x Fesal Chain
Como dice un artículista en este mismo blog, "...las revoluciones, como todo, avanzan, retroceden o mueren y los estancamientos son solo condiciones temporarias que preceden o suceden a cambios sustanciales". Bueno, ya es hora de determinar el estado de la lucha de clases en Chile, más allá de las propuestas programáticas, que ayudan a alguna acción, pero no la explican completamente.
Pero a la vez, para no aburrir, no haremos un análisis tan pormenorizado, que en buenas cuantas siempre es necesario realizarlo en colectivo y con una metodología muy rigurosa. Mi propuesta es partir de una idea básica.
¿La Revolución social tiene vigencia, después de la caída de los modelos en los 90 y en plena situación crítica de los que quedan, incluídos los nuevos como Bolivia y Venezuela?, situación crítica en el sentido de la conflictividad permanente en las sociedades mencionadas y de los ataques sistemáticos del capitalismo financiero.
En relación a los conflictos en las sociedades socialistas o que construyen el socialismo, realmente en la izquierda, en nuestra izquierda se ha desarrollado poco o nada el análisis revolucionario. Es decir, a qué se refiere el conflicto desde la perspectiva nuestra. ¿A la existencia permanente de los contrarevolucionarios, a la existencia de una falta de mecanismos democrático-revolucionarios al interior de los regímenes, para administrar las divergencias internas de destacamentos proletarios con distintas miradas de cómo construir la revolución. A la existencia de la lucha de clases producto de las dificultades de terminar con las diferencias económicas de ingreso de las distintas capas sociales, al interior de estas sociedades. A la existencia de aparatos político militares que se superponen a las masas trabajadoras y nos las permean y no se permean por las masas?
En relación a los ataque sistemáticos del capital financiero global, se ha realizado un análisis mucho más detallado y completo, acaso porque ya en los inicios de nuestra historia, Lenin fijo los criterios básicos en su obra, El imperialismo fase superior del Capitalismo.
Pero la cuestión es intentar re-descubrir si la revolución social y política es posible, aunque no esté a la orden del día, es decir si es posible construir un camino de masas que nos permita en definitiva hacer la revolución social y política en los proximos años y no subsumirnos en la socialdemocracia y la reforma, aún cuando siempre trabajemos por la profundización democrática.
La revolución chilena es posible, esa es mi mirada. Es posible, no meramente por los consabidos análisis de que existen las condiciones de explotación y super explotación en un capitalismo financiero improductivo y en un país dependiente del capitalismo global. No solamente por que exista un bloque social de al menos 3 millones y medio de personas absolutamente refractarios al modelo. Es posible porque las revoluciones son parte de la historia de la humanidad indefectiblemente, son parte del proceso histórico real y no hay fin de la historia.
Pero a la vez, no podemos afirmarnos en el mecanisismo de la historia, las revoluciones son posibles si los partidos y movimientos de la izquierda se proponen hacerla y convocar a las masas para realizarla y se proponen acciones eficientes y eficaces con una mirada nueva. Fidel Castro y el M26 ya nos indicaron un camino, en el sentido que que los destacamentos revolucionarios, supieron ver donde estaban las masas realmente y salirse de la lógica imperante en la Cuba pre-revolucionaria, ya a esas alturas totalmente agotada.
Y no se trata de un llamamiento a la lucha armada, eso es una lectura muy burda. Se trata de un llamamiento a descubrir lo que está agotado y el talón de aquiles del modelo político-económico y social imperante y descubrir donde estan las masas realmente y que podemos hacer nuevo, total y absolutamente nuevo, pero que nace de nuestra historia, de nuestras experiencias de triunfo y de fracasos, que nace de lo viejo.
Que hoy no hay deseo revolucionario o que la derecha y la socialdemocracia dominan, son datos, es decir conforman la realidad sobre la que es necesario operar, pero ello no significa que la realidad sea sólo aquella. Es parte importante, es parte dominante, pero no toda la realidad. Los dominados, todos nosotros, los que formamos parte de la historia social del pueblo y de la izquierda existimos y de una manera u otra, vamos, como se dice al principio del artículo avanzando, retrocediendo o muriendo y los estancamientos son solo condiciones temporarias que preceden o suceden a cambios sustanciales.
Así que la pregunta es simple y dejemos ya los estados emocionales de la tremeda derrota del 73. O los estados maníacos de triunfalismos, que nada ayudan a mirar la realidad externa/interna de frente. En qué fase estamos, si avanzamos, retrocedemos o estamos estancados. Hay algunos indicadores muy claros, que si bien no son completamente válidos nos muestran al menos un dibujo del estado actual de las cosas.
