x Fesal Chain
Palpo la frustración en muchos y muchas conciudadanas. No son mayoría, a pesar de que lo afirman, pero si son un ejército enorme de desencantados, y hoy por hoy, enrabiados seres humanos. Mi percepción, que va más allá de los sentidos, puesto que en rigor desde el análisis del mundo social también es posible hacer cuerpo el espíritu de una época, se nutre de mi propio desencanto. Claro está que yo siempre he estado desencantado. Pues es imposible del todo analizar la vida, y por supuesto transformarla desde el estar y ser maravillado. Pero no es nihilismo sino un deber de realidad, que se exige uno mismo para no confundir deseos e intereses con lo que pasa en el mundo.
En una entrevista titulada Mayo 68 visto por André Glucksmann, reproducida en el blog http://unatemporadaenelinfierno.net/, el filósofo francés que participo de la revuelta de Mayo plantea: “Sarkozy hizo campaña y fue elegido para romper con el orden, el estancamiento y el retroceso consecuencia de treinta y tantos años de inmovilismo de izquierdas, Mitterrand, y derechas, Chirac. Por el contrario, esa izquierda rancia que sigue aferrada a las momias de ideologías difuntas es la encarnación misma del estancamiento inmóvil contra el progreso. Y profundiza al respecto: "...esas izquierdas se montaron al carro de Mitterrand y la izquierda unida, que proponía “romper con el capitalismo y construir el capitalismo a la francesa”. Todas las izquierdas unidas tomaron el poder y precipitaron una crisis global de Francia. Todas las izquierdas gobernaron en solitario en Francia durante quince largos años. Fue Mitterrand, seguido de Chirac, quien precipitó la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento, víctima del inmovilismo ideológico. Mayo 68 evitó a Francia la deriva terrorista a la italiana. Pero, a cambio, sumió al país en un estado de letargo absoluto. (...) Hoy, la izquierda se reivindica al mismo tiempo de Mitterrand y Mayo 68. Es absurdo. Esa izquierda dicen a los jóvenes: dormíos tranquilos, niños envejecidos prematuramente, la izquierda reconocida contempla en vuestros sueños su propia existencia extraterrestre. Esas izquierdas intentan rentabilizar el recuerdo con chucherías anti mundialistas, ecologistas, electorales. Y continúa, (...) Mitterrand y su banda fueron quienes convirtieron Mayo en una momia, utilizada con fines electorales propios...".
Mas allá por supuesto de la adscripción fácil de Glucksmann a Sarkozy, las respuestas en esta entrevista son más que reveladoras de la realidad chilena presente. En nuestro país ganó la derecha más transformista, aquella que de alguna manera se mostró como la más equidistante del pinochetismo. Eso no quiere decir que lo sea. Digo, se mostró. Sarkozy también se mostró equidistante de la ultraderecha, y fue capaz de elegir Ministro de Estado a uno de los símbolos de Mayo 68, a Bernard Kouchne. Y sin embargo hoy emplaza una política de migración con notorios ribetes racistas respecto a los gitanos y a su vez en plena campaña electoral reivindicó el gobierno colaboracionista de Vichy.
Y a pesar de todo lo anterior, efectivamente Sarkozy fue la salida que se dio la sociedad francesa frente al inmovilismo total de la centro izquierda. Tal como ha pasado en Chile. Sebastián Piñera, que no trepida en poner en práctica una Política de Seguridad neo dictatorial, (ver mi artículo sobre la dictadura democrática de los reaccionarios en G80), a su vez fue capaz de ganar las elecciones en Chile, justamente con un discurso que apuntaba al meollo del asunto, que no era sino la enorme crisis de eficiencia gubernamental y de transformación social (sobretodo de esto último) de la concertación, (tomaron el poder y precipitaron una crisis global (...). Todas las izquierdas gobernaron en solitario (...) durante quince largos años. (...) y precipitaron la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento..." Por ello Marco Enríquez con algunas fórmulas un poquito más novedosas (como aquella de que el gobierno es el brazo del Estado y este último el aparato normativo de la economía), fue también capaz de aglutinar una enorme masa electoral, prácticamente la mitad de la masa electoral del bloque gobernante frente a un Frei que rayaba en la estupidez conservadora.
