x Fesal Chain
Ya lo decía Gabriel Salazar Premio Nacional de Historia, en plena década de los 90, que el gobierno de la concertación, no era más que un experimento liberal-populista, es decir, un gobierno que gestionaría las políticas públicas en el marco del modelo neoliberal de la dictadura pinochetista, tratando de descomprimir o disminuir los bolsones de pobreza heredados, sin tocar en esencia el modelo mismo.
Los tecnócratas, funcionarios y economistas del régimen social burgués, se ponen muy molestos cuando se les dice esto. Ellos nos tratan de seducir con un descubrimiento "nuevo" el original modelo de desarrollo con equidad. Esto es, libre mercado, ampliación o aumento del gasto social dentro de los marcos de los equilibrios macro económicos y posterior focalización del gasto público. Es decir, Estado subsidiario con, si se puede decir de este modo, vocación social.
Frente a la crítica, cual totalitario funcionario, nos responden que cúal modelo es mejor, que no hay alternativa. Bueno al decir de Lenin, cuando tengamos el poder nos preocuparemos de eso. Como ellos han ido experimentando a lo largo de su años en el poder, con la diferencia clara, que han experimentado girando hacia el mundo empresarial y a la derecha.
Por otra parte, y esto es un mínimo signo, a los funerales de Gladys Marín y al de Volodia Teitelboim, fueron los más altos dignatarios del régimen, el Ejecutivo incluído, era risible, y daba un poco de verguenza ajena, ver a Ricardo Lagos y a Michelle Bachelet, puño en alto, cantando la Internacional.
A decir de Celia Hart, se parecían algo a "esa izquierda que hace que tratemos de plegar los ímpetus radicales de nuestros pueblos con tiernas palmaditas en la espalda, para apoyar a la primera organización que hable “mal del imperialismo” y como en un buscador de INTERNET “hable bien de Cuba, de Venezuela y mal de Bush” ¡Perfecto! Una vez hecho eso, nos podemos sentar a descansar".
Algo, no totalmente. Porque en el sentido de la frase de Celia, el sandinismo actual se parece bastante más a esa caricatura (con su alianza estrégica con Arnoldo Alemán) y lo más probable es que terminará en una deformación aún mayor, pareciéndose a los gobiernos de la concertación. Al respecto, muchos izquierdistas, que efectivamente sí hicieron la revolución, hoy no miran con malos ojos el modelo concertacionista, acaso porque lo ven como un experimento exitoso, en especial en cuanto ha podido mantener la gobernabilidad, es decir, que la derecha y el imperialismo no pateén el tablero de un democracia restringida.
Bueno, no es difícil hacer esto, cuando uno administra el modelo de la derecha, le permite a los grupos económicos ganar miles de millones de dólares al año, basándose en la superexplotación del trabajo y como si esto fuera poco, dándole una sobrerepresentación en el parlamento de al menos un 15% más de la votación real. Así, cualquiera mantiene la gobernabilidad. Mas bien se parece a la típica política de renunciación a los propios valores y objetivos, de traición populista al pueblo que se dice representar y de obnubilación con los conocimientos técnicos de la economía neo-monetarista. Por eso es que los cuadros jóvenes de la concertación, viajan en masa a USA a estudiar con los mismos economistas que estudiaron los jóvenes pinochetistas en las décadas del 70 y 80.
En el fondo y en la forma Celia Hart, en sus distintos artículos y el Subcomandante Marcos, tienen razón, la socialdemocratización de la izquierda y su institucionalización, no es ni mucho menos, la via chilena al socialismo de Allende, sino su claudicación y se sitúa muy lejos claro está, de cualquier revolución popular armada de los últimos 90 años. La socialdemocratización de la izquierda, su institucionalización dentro de los marcos del capitalismo neoliberal y de la democracia representativa, ha sido en definitiva la derechización de ésta, como administradora del modelo de la derecha, como guardián de los intereses de los grupos económicos y las transnacionales y como freno ideológico y práctico de las fuerzas populares en la construcción de la nación y del estado.
Si no es creible el análisis, por considerarse demasiado implacable o radical, los invito a observar detenidamente el proceso boliviano, día día, que si bien es en definitiva una Revolución política y social, con características pacíficas propias de la cultura del diálogo del mundo índigena, la aceptación de la intromisión del modelo concertacionista de diálogo con el fascismo racista de la media luna, y freno al pueblo armado, harán que el modelo primigenio de Morales y los movimientos sociales campesinos y la clase obrera, se desdibuje tanto, que terminará pareciéndose al modelo concertacionista y al modelo del sandinismo rosa. Es cuestión de tiempo.
Así, la derrota de Morales no se verá como tal, sino como un triunfo del diálogo. Es el mismo mecanismo que usa la izquierda institucional para seguir viéndose de izquierda, con discursos populistas y puños en alto en los funerales de los líderes consecuentes, pero con prácticas neoliberales y en lo posible con sistemáticas represiones focalizadas en el seno del pueblo pobre, no visibles al público. Al respecto es cuestión de observar los movimientos de Felipe Harboe, como funcionario represor del régimen sociádemócrata chileno y la nueva estrategia de pacificación de la araucanía.
Porque en definitiva, los medios por los cuales se construyen los procesos y modelos, a diferencia de lo que se pensaba en la década de los 70, son directamente proporcionales a los objetivos de los procesos y lo que es más grave, directamente proporcionales a los logros, especialmente en relación a la construcción de una economía social y al poder de los oprimidos como democracia popular.
Así hoy se dibuja una nueva estrategia de la derecha y la neoderecha izquierdizante, contra la izquierda y el pueblo, el diálogo, la negociación, el freno a las energías populares y la represión selectiva, para destruir de manera elegante y con menos costos en vidas, las nuevas revoluciones latinoamericanas, cuidado, que anda el lobo con piel de oveja parlamentando.
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