x Fesal Chain
Que difícil se hace hoy comunicar los valores de la igualdad y la justicia social, en un modelo en que los valores del esfuerzo personal, de la responsabilidad meramente individual y el éxito económico son los dominantes.
Hace algunos días escuchaba al Subcomandante Marcos por Internet, ya hacía dos años que no hablaba públicamente. Salió al aire para decirnos que no estaba de acuerdo con la concepción tradicional del poder, aquella que, en simplificadas palabras, entendía que la vanguardia o los partidos lúcidos mostraban el camino y generaban la conciencia de lo que los pobres debían hacer. Nos hablaba de que era posible aprender de aquellos que como los indígenas de Chiapas habían sabido resistir 500 años de dominación europea y mexicana y que esta resistencia era básicamente el continuar vivos, siendo indígenas en pleno México. Y que era posible ponerse a su lado, sólo eso.
Yo alguna vez afirmé en un foro discusión con Carmen Castillo Echeverría, que el drama de los populares siempre había sido que la pequeña burguesía ya sea de izquierda o de centro, construía el país o dirigía el país a su imagen y semejanza y no contemplaba la realidad del mundo popular, sus formas concretas de construir comunidad o sociedad. Era lo mismo de Marcos en otras palabras.
Hoy la inmensa mayoría de los líderes políticos concertacionistas y de derecha, en conjunto con los líderes empresariales y una pequeña burguesía tecnocrática aliada a estos poderes, quiere construir este país a imagen y semejanza de los valores propios, que no son sino los valores históricos de los dominadores. El esfuerzo personal, la responsabilidad individual, la lucha ya no comunitaria ni menos social, sino individual y máxime familiar, por el mejoramiento de la "calidad de vida", la mítica construcción armónica, en que los intereses contrapuestos entre clases o grupos sociales, no son más que pequeñas dificultades en el camino de los logros de cada uno.
Hoy los populares, su vida, la igualdad y la justicia social no son valores, la concepción de a cada cual según sus necesidades, a cada cual según sus capacidades, se ha trocado radicalmente por la igualdad de oportunidades, es decir a cada cual según la mejor actitud, o la actitud correcta para acceder a bienes y servicios en un mercado, en que a lo más hay que corregir la oferta, es decir mejorar algunas condiciones básicas de trabajo, ingreso y del sistema educativo y de salud pública, es decir, entregar herramientas para tener las capacidades óptimas para acceder a esos bienes y servicios.
Entre la la iluminada socialdemocracia de la igualdad de oportunidades y equidad y una derecha de libre mercado, se mueve hoy el vapuleado mundo popular, que se muestra en televisión como el espacio definitivo de la delincuencia, de la inseguridad y el tráfico de drogas y en el caso aún existente de la conciencia ultra derechista o propiamente fascista, como un espacio de seres infrahumanos, flojos, cazurros y aprovechadores.
El lenguaje de los dominantes sobre el mundo popular, de estas oligarquías políticas, económicas y tecnocráticas que no viven más que su propia realidad, en sus propios barrios muy alejados de los sectores populares y que se reproducen en sus lugares particulares de trabajo, salud, educación y consumo, va desde la falta de condiciones estructurales para acceder al mercado, a la falta de valores y actitudes de emprendimiento individual.
No es motivo de este artículo hacer un análisis económico de los resultados de la aplicación de los modelos. No por querer rehuir el tema, sino porque en definitiva, esta aplicación no ha resuelto el problema fundamental, de la existencia de clases sociales y amplias capas de la población subsumidas en la pobreza, en el trabajo precario, en ingresos mínimos familiares por decreto, ni siquiera acordes al ingreso mínimo establecido para salir de ella, en condiciones de ofertas de salud y educación estatal muy por debajo de lo que las clases y capas dominantes pueden acceder en el sistema privado, en definitiva en condiciones reales de existencia en donde la desigualdad y el esfuerzo personal o la mera subsidariedad estatal para vencerla, se consideran "naturales" y de ahí partimos.
Que complejo se nos hace a todos quienes creemos que efectivamente existe la realidad de los dominadores y dominados, el poder comunicar esto. Que complejo es hoy plantear, que a pesar de las condiciones extremadamente difíciles del mundo popular y en el que efectivamente se desarrollan estrategias de sobrevida ilegales o muchas veces aspiracionales acordes a los cantos de sirena de los dominadores, que es este mundo popular bombardeado por la burguesía y la pequeña burguesía, el que ha construido durante 500 años de dominación, valores y estrategias propias, cualitativamente distintas al dominador y que lo hace un sector social con identidad específica, que le ha permitido seguir existiendo, reafirmándose como un sector social real y que no se puede ser negado, en la forma de discursos que pretenden representarlos y solucionarle sus problemas, independientemente de ellos mismos y del conocimiento de su realidad concreta, más allá de los deseos de unos y otros.
