideológica de la izquierda y del comunismo chileno: la de aquellos cuadros teóricos y prácticos que durante al menos 12 años, entre 1977, momento de la elaboración y posterior levantamiento de la Estrategia de Sublevación Nacional y de la Política de Rebelión Popular de Masas hasta el XV congreso en 1989, insistieron no sólo en la necesidad de todas las formas de lucha contra la dictadura, sino por sobretodo en la construcción y avance sistemático de la lucha teórica, como un ejercicio fundacional. De esta manera, el documento plantea una segunda función de la lucha teórica: “Más allá del trabajo por conquistar las conciencias para el cambio, se hace necesario definir y concebir los cambios, cuestión que requiere un acabado conocimiento de la realidad específica del país y de su entorno internacional”.

Estos cuadros políticos, teóricos en el amplio sentido del conocimiento, provenían del exilio en la RDA y Cuba, y fueron capaces de recoger la tradición heterodoxa de la década de los 70 en el Cono Sur y de su posterior desarrollo en los 80 en Centroamérica, es decir una interpretación del marxismo y del leninismo proveniente de la vertiente revolucionaria que entendió siempre la radical importancia y condición necesaria del avance en el conocimiento abstracto y concreto de la realidad nacional, internacional, del estado de conciencia de las clases, grupos y movimientos sociales dominados, del estado del conocimiento de la burguesía en el ámbito de las ciencias duras y de las ciencias sociales y de la actualización de la propia teoría a partir de la evaluación del instrumental propio y la asimilación de los conocimientos acertados de la burguesía y los propiamente progresistas no marxistas, como la evaluación permanente de la propia práctica.

Así el documento avanza en una tercera función de la lucha teórica: “La ideología burguesa, es un desafío constante y acuciante para nosotros; no nos da descanso ni respiro. Para hacerle el peso y vencerla tenemos que desplegar un saber superior, una teoría superior, una cultura más actual, más viva. Nuestra teoría debe pues responder a una doble desafío; por una parte el que surge de nuestra propia práctica teorizada (...) despojada de todo dogma, cliché o vulgarización empobrecedora, por otra parte, el desafío constante de que surge del campo (...) burgués el cual tiene la particularidad de contener al mismo tiempo una concepción del mundo falsa y engañosa que debemos combatir, pero que contiene también verdades y certezas nuevas que surgen de las ciencias y artes que continúan desarrollándose a pesar de todo en el seno de esas sociedades, verdades y certezas que debemos asimilar e incorpora a nuestro pensamiento”.

Una cuarta función de la lucha teórica apunta a “levantar la imagen de nuestros ideales, a levantar nuestro proyecto, y nuestro programa, Y debe hacerlo sobre la base de la realidad de hoy, y no del siglo pasado. Debe encarnarse en las masas populares del Chile moderno y no del Chile de antaño. (...) Se trata entonces de desarrollar todo este cúmulo de conocimientos para “destruir la imagen del mundo dominante y abrir las conciencias a la percepción de la posibilidad y necesidad de los cambios.

Así la lucha teórica es nada menos que la enorme y compleja capacidad “por crear los nuevos conceptos y valores, la lucha por difundirlos y encarnarlos en las masas, la lucha por transformarlas en masas activas y a la ofensiva, la lucha por hacer hegemónica la nueva concepción del mundo”, y parte esencial de la lucha revolucionaria o política en su conjunto”.

El estado actual de la lucha teórica de clases es de un retroceso de al menos 50 años, los cuadros políticos del partido comunista y de la izquierda chilena no concertacionista, han dejado atrás la función primordial de la lucha teórica como motor de la acción política y todas las enormes reflexiones que van desde de la vía chilena al socialismo, pasando por la teoría revolucionaria de los 70 y la crítica de la Rebelión Popular de Masas de los 80. En algunos sectores sectores incluso se ha desarrollado una especie de teoría de trincheras, pre-leninista, desde la cual se desarrolla una inactividad política o una mínima actividad reactiva.

Desde la “izquierda” concertacionista, la única “renovación” no ha sido sino la adopción de una concepción falsa y engañosa del liberalismo y por otra parte en los sectores actuales del comunismo el levantamiento de formulismos marxistas a posteriori, para justificar la acción política predominantemente socialdemócrata sin vocación de cambios reales.

