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A propósito de las críticas de Pablo Milanés al proceso de la revolución cubana, hechas en distintos medios de España en los últimos meses y por la importancia que Pablo ha tenido en la construcción de la sociedad socialista y de su innegable y genuina adhesión al proceso en marcha, para mí es importante abrir un breve debate en el seno de la izquierda chilena consecuente y antineoliberal, sin caer en lo que los compañeros de los 80 que se fueron del PC y del Mir cayeron, en la socialdemocracia concertacionista, y tampoco caer en una obsecuencia que nos ciega.
Después de la caída del bloque socialista siento que en esta izquierda, se puede hablar francamente sin caer en descalificaciones, pero tengo claro también que hay compañeros y compañeras que no aceptan ninguna crítica o análisis a los procesos de la izquierda histórica y revolucionaria y bueno creo como dijo el Ché, que sólo a partir de nuestros errores aprendemos y avanzamos, no es bueno idealizar, somos materialistas .
Sería muy doloroso ver caer a Cuba por errores de la dirección del proceso revolucionario o por falta de velocidad de ciertos cambios que esta misma dirección ya ha estado planteando, y en realidad sería muy doloroso ver a caer a Cuba, por cualquier razón y que quedara en manos de una ultraderecha a todas luces odiosa y ultraliberal.
Cuba es de los cubanos y no cometeré en este artículo el error habitual de los anticomunistas de inmiscuirse e interferir en los soberanos procesos de la Isla. Sólo que para muchos de nosotros sigue siendo Cuba un modelo de sociedad que no nos deja impávidos, como no nos debe dejar impávidos las críticas o análisis de destacados intelectuales y artistas que apoyan el proceso revolucionario. Lo que pase allí, también concierne a toda la izquierda latinoamericana, en momentos históricos en que el avance de ésta marca nuevos rumbos de reconstrucción del proyecto socialista.
Al respecto, puedo decir que tengo 42 años y que cuando cayó el muro y el bloque socialista, del cual fui muy crítico de sus aspectos dictatoriales, desde una posición revolucionaria, no fue en absoluto para mí y para nadie que perteneciera a la izquierda anti estalinista, un hecho de festejos, fue terrible ya que sabíamos que la pérdida del referente más importante de la izquierda del siglo XX, la Unión Soviética, sería un hecho que marcaría un camino difícil y de derrotas en los años posteriores, así fue y la recuperación ha sido lenta y los más golpeados los sectores populares.
Por eso el tema. Como decía Volodia Teitelboim, no debemos hacer estatuas de los hombres, sino ir avanzando con todas nuestras fuerzas sobre aquello que hicimos mal o que finalmente no interpreta a las grandes mayorías en sus anhelos más profundos.
Yo sé que la nuevas generaciones en el seno de la izquierda histórica y revolucionaria son abiertas al diálogo y podrán entender que mi generación, puede aportar a una mirada histórica sin dogmatismos estériles.
En el fondo, cómo hacer una propuesta desde el comunismo chileno, crítica, revolucionaria y democrática, acorde a los tiempos que vivimos. Sueño aún con lo que yo llamaba en los 80, la construcción de la revolución democrática, plenamente interpretativa de los anhelos de las mayoritarios, antiautoritaria y participativa como decía Allende, pero también capaz de ser radical y de base, usando todas las herramientas y recursos según los tiempos y apremios, y saber defenderse de los adversarios y enemigos como lo planteó el Che y aquel Fidel joven, en Chile de los 70.
A mi juicio, y que no lleve a errores este planteamiento, la izquierda en estos últimos 20 años ha sido capaz de recrearse, de levantarse y construir una alternativa, aún en ciernes pero decisiva en los combates democráticos, y estas ideas van en la dirección de aportar elementos en esta reconstrucción y avance, de potenciar nuestras propuestas y de ampliarnos a extensas capas sociales y miradas distintas.
Ya es tiempo de recoger toda la experiencia de la izquierda y de todas las izquierdas para hacer una síntesis, un balance y un camino de aciertos. Dicho de otro modo, un proceso de reformas democráticas no tiene por que caer en la socialdemocracia neoliberal y un proceso revolucionario capaz de defenderse, no tiene porque caer en el estalinismo. Rosa Luxemburgo ya lo decía reforma y revolución no son contrapuestas, la segunda contiene a la primera, y nosotros ya lo sabemos por nuestra experiencia del siglo pasado y la caída del socialismo de Europa del este, que revolución y democracia no pueden ser caras de distintas monedas.