Porque es más que evidente, que sin nosotros haber tenido un Mayo del 68, la izquierda tradicional chilena, la que gobernó en la UP también le dice a los jóvenes: "dormíos tranquilos, niños envejecidos prematuramente, la izquierda reconocida contempla en vuestros sueños su propia existencia extraterrestre".
Ahora bien, no nos podemos quedar en Glucksmann. Por otra parte Bernard-Henri Levy: en una entrevista titulada "La izquierda está enferma de derechismo" del Diario La Nación de Buenos Aires http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=969190, y frente a la pregunta : ¿Por qué ser fiel a una izquierda que se derrumba? ¿Por qué negarse a cruzar la frontera ideológica y pasarse con bandera y banda al sarkozismo triunfal, como hicieron muchos de sus amigos?, plantea su oposición a la adscripción de Glucksmann en un párrafo extremadamente importante: "Lo que más debería preocupar de Sarkozy, en realidad, es que se trata de un verdadero hombre de derecha. Cuando dice basta ya de arrepentirse públicamente por Vichy ( la colaboración con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial) o por la colonización, es auténticamente sincero. Y eso me hiela la sangre (...) La campaña de Sarkozy, con su negativa a arrepentirse de las faltas cometidas, sirvió para paralizar ese proceso de toma de conciencia. Un país que no tiene vergüenza es un país perdido. Se puede perdonar, pero no olvidar. La vergüenza es un gran sentimiento humano..."
El problema que devela, para nosotros los chilenos, este diálogo-oposición de ambos filósofos, es que frente al fenómeno del Piñerismo, que hoy por hoy tiene al menos un 56% de apoyo popular dadas las últimas encuestas, y que a su vez se ha mostrado muy eficiente en resolver los problemas heredados de la propia concertación (1) , JUSTAMENTE no contempla en absoluto el análisis de Glucksmann. Es decir la totalidad de la oposición, desde el neoliberalismo concertacionista, pasando por el liberalismo socialdemócrata, la izquierda progresista, el partido comunista, y los sectores de la izquierda radical, no desean ver una cuestión central: Que el soberano, los electores y quienes responden las encuestas, más allá de los elementos ultraderechistas e integristas del Piñerismo, siguen apoyándolo en la misma medida que han hecho suyo el diagnóstico de que la concertación y también la oposición en su conjunto, a nombre de viejos valores y agitación de antiguos símbolos igualmente "precipitaron la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento, víctima (justamente) del inmovilismo ideológico". Por mucho que la derecha pinochetista en el no tan fondo, continúe eternamente "con su negativa a arrepentirse de las faltas cometidas".
Un "progresismo" y una izquierda que en realidad se reafirma en el mito y trata de rentabilizarlo con chucherías. Ya sea el mito de los 70 o el mito de los 90. Porque no ha repensado una cuestión fundamental. Que frente a la afirmación casi delirante de Ricardo Lagos, que la concertación había caído por sus propios aciertos, es decir que había transformado a tal punto la sociedad, que generó en ella nuevas demandas y expectativas que el propio bloque gobernante no fue capaz de cubrir, hay que contraponer el análisis lúcido y crítico, no sobre la derecha y su incapacidad de vergüenza, sino sobre la izquierda en su conjunto y en su enorme incapacidad de un proyecto ideológico, social y político capaz de romper el letargo, tanto de la construcción de un capitalismo a la chilena como de un socialismo copión del pasado o de otras realidades mundiales, todos "ellos" muy mitológicos pero ineficientes en la práctica del Chile de los últimos 50 años.
Romper con el inmovilismo ideológico es preponderante para que el pueblo en su conjunto deje de apoyar a una derecha que gestionando el mismo capitalismo de la socialdemocracia efectivamente "termine rompiendo el orden, el estancamiento y el retroceso consecuencia del inmovilismo de (todas) las izquierdas.. Romper con el inmovilismo frenara que el pueblo chileno termine diciendo tal como Glucksmann "Querido Nicolás. (...) es muy bueno denunciar el arcaísmo de los retrasados".
(1) Algunos dicen que por presión popular, probablemente, pero en la concertación esa presión que siempre fue de menor potencia, pues los presionadores estaban en el Estado, jamás hizo mella en la conciencia crítica de la socialdemocracia, más que para armar mesas de diálogo.
En una entrevista titulada Mayo 68 visto por André Glucksmann, reproducida en el blog http://unatemporadaenelinfierno.net/, el filósofo francés que participo de la revuelta de Mayo plantea: “Sarkozy hizo campaña y fue elegido para romper con el orden, el estancamiento y el retroceso consecuencia de treinta y tantos años de inmovilismo de izquierdas, Mitterrand, y derechas, Chirac. Por el contrario, esa izquierda rancia que sigue aferrada a las momias de ideologías difuntas es la encarnación misma del estancamiento inmóvil contra el progreso. Y profundiza al respecto: "...esas izquierdas se montaron al carro de Mitterrand y la izquierda unida, que proponía “romper con el capitalismo y construir el capitalismo a la francesa”. Todas las izquierdas unidas tomaron el poder y precipitaron una crisis global de Francia. Todas las izquierdas gobernaron en solitario en Francia durante quince largos años. Fue Mitterrand, seguido de Chirac, quien precipitó la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento, víctima del inmovilismo ideológico. Mayo 68 evitó a Francia la deriva terrorista a la italiana. Pero, a cambio, sumió al país en un estado de letargo absoluto. (...) Hoy, la izquierda se reivindica al mismo tiempo de Mitterrand y Mayo 68. Es absurdo. Esa izquierda dicen a los jóvenes: dormíos tranquilos, niños envejecidos prematuramente, la izquierda reconocida contempla en vuestros sueños su propia existencia extraterrestre. Esas izquierdas intentan rentabilizar el recuerdo con chucherías anti mundialistas, ecologistas, electorales. Y continúa, (...) Mitterrand y su banda fueron quienes convirtieron Mayo en una momia, utilizada con fines electorales propios...".
Mas allá por supuesto de la adscripción fácil de Glucksmann a Sarkozy, las respuestas en esta entrevista son más que reveladoras de la realidad chilena presente. En nuestro país ganó la derecha más transformista, aquella que de alguna manera se mostró como la más equidistante del pinochetismo. Eso no quiere decir que lo sea. Digo, se mostró. Sarkozy también se mostró equidistante de la ultraderecha, y fue capaz de elegir Ministro de Estado a uno de los símbolos de Mayo 68, a Bernard Kouchne. Y sin embargo hoy emplaza una política de migración con notorios ribetes racistas respecto a los gitanos y a su vez en plena campaña electoral reivindicó el gobierno colaboracionista de Vichy.
Y a pesar de todo lo anterior, efectivamente Sarkozy fue la salida que se dio la sociedad francesa frente al inmovilismo total de la centro izquierda. Tal como ha pasado en Chile. Sebastián Piñera, que no trepida en poner en práctica una Política de Seguridad neo dictatorial, (ver mi artículo sobre la dictadura democrática de los reaccionarios en G80), a su vez fue capaz de ganar las elecciones en Chile, justamente con un discurso que apuntaba al meollo del asunto, que no era sino la enorme crisis de eficiencia gubernamental y de transformación social (sobretodo de esto último) de la concertación, (tomaron el poder y precipitaron una crisis global (...). Todas las izquierdas gobernaron en solitario (...) durante quince largos años. (...) y precipitaron la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento..." Por ello Marco Enríquez con algunas fórmulas un poquito más novedosas (como aquella de que el gobierno es el brazo del Estado y este último el aparato normativo de la economía), fue también capaz de aglutinar una enorme masa electoral, prácticamente la mitad de la masa electoral del bloque gobernante frente a un Frei que rayaba en la estupidez conservadora.
Porque es más que evidente, que sin nosotros haber tenido un Mayo del 68, la izquierda tradicional chilena, la que gobernó en la UP también le dice a los jóvenes: "dormíos tranquilos, niños envejecidos prematuramente, la izquierda reconocida contempla en vuestros sueños su propia existencia extraterrestre".
Ahora bien, no nos podemos quedar en Glucksmann. Por otra parte Bernard-Henri Levy: en una entrevista titulada "La izquierda está enferma de derechismo" del Diario La Nación de Buenos Aires http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=969190, y frente a la pregunta : ¿Por qué ser fiel a una izquierda que se derrumba? ¿Por qué negarse a cruzar la frontera ideológica y pasarse con bandera y banda al sarkozismo triunfal, como hicieron muchos de sus amigos?, plantea su oposición a la adscripción de Glucksmann en un párrafo extremadamente importante: "Lo que más debería preocupar de Sarkozy, en realidad, es que se trata de un verdadero hombre de derecha. Cuando dice basta ya de arrepentirse públicamente por Vichy ( la colaboración con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial) o por la colonización, es auténticamente sincero. Y eso me hiela la sangre (...) La campaña de Sarkozy, con su negativa a arrepentirse de las faltas cometidas, sirvió para paralizar ese proceso de toma de conciencia. Un país que no tiene vergüenza es un país perdido. Se puede perdonar, pero no olvidar. La vergüenza es un gran sentimiento humano..."
El problema que devela, para nosotros los chilenos, este diálogo-oposición de ambos filósofos, es que frente al fenómeno del Piñerismo, que hoy por hoy tiene al menos un 56% de apoyo popular dadas las últimas encuestas, y que a su vez se ha mostrado muy eficiente en resolver los problemas heredados de la propia concertación (1) , JUSTAMENTE no contempla en absoluto el análisis de Glucksmann. Es decir la totalidad de la oposición, desde el neoliberalismo concertacionista, pasando por el liberalismo socialdemócrata, la izquierda progresista, el partido comunista, y los sectores de la izquierda radical, no desean ver una cuestión central: Que el soberano, los electores y quienes responden las encuestas, más allá de los elementos ultraderechistas e integristas del Piñerismo, siguen apoyándolo en la misma medida que han hecho suyo el diagnóstico de que la concertación y también la oposición en su conjunto, a nombre de viejos valores y agitación de antiguos símbolos igualmente "precipitaron la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento, víctima (justamente) del inmovilismo ideológico". Por mucho que la derecha pinochetista en el no tan fondo, continúe eternamente "con su negativa a arrepentirse de las faltas cometidas".
Un "progresismo" y una izquierda que en realidad se reafirma en el mito y trata de rentabilizarlo con chucherías. Ya sea el mito de los 70 o el mito de los 90. Porque no ha repensado una cuestión fundamental. Que frente a la afirmación casi delirante de Ricardo Lagos, que la concertación había caído por sus propios aciertos, es decir que había transformado a tal punto la sociedad, que generó en ella nuevas demandas y expectativas que el propio bloque gobernante no fue capaz de cubrir, hay que contraponer el análisis lúcido y crítico, no sobre la derecha y su incapacidad de vergüenza, sino sobre la izquierda en su conjunto y en su enorme incapacidad de un proyecto ideológico, social y político capaz de romper el letargo, tanto de la construcción de un capitalismo a la chilena como de un socialismo copión del pasado o de otras realidades mundiales, todos "ellos" muy mitológicos pero ineficientes en la práctica del Chile de los últimos 50 años.
Romper con el inmovilismo ideológico es preponderante para que el pueblo en su conjunto deje de apoyar a una derecha que gestionando el mismo capitalismo de la socialdemocracia efectivamente "termine rompiendo el orden, el estancamiento y el retroceso consecuencia del inmovilismo de (todas) las izquierdas.. Romper con el inmovilismo frenara que el pueblo chileno termine diciendo tal como Glucksmann "Querido Nicolás. (...) es muy bueno denunciar el arcaísmo de los retrasados".
(1) Algunos dicen que por presión popular, probablemente, pero en la concertación esa presión que siempre fue de menor potencia, pues los presionadores estaban en el Estado, jamás hizo mella en la conciencia crítica de la socialdemocracia, más que para armar mesas de diálogo.
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