Una explicación histórica del actual retroceso en el frente de la lucha teórica en el seno de la izquierda crítica, es que en plena década de los 80 se fue fraguando, dada la derrota militar de la RPM, el dominio de la burocracia partidaria y del aparato comunista por sobre los sectores que defendieron fuertemente la RPM en Chile y la Perestroika y los que fueran los combatientes internacionalistas que pasaron a engrosar las filas político militares del partido, es decir una rica mezcla de sectores heterodoxos y revolucionarios. Así dicha propuesta que intentó sintetizar en plena lucha, la radicalidad del combate contra la dictadura con una revolución teórica y de las conciencias previa y permanente, rescatando el concepto de hegemonía gramsciano como condición de posibilidad de la política de cambios, fue derrotada simultáneamente por las concepciones naturalistas y positivistas: por los neoliberales pinochetistas, por el liberalismo concertacionista y el reformismo burocrático del partido que terminó siendo un viraje socialdemócrata del aparato comunista.

Sin embargo, es a partir de este diagnóstico y del rescate de las funciones esenciales de la lucha teórica, que podemos configurar el nuevo qué hacer, para la reconstrucción de una izquierda con vocación de poder y de plasmación de cambios sociales y políticos profundos, capaz de crear un nuevo imaginario para las mayorías nacionales y de interpretar la realidad objetiva, los sueños subjetivos y por sobretodo capaz de seducir y movilizar a los amplios sectores postergados.

El primer paso de la reconstrucción de la izquierda chilena y de un proceso de cambios para Chile, es lograr entender las cuatro funciones de la lucha en su importancia radical y prioritaria. Dejar de una vez por todas de tener una concepción anti teórica y tareísta y dejar de pensar que el rol de las ideas como conocimiento objetivo y subjetivo y del lenguaje como conformación social de la realidad y seducción de las mayorías, es posterior a un hipotético cambio objetivo o mecánico o mera expresión de este.

Justamente ya lo había planteado Gramsci en 1918 en su texto balance de la Revolución Rusa: La Revolución contra El Capital: “El pensamiento marxista (...) no sitúa nunca como factor máximo de la historia los hechos económicos en bruto, sino siempre el hombre, la sociedad de los hombres, de los hombres que se reúnen, se comprenden, desarrollan a través de estos contactos (cultura) una voluntad social, colectiva, y entienden los hechos económicos, los juzgan y los adaptan a su voluntad hasta que ésta se convierte en motor de la economía, en plasmadora de la realidad objetiva, la cual vive entonces, se mueve y toma el carácter de materia telúrica en ebullición, canalizable por donde la voluntad lo desee, y como la voluntad lo desee”

Pues es completamente cierto y así lo ha demostrado por lo demás el tremendo retroceso de la izquierda chilena frente a las masas, que ya no nos creen, que si no vencemos en el terreno de la comprensión de la función primordial y desarrollo ampliado de la lucha teórica, será imposible, tal cual lo plantea el documento de nuestros Pablos Alfaro, encabezar las luchas de nuestro pueblo por su liberación.

miércoles, 16 de junio de 2010

POR LA RECUPERACION DE LOS COMUNISTAS PARA LOS TRABAJADORES Y PARA CHILE



x Fesal Chain, sociólogo.

Si en este esfuerzo perdemos, bueno así será, pero no perdamos antes de comenzar, pues nada ha comenzado realmente y sé lo que les digo, hasta hoy no hemos sido más que meras respuestas reactivas y esfuerzos disgregados. El único arrepentimiento que no es posible tener, es aquel que nace de lo que no hemos hecho. La única derrota que no es posible aceptar,es aquella que nace de lo no somos capaces de hacer.


La lucha electoral y la estrategia comunista-socialdemócrata

La lucha electoral recién pasada, demostró la justeza de mi análisis. Sin lugar a dudas fui el único que afirmó con total exactitud y con muchísima antelación, la magnitud de la derrota concertacionista y la magnitud de la victoria de la derecha chilena. Al respecto es cuestión de revisar la totalidad de mis artículos políticos, pero especialmente el análisis electoral realizado para este mismo medio (http://g80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=4592), que logra pronosticar con un año de antelación, sin error estadístico significativo, el resultado final de la elección.

Por otra parte, la totalidad de mis artículos que analizaron la errada estrategia de la dirigencia del Partido Comunista en las elecciones, demostró la justeza de mi crítica. Finalmente los dirigentes del partido, con la justificación de la exclusión política y vía pactos, cambiaron la política de alianzas y por su intermedio la estrategia del Partido en su conjunto. Transformaron al partido en una fuerza socialdemócrata, subsumida en el camino de derrota de la concertación, de la que hoy difícilmente saldrán, ya sea porque quedaron atrapados en la tesis actualizada del frente antifascista (todos contra la derecha) o porque no lo desean.