La izquierda histórica y revolucionaria en 1973 era el 50% de la sociedad. Hoy somos el 5%. Esa es la realidad. Con respecto a 1973 hemos retrocedido enormemente. Bajo el puente de la historia han pasado las aguas negras del golpe de estado, de las caídas de los socialismos reales, y de la nueva forma del capital financiero y su dominio y seducción sobre las masas.
También es un dato que hemos crecido en el período de la llamada transición. Comenzamos siendo un 3,5 % luego un 4,5, un 5.4 % y hemos llegado en las mejores condiciones al 9%. Estancamiento y crecimiento relativo.
Pero esos son datos de la causa. Hay un tremendo grupo social refractario al modelo y fuera de los procesos eleccionarios que suma 3 millones de personas, no son progresistas o revolucionarios todos, pero son jóvenes y del mundo obrero y de los pobres del campo y de la ciudad y de una clase media empobrecida y están abiertamente cansados de la persistente injusticia social y exclusión construida bajo la Concertación. A tal punto que ya no quieren participar, están en la desesperanza.
Ese es el estado de la lucha actual y el talón de aquiles de la democracia socialdemócrata y burguesa. Del 100% de aquellos que votan, existe en promedio, un 95 % de la población alineada entre la socialdemocracia y la derecha y un 5% en la izquierda histórica y revolucionaria. Sin embargo hay tres millones de personas que hoy no están en el padrón electoral y que son una fuerza social del 37%, es decir identica a la fuerza electoral de la derecha, y muy superior a nuestras fuerzas, por ejemplo.
Miradas las cosas con un padrón real de 11 millones 200 mil personas, que así debería ser,la Concertación realmente es un 33%, la derecha un 35%, la izquierda extraparlamentaria un 5,% y los refractarios al sistema un 27%.
No es dificil plantearse que para la Izquierda, ese es el grupo social al que debemos convocar, y nos andar dándonos vuelta en el padrón restringido, sacando votación o apoyo de lo demás bloques. Eso no es nuevo, no es una mirada creativa. Y puesto que los procesos revolucionarios se hacen junto a las masas y especialmente aquellas excluídas y desesperanzadas, no será posible ningun tipo de cambio radical si no somos capaces de seducir y ser alternativa al 5% que hoy confía en nosotros y a ese 27% que no confía en nadie. Y esto no tiene nada que ver con realizar o no el Pacto o acuerdo por omisión o el apoyo eventual a la concertación en segundas vueltas. Eso en una situación de estancamiento de la izquierda, es para parar a la derecha, pero parar a la derecha para crecer nosotros y ganarnos a la masa insatisfecha, ese es el camino, combinar las tácticas para crecer como alternativa de gobierno y de cambios radicales al modelo.
Si logramos seducir a esa gran masa recién estaremos en los niveles de lo que fue la izquierda chilena en 1970, es decir del orden del 32% al 36% del total de la población con derecho a voto.
A mi juicio, mucho más allá de tema electoral, debemos ser capaces de convocar al menos a este 30% de la población chilena que es crítica, de izquierda y que quiere o podría estar en disposición nuevamente de luchar por un proceso de revolución social y política, más allá de sus formas.
Si no lo hacemos, la revolución social y política, que es posible de realizar y necesaria, no será más que una quimera. Cuando debamos hacer un balance y asumir responsabilidades tendremos que evaluar las acciones, según estos datos básicos también y no solamente en relación a los objetivos de corto plazo de congresos o plenos o de combates de coyuntura. No se avanza de coyuntura en coyuntura solamente.
Es decir, no podemos solamente evaluarnos por lo que hacemos bien o mal con respecto a los objetivos del período, sino que debemos hacer balances con respecto al objetivo de convocar al menos al tercio de la población para comenzar a ser posibilidad de gobierno popular y poner en marcha un proceso revolucionario.
Si no lo hacemos así, de seguro nos estancaremos o retroceremos a niveles ininmaginables y nunca podremos ser gobierno ni alternativa de cambios profundos.
Esta mirada es la que creo puede ser un aporte a nuestro camino, porque también y dejémosnos de sutilezas o temores de vez en cuando, no se trata, por lo menos para mí, de estar criticando lo construido permanentemente, sino dotando de miradas convergentes a lo que se hace hoy, porque la unidad de los revolucionarios es primordial. Pero somos comunistas y revolucionarios porque somos capaces de ser críticos, autocríticos y debatir y construir desde la diversidad de miradas que construyen la unidad.
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