Yo estoy convencido que desde la izquierda antineoliberal y desde el Partido Comunista de Chile, podemos hacer la síntesis y que por este camino llegaremos a la victoria definitiva inaugurando una visión novedosa a nivel planetario, como lo fue aquella del proceso revolucionario de la Unidad Popular.
Después de la caída del bloque socialista siento que en esta izquierda, se puede hablar francamente sin caer en descalificaciones, pero tengo claro también que hay compañeros y compañeras que no aceptan ninguna crítica o análisis a los procesos de la izquierda histórica y revolucionaria y bueno creo como dijo el Ché, que sólo a partir de nuestros errores aprendemos y avanzamos, no es bueno idealizar, somos materialistas .
Sería muy doloroso ver caer a Cuba por errores de la dirección del proceso revolucionario o por falta de velocidad de ciertos cambios que esta misma dirección ya ha estado planteando, y en realidad sería muy doloroso ver a caer a Cuba, por cualquier razón y que quedara en manos de una ultraderecha a todas luces odiosa y ultraliberal.
Cuba es de los cubanos y no cometeré en este artículo el error habitual de los anticomunistas de inmiscuirse e interferir en los soberanos procesos de la Isla. Sólo que para muchos de nosotros sigue siendo Cuba un modelo de sociedad que no nos deja impávidos, como no nos debe dejar impávidos las críticas o análisis de destacados intelectuales y artistas que apoyan el proceso revolucionario. Lo que pase allí, también concierne a toda la izquierda latinoamericana, en momentos históricos en que el avance de ésta marca nuevos rumbos de reconstrucción del proyecto socialista.
Al respecto, puedo decir que tengo 42 años y que cuando cayó el muro y el bloque socialista, del cual fui muy crítico de sus aspectos dictatoriales, desde una posición revolucionaria, no fue en absoluto para mí y para nadie que perteneciera a la izquierda anti estalinista, un hecho de festejos, fue terrible ya que sabíamos que la pérdida del referente más importante de la izquierda del siglo XX, la Unión Soviética, sería un hecho que marcaría un camino difícil y de derrotas en los años posteriores, así fue y la recuperación ha sido lenta y los más golpeados los sectores populares.
Por eso el tema. Como decía Volodia Teitelboim, no debemos hacer estatuas de los hombres, sino ir avanzando con todas nuestras fuerzas sobre aquello que hicimos mal o que finalmente no interpreta a las grandes mayorías en sus anhelos más profundos.
Yo sé que la nuevas generaciones en el seno de la izquierda histórica y revolucionaria son abiertas al diálogo y podrán entender que mi generación, puede aportar a una mirada histórica sin dogmatismos estériles.
En el fondo, cómo hacer una propuesta desde el comunismo chileno, crítica, revolucionaria y democrática, acorde a los tiempos que vivimos. Sueño aún con lo que yo llamaba en los 80, la construcción de la revolución democrática, plenamente interpretativa de los anhelos de las mayoritarios, antiautoritaria y participativa como decía Allende, pero también capaz de ser radical y de base, usando todas las herramientas y recursos según los tiempos y apremios, y saber defenderse de los adversarios y enemigos como lo planteó el Che y aquel Fidel joven, en Chile de los 70.
A mi juicio, y que no lleve a errores este planteamiento, la izquierda en estos últimos 20 años ha sido capaz de recrearse, de levantarse y construir una alternativa, aún en ciernes pero decisiva en los combates democráticos, y estas ideas van en la dirección de aportar elementos en esta reconstrucción y avance, de potenciar nuestras propuestas y de ampliarnos a extensas capas sociales y miradas distintas.
Ya es tiempo de recoger toda la experiencia de la izquierda y de todas las izquierdas para hacer una síntesis, un balance y un camino de aciertos. Dicho de otro modo, un proceso de reformas democráticas no tiene por que caer en la socialdemocracia neoliberal y un proceso revolucionario capaz de defenderse, no tiene porque caer en el estalinismo. Rosa Luxemburgo ya lo decía reforma y revolución no son contrapuestas, la segunda contiene a la primera, y nosotros ya lo sabemos por nuestra experiencia del siglo pasado y la caída del socialismo de Europa del este, que revolución y democracia no pueden ser caras de distintas monedas.
Yo estoy convencido que desde la izquierda antineoliberal y desde el Partido Comunista de Chile, podemos hacer la síntesis y que por este camino llegaremos a la victoria definitiva inaugurando una visión novedosa a nivel planetario, como lo fue aquella del proceso revolucionario de la Unidad Popular.
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