Los valores de la solidaridad y de unidad del mundo popular, que se han expresado en la historia de Chile en acciones propias de emprendimiento, de lucha permanente contra la adversidad y contra los propios dominadores, tanto en las comunas, como en los lugares de trabajo, en las calles, en lo político y también desde la violencia popular, han ido configurando un proyecto propio, que aún no cristaliza, en gran medida por la falta de sistematización de la propuesta, por la falta de desarrollo interno de una ciencia política popular, como la ha manifestado largamente el historiador Gabriel Salazar.
Por otra parte, que necesario es plantear que los partidos de la izquierda consecuente, aprendamos más de las experiencias de la izquierda mundial, de aquellos que como Marcos se sitúan desde la humildad del que debe aprender de aquellos con quienes queremos avanzar en el mejoramiento radical de la vida.
La izquierda chilena ha estado siempre muy ligada al mundo popular, de los trabajadores, de los pobres del campo y la ciudad, y en el caso de los partidos históricos de la clase obrera, han sido constituido por los propios trabajadores y los sectores populares, sin embargo a veces en la historia de Chile, los partidos, han tenido actitudes de vanguardia, de querer enseñar y propagar fuertemente especies de manuales de pensamiento y acción, más que contribuir a la sistematización del conocimiento del mundo popular. Actitud que los aleja de una mayor integración con los sectores sociales a los cuales deben aliarse. El marxismo, el leninismo u otros conocimientos son necesarios, pero deben acoplarse a las condiciones reales de acción y conocimiento popular de 500 años de resistencia a los dominadores.
En definitiva este articulo, quiere reflexionar sobre la importancia de la lucha teórica o conceptual en el Chile de hoy, que los sectores socialdemócratas y derechistas han logrado imponer una manera de ver el mundo y a los sectores populares. Que los partidos de la izquierda deben ser capaces, en un mundo de dificultades mayores que en el pasado, de poner nuevamente a la orden del día, muy presente en la conciencia y en el lenguaje de amplios capas, la historia y la realidad concreta del mundo popular, y paralelamente ir desarrollando formas cada vez más creativas y democráticas para colaborar a sistematizar el conocimiento y la acción política popular, para ponernos a su lado y nunca atrás y nunca adelante, ambas condiciones que significarán que no nos vean, que no nos acompañemos, para constituirnos en una gran fuerza social y política convergente y con capacidad de triunfar en lo teórico, en lo social y en lo político.
Hace algunos días escuchaba al Subcomandante Marcos por Internet, ya hacía dos años que no hablaba públicamente. Salió al aire para decirnos que no estaba de acuerdo con la concepción tradicional del poder, aquella que, en simplificadas palabras, entendía que la vanguardia o los partidos lúcidos mostraban el camino y generaban la conciencia de lo que los pobres debían hacer. Nos hablaba de que era posible aprender de aquellos que como los indígenas de Chiapas habían sabido resistir 500 años de dominación europea y mexicana y que esta resistencia era básicamente el continuar vivos, siendo indígenas en pleno México. Y que era posible ponerse a su lado, sólo eso.
Yo alguna vez afirmé en un foro discusión con Carmen Castillo Echeverría, que el drama de los populares siempre había sido que la pequeña burguesía ya sea de izquierda o de centro, construía el país o dirigía el país a su imagen y semejanza y no contemplaba la realidad del mundo popular, sus formas concretas de construir comunidad o sociedad. Era lo mismo de Marcos en otras palabras.
Hoy la inmensa mayoría de los líderes políticos concertacionistas y de derecha, en conjunto con los líderes empresariales y una pequeña burguesía tecnocrática aliada a estos poderes, quiere construir este país a imagen y semejanza de los valores propios, que no son sino los valores históricos de los dominadores. El esfuerzo personal, la responsabilidad individual, la lucha ya no comunitaria ni menos social, sino individual y máxime familiar, por el mejoramiento de la "calidad de vida", la mítica construcción armónica, en que los intereses contrapuestos entre clases o grupos sociales, no son más que pequeñas dificultades en el camino de los logros de cada uno.
Hoy los populares, su vida, la igualdad y la justicia social no son valores, la concepción de a cada cual según sus necesidades, a cada cual según sus capacidades, se ha trocado radicalmente por la igualdad de oportunidades, es decir a cada cual según la mejor actitud, o la actitud correcta para acceder a bienes y servicios en un mercado, en que a lo más hay que corregir la oferta, es decir mejorar algunas condiciones básicas de trabajo, ingreso y del sistema educativo y de salud pública, es decir, entregar herramientas para tener las capacidades óptimas para acceder a esos bienes y servicios.
