domingo, 23 de noviembre de 2008

El traje nuevo del emperador

Por Pía Montalva / La Nación
Puntada sin hilo


"Toma toda una vida llegar a ser un hombre universal". La frase pertenece a Ricardo Lagos. Abre el texto que escribe y publica en homenaje a los ochenta años del escritor mexicano Carlos Fuentes, luego de informar que no seguirá deshojando margaritas porque, ahora sí, está disponible para competir por la Concertación en las próximas elecciones presidenciales. Según la propia definición de Lagos la universalidad no se busca, simplemente llega. Ocurre cuando se ha llevado una existencia cosmopolita que se forja residiendo en lugares diversos y cultivando una identidad no excluyente.

El esperado anuncio no se emite en la provincia. Al igual que los niños encargados a la cigüeña por nuestras abuelas o los últimos gritos de la moda, que dieron que hablar durante casi todo el siglo XX, la novedad llega directamente desde París. Más específicamente, proviene de un café ubicado en el barrio Trocadero, cerca de la Tour Eiffel, símbolo universal de progreso, erigido cien años después de la revolución francesa, con ocasión de la también universal Exposición de 1889. Es la siutiquería PPD que de un tiempo a esta parte rodea al candidato.

Hubo una época en que "don Ricardo" se vanagloriaba de sus orígenes mesocráticos y de una cultura familiar marcada por la sencillez. A nadie se le habría ocurrido formular gratuitamente juicios estéticos sobre su look o mencionar la marca de sus trajes. Porque los espléndidos ternos Andreoli, hechos a medida con los mejores materiales italianos, apenas se dejaban ver. El cuerpo investido, el poder, el proyecto político emergían indiferenciadamente. Como el mejor de los sastres, Lagos conocía y manipulaba a la perfección cada detalle de su indumentaria. Nada de asesores de imagen. Puro instinto. El resultado generaba un efecto tan potente que le creíamos el cuento ese de que encarnaba la República. Particularmente cuando vestía de azul. Austero