De nada sirven los diputados obtenidos ni las palabras exitistas de la dirigencia Teillierista, lo que importa para la totalidad de los militantes, ex militantes y amigos y amigas del Partido Comunista de Chile son los porfiados hechos: Que pasamos, sin solución de continuidad y dirigidos subrepticiamente, de ser un partido profundamente crítico de la concertación y de la derecha, pequeño, pero creíble y con capacidad potencial de constituir o ser parte de una tercera fuerza social y política en Chile, a ser un mero partido parlamentario, sin verdadero arraigo en los grupos y clases subalternas, satélite de la socialdemocracia liberal concertacionista, perdiendo la preciada credibilidad, y la capacidad de dirección del nuevo proletariado chileno y de los sectores marginados de la “modernización” concertacionista de los últimos 20 años.

Cuando se haga el balance de la historia reciente del partido post dirigencia de Gladys Marín, se podrá decir que Teillier, Carmona, Hugo Gutierrez y la dirigencia socialdemócrata comunista, sentaron las bases de una derrota que pudo llegar a ser estratégica para el pensamiento y la acción del comunismo chileno en aras de las transformaciones que la sociedad chilena requiere. Sin embargo, creo que si consideramos las condiciones objetivas del estado de la lucha de clases en Chile, aún existe la posibilidad de que esta derrota pueda ser revertida.


Marco Enríquez y la tercera vía

Cuando personalmente llamé a votar por Marco Enríquez Ominami en la primera vuelta presidencial, lo que estaba observando era la posibilidad cierta de derrotar a la concertación y a la derecha y el camino absolutamente equivocado tomado por la dirigencia comunista chilena frente a la contienda electoral. La cuestión se planteaba de la siguiente manera: por una parte, cómo era posible que el comunismo chileno, profundamente crítico del modelo de desarrollo concertacionista, tomara el camino de la conciliación y alianza con la propia concertación y por otra, que no fuera capaz de potenciar la tercera fuerza, que si bien no era totalmente de izquierda, a todas luces era más progresista que la propia concertación y con alta probabilidad de ganarle en primera vuelta al freismo y detener además a la derecha chilena en segunda vuelta. En cualquier caso ese era el camino correcto, pero también no podemos confundir ese camino y esas alianzas con lo sustancial, como los dirigentes socialdemócratas del partido lo confundieron o lo diseñaron.

Si por una parte, quedó muy claro que estamos frente a una dirigencia comunista que definitivamente no quiere construir partido ni alternativa popular de transformación, sino que a partir de su derrotismo histórico y por unos cupos parlamentarios irrisorios, sólo han configurado un partido a la cola de la socialdemocracia liberal concertacionista, que pacta con la derecha en la mantención del binominal y del modelo de mercado a ultranza, con ciertas reformas, también debemos ser capaces de asumir que una política de alianzas de una izquierda real y de los sectores progresistas, no puede ni debe configurar nunca una apuesta programática y organizativa.


Unidad de los comunistas históricos

De esta manera afirmo que más allá de las coyunturas electorales, ha llegado la hora de que todos los comunistas que han disentido profundamente de la política socialdemócrata de los actuales dirigentes, logremos unirnos y tener un diagnóstico común y una acción política sino de alto impacto inmediato, al menos lúcida y con capacidad de reorganización y de lanzabilidad de un nuevo proyecto socialista y progresista para Chile. Y que nuestras capacidades analíticas y organizativas nos permitan recuperar a la totalidad o a la gran mayoría de los comunistas para el pueblo de Chile.

Este es un llamado claro y preciso, a los compañeros de los Comités Comunistas, del Colectivo Luis Emilio Recabarren y a todos y todas las compañeras comunistas de distintas organizaciones sociales y culturales, sindicales y vecinales, tanto al interior como fuera del partido, que de una manera o de otra se sienten profundamente traicionados por la actual dirigencia, para realizar un salto cualitativo de nuestra disidencia a la propuesta, de manera autónoma, tanto de las alternativas organizativas socialdemócratas concertacionistas como de la izquierda radical anticomunista, y convocar a un mega encuentro de los comunistas chilenos y situarnos en el sistema político chileno como uno de los ejes fundamentales de una alternativa real al sistema de dominación del capital financiero y como representantes y organizadores de los trabajadores manuales e intelectuales de Chile.

No es menor que quienes están en profundo desacuerdo al interior del partido transparenten de una vez por todas sus posiciones, es necesario para avanzar hacia una alternativa popular y nacional, despercudiéndonos de la concertación como cultura del mal menor.

Que se rían todos y todas las que quieran, es un buen indicio, que los funcionarios y burócratas del partido consideren este artículo y llamado como algo fuera de la realidad o sin capacidad mayor de convocatoria, que me denosten o traten de desacreditarme y descalificarme en todos los aspectos que deseen. No tengo miedo y tampoco estoy para llorar sobre la leche derramada. Ya no quiero arrastrar las cadenas del desconsuelo y de la verdadera exclusión social y política a la que he estado expuesto hace décadas junto a millones. Tampoco deseo para mis camaradas la vida que llevan, llena de restricciones materiales, culturales y espirituales y sobretodo lo anterior, ya no deseo que mi pueblo deambule como fantasma ignorante por la tierra chilena, comprando viejas recetas de una felicidad concertacionista o aliancista que se escurre entre los dedos de la mano como arena de playa.