Entre la la iluminada socialdemocracia de la igualdad de oportunidades y equidad y una derecha de libre mercado, se mueve hoy el vapuleado mundo popular, que se muestra en televisión como el espacio definitivo de la delincuencia, de la inseguridad y el tráfico de drogas y en el caso aún existente de la conciencia ultra derechista o propiamente fascista, como un espacio de seres infrahumanos, flojos, cazurros y aprovechadores.
El lenguaje de los dominantes sobre el mundo popular, de estas oligarquías políticas, económicas y tecnocráticas que no viven más que su propia realidad, en sus propios barrios muy alejados de los sectores populares y que se reproducen en sus lugares particulares de trabajo, salud, educación y consumo, va desde la falta de condiciones estructurales para acceder al mercado, a la falta de valores y actitudes de emprendimiento individual.
No es motivo de este artículo hacer un análisis económico de los resultados de la aplicación de los modelos. No por querer rehuir el tema, sino porque en definitiva, esta aplicación no ha resuelto el problema fundamental, de la existencia de clases sociales y amplias capas de la población subsumidas en la pobreza, en el trabajo precario, en ingresos mínimos familiares por decreto, ni siquiera acordes al ingreso mínimo establecido para salir de ella, en condiciones de ofertas de salud y educación estatal muy por debajo de lo que las clases y capas dominantes pueden acceder en el sistema privado, en definitiva en condiciones reales de existencia en donde la desigualdad y el esfuerzo personal o la mera subsidariedad estatal para vencerla, se consideran "naturales" y de ahí partimos.
Que complejo se nos hace a todos quienes creemos que efectivamente existe la realidad de los dominadores y dominados, el poder comunicar esto. Que complejo es hoy plantear, que a pesar de las condiciones extremadamente difíciles del mundo popular y en el que efectivamente se desarrollan estrategias de sobrevida ilegales o muchas veces aspiracionales acordes a los cantos de sirena de los dominadores, que es este mundo popular bombardeado por la burguesía y la pequeña burguesía, el que ha construido durante 500 años de dominación, valores y estrategias propias, cualitativamente distintas al dominador y que lo hace un sector social con identidad específica, que le ha permitido seguir existiendo, reafirmándose como un sector social real y que no se puede ser negado, en la forma de discursos que pretenden representarlos y solucionarle sus problemas, independientemente de ellos mismos y del conocimiento de su realidad concreta, más allá de los deseos de unos y otros.
Los valores de la solidaridad y de unidad del mundo popular, que se han expresado en la historia de Chile en acciones propias de emprendimiento, de lucha permanente contra la adversidad y contra los propios dominadores, tanto en las comunas, como en los lugares de trabajo, en las calles, en lo político y también desde la violencia popular, han ido configurando un proyecto propio, que aún no cristaliza, en gran medida por la falta de sistematización de la propuesta, por la falta de desarrollo interno de una ciencia política popular, como la ha manifestado largamente el historiador Gabriel Salazar.
Por otra parte, que necesario es plantear que los partidos de la izquierda consecuente, aprendamos más de las experiencias de la izquierda mundial, de aquellos que como Marcos se sitúan desde la humildad del que debe aprender de aquellos con quienes queremos avanzar en el mejoramiento radical de la vida.
La izquierda chilena ha estado siempre muy ligada al mundo popular, de los trabajadores, de los pobres del campo y la ciudad, y en el caso de los partidos históricos de la clase obrera, han sido constituido por los propios trabajadores y los sectores populares, sin embargo a veces en la historia de Chile, los partidos, han tenido actitudes de vanguardia, de querer enseñar y propagar fuertemente especies de manuales de pensamiento y acción, más que contribuir a la sistematización del conocimiento del mundo popular. Actitud que los aleja de una mayor integración con los sectores sociales a los cuales deben aliarse. El marxismo, el leninismo u otros conocimientos son necesarios, pero deben acoplarse a las condiciones reales de acción y conocimiento popular de 500 años de resistencia a los dominadores.
En definitiva este articulo, quiere reflexionar sobre la importancia de la lucha teórica o conceptual en el Chile de hoy, que los sectores socialdemócratas y derechistas han logrado imponer una manera de ver el mundo y a los sectores populares. Que los partidos de la izquierda deben ser capaces, en un mundo de dificultades mayores que en el pasado, de poner nuevamente a la orden del día, muy presente en la conciencia y en el lenguaje de amplios capas, la historia y la realidad concreta del mundo popular, y paralelamente ir desarrollando formas cada vez más creativas y democráticas para colaborar a sistematizar el conocimiento y la acción política popular, para ponernos a su lado y nunca atrás y nunca adelante, ambas condiciones que significarán que no nos vean, que no nos acompañemos, para constituirnos en una gran fuerza social y política convergente y con capacidad de triunfar en lo teórico, en lo social y en lo político.
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