X Fesal Chain, Sociólogo
¿Qué hacer frente a la dictadura democrática de los reaccionarios? La palabra que debe ser más que una palabra es UNIDAD, unidad política y social del pueblo.
Si ayer era preciso definir identidades, luchar por una tercera fuerza social y política y hacer entender a muchos que el camino de apoyo a la concertación y al freismo era el camino de la derrota, como así fue, hoy es preciso defender la unidad de todas las fuerzas sociales y políticas anti pinochetistas. Probablemente quienes me han leído y seguido en los más de 165 artículos en G80 y en otras páginas, podrán plantear que es este un contrasentido de mi parte o una contradicción interna y no los culpo. Sin embargo estoy convencido que cada día tiene su propio afán y que dada la vección o inflexión de la lucha política de clases, la tarea de la unidad social y política del pueblo se hace ineludible y que debe dejar atrás cualquier diferencia que no sea sustancial al tipo de democracia que queremos la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas.
Porque si hay algo fundamental en el camino político de las fuerzas de centro y de izquierda, con todas sus carencias, errores, traiciones y logros menores durante el período concertacionista, pero que aprendimos en la larga noche de la dictadura, es que la unidad ha de construirse sobre el tipo de democracia que queremos y su profundización. Evidentemente no estamos ad portas de una dictadura militar, sin embargo tal como lo señalo en mi artículo "Chile seguro, barrio en paz o la dictadura democrática de los reaccionarios", los sectores más retardatarios de la vida política nacional, aquellos que dieron el golpe de estado y apoyaron la dictadura neoliberal pinochetista, hoy desde el poder estatal, han comenzado a avanzar fuertemente sobre la diversidad política y la ciudadanía corporizada en múltiples sectores sociales, grupos, movimientos y fracciones de clase.
Este avance de las fuerzas más retardatarias se expresa por una parte en sacar de los territorios sociales y políticos a las fuerzas de izquierda, expropiándolas de su derecho a la existencia y a la participación plena en el régimen democrático. No es azaroso que desde el propio Presidente de la República hacia abajo, se comience a acusar a los comunistas y a sus diputados, de estar coludidos con grupos y movimientos internacionales que ejercen la violencia como método de acción política. Porque se ha generado el escenario más duro cuando el propio Presidente de la República interpela al Presidente del Partido Comunista con "informes" de la inteligencia colombiana al respecto.
No repetiré el análisis de mi articulo anterior ya nombrado, pero el gobierno derechista ha comenzado a ejercer a su vez múltiples acciones enmarcadas en planes bien precisos, que dan cuenta de su vocación central por considerar la democracia política como un mero instrumento que le permita emplazar sus propias fuerzas y sus visiones particulares en el ámbito de la configuración de una ciudadanía y sociedad restringida, a la que hay que vigilar y reprimir duramente si se hace necesario para lograr los fines de un disciplinamiento acorde a sus intereses y diseños.
Queridos y queridas amigas que se dan el trabajo de leerme. Lo digo con humildad, si en algunos de mis artículo he logrado captar con cierta anterioridad los sucesos políticos que se pudieron dar en un momento determinado, creo que hoy puedo apelar a dicha capacidad para decirles a ustedes que estamos en una situación de peligro inminente. La de la conformación de una segunda avanzada histórica de la derecha chilena contra los sectores sociales y políticos del centro y la izquierda en su conjunto, y el intento de profundizar e institucionalizar el modelo de la Democracia restringida y tutelada. Ya no es necesario como se ha demostrado en Colombia, bajo el gobierno terrorista de Uribe, dar golpes de estado para controlar a las clases y partidos que expresan la profundización democrática y el avance social de los mayoritarios. Hoy por desgracia, es posible hacerlo con las propias herramientas de la democracia restringida, con sus leyes y mecanismos de coacción.
Si ayer afirmé en mi artículo "No a la alianza con el centro político (A propósito de la editorial de La Nación Domingo¿Dónde está la izquierda?)", "...que la unidad del centro y la izquierda no es sino la estrategia de división y subsumisión de la izquierda a la propuesta del neoliberalismo democrático y no una vocación unitaria, programática y de fondo para reformular la alianza gobernante y transformarla en una verdadera coalición de izquierda anti neo liberal", hoy planteo con la misma fuerza y dado que ciertamente "en Chile se está configurando un Estado policial", que tiene como objetivo "la institucionalización de un Estado Vigilante (...) para construir (...) una Democracia de la Seguridad y el Control", que la unidad de todas las fuerzas contra ese intento es fundamental. Si en el pasado fuimos capaces de aunar las voluntades y combinarlas contra la dictadura, sin que por ellos significase, al menos durante gran parte de la lucha, que dejábamos de lado nuestras identidades y propuestas, hoy es aún más posible hacerlo.
Porque si en mis artículos anteriores fui capaz de criticar la estrategia de los dirigentes del Partido Comunista, por considerarla ineficiente para los objetivos de avanzar a una mayor equidad y justicia social, al apoyar a los sectores de la concertación que a mi juicio eran retardatarios al cambio del neoliberalismo, hoy soy capaz con la misma independencia de juicio, de reconocer frente a la actual avanzada ultra derechista, como justo el diagnóstico político de Guillermo Teillier en el en Acto del 98 Aniversario del Partido Comunista de Chile, cuando afirma que para detener a la derecha es necesaria " la unidad de las fuerzas democráticas y progresistas, todas ellas de centro y de izquierda, (que) es una necesidad para el país, considerando en ello la vital importancia de las organizaciones sociales que cada vez con más fuerza exigen respuestas claras frente a este imperativo".
No se trata en definitiva, y es esta mi posición también, de adoptar las estrategias de la socialdemocracia liberal, que mucho tiene de responsabilidad en la actual situación, al no haber tenido la voluntad política de desarmar el entramado jurídico y socio económico del pinochetismo y el no haber resuelto los problemas militares de la lucha democrática, pero podemos encontrarnos la izquierda histórica, con parte importante de las fuerzas concertacionistas de izquierda, con las fuerzas sociales y políticas de la izquierda progresista y de aún más a la izquierda, en un espacio común de lucha presente por las libertades individuales y sociales, por los derechos civiles, de las etnias, de las mujeres, de los ecologistas, de las opciones sexuales, de los distintos pensamientos políticos e ideológicos, por la democracia representativa y participativa plena, para en un futuro posible, desterrada la derecha del gobierno, comenzar a desarrollar fuertemente las tareas democráticas y sociales incumplidas por la concertación liberal.
Si no somos capaces de resistir, unirnos, organizarnos y luchar democráticamente contra la derecha y la ultraderecha y vencerla en el terreno de la lucha política, el retroceso de las fuerzas sociales y políticas populares y democráticas, será inminente, y el avance y consolidación de las fuerzas reaccionarias y conservadoras será sino definitiva, por largo tiempo.
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