Es necesario hacer un esfuerzo concreto, desde nuestras debilidades, pero también desde nuestras fortalezas y oportunidades. No basta con estar presente en múltiples organizaciones y participando desde la cultura, el sindicato o las organizaciones territoriales y funcionales en la vida política y social de Chile. No basta. No basta participar de los poderes comunales o alinearse en las coyunturas electorales. No basta. Debemos unirnos definitivamente, debemos demostrar que somos mayoría los que estamos fuera de la táctica y estrategia del contubernio con los socialdemócratas de la concertación. Debemos ser capaces de conversar, de discutir, de llegar a acuerdos, de construir la unidad de los comunistas. Los análisis están, los diagnósticos existen, cuestión de estudiarlos y ponerlos en la mesa. Lo que falta son las ganas, la decisión de juntarnos bajo nuestro propio cielo, bajo nuestro propio sol, sin confundir las alianzas presentes o futuras con nuestra organización real y nuestro programa, sin confundir nuestras apreciaciones a nivel internacional con lo esencial, el de comenzar a reconstruir al Comunismo del siglo XXI como un eje insustituible de la alternativa socialista y progresista para Chile.

El socialismo posible, las clases y grupos que requieren representación y conducción

Porque el socialismo y un nuevo modelo de desarrollo es posible, en la medida que existe y se reproducen el proletariado industrial, minero, agrícola y de servicios. El nuevo proletariado intelectual que no requiere subordinarse a medios de producción ajenos. El de los trabajadores intermitentes, temporeros(as), quienes no alcanzan a constituir plenamente el salario; las etnias, los campesinos pobres, los inmigrantes, las mujeres,la tercera edad y los jubilados, los jóvenes de la primera y segunda juventud. Y los micro y pequeños empresarios, siempre sujetos a los vaivenes de un mercado cruel y construido a la medida de los grandes intereses transnacionales y de los grupos económicos.

Y porque somos parte de esa enorme mayoría de chilenos y chilenas, es que necesitamos un partido que nos represente y organice, que nos interprete en nuestras intereses sociales y políticos más sentidos e imperiosos, de manera completamente autónoma de la derecha chilena y sobretodo de la socialdemocracia liberal concertacionista.

Si en este esfuerzo perdemos, bueno así será, pero no perdamos antes de comenzar, pues nada ha comenzado realmente y sé lo que les digo, hasta hoy no hemos sido más que meras respuestas reactivas y esfuerzos disgregados. El único arrepentimiento que no es posible tener es aquel que nace de lo que no hemos hecho. La única derrota que no es posible aceptar es aquella que nace de lo no somos capaces de hacer.

Pongámonos a disposición sin distinciones de ningún tipo, para aunar a los comunistas de Chile, desde las viejas generaciones, las que conocieron a Recabarren y Lafferte, que lucharon junto a Luis Corvalán y Volodia Teitelboim, como aquellas que lucharon junto a las direcciones que fueron diezmadas por el pinochetismo y junto a Gladys, pasando por la heroica e inteligente generación del 80 y las actuales generaciones nacidas en una democracia tutelada, y que saben estamos frente a un fraude mayor respecto a nuestras capacidades, a nuestra herencia social y política, a nuestros ideales. Y sobretodo frente a un fraude a las esperanzas conscientes o no de las amplias mayorías, que requieren cambios urgentes para prosperar materialmente y participar como protagonistas de la vida política, cultural, social y económica de nuestro país. Seamos capaces de convocar con verdadera pasión tanto a aquellos aún en el Partido, como a aquellos que estando afuera se consideran parte de la gran cultura comunista de Chile.

Y me permito para finalizar esta breve carta citar a quien fuera uno de mis maestros en la política chilena, el sociólogo y revolucionario chileno, Nelson Gutierrez: “La sociedad chilena y las fuerzas políticas del centro y la derecha son alianzas políticas sin grandes proyectos de futuro, sin utopías y para quienes el capitalismo y el libre mercado constituyen la estación final de la historia. (...) Solo la emergencia de una tercera fuerza, de una nueva alianza de clases y fuerza social, de una izquierda del siglo XXI, podrá incorporar dinamismo a un sistema político institucional ya agotado...”

Adelante, a recuperar a los comunistas para los trabajadores y para Chile. Adelante, a construir la alternativa socialista y progresista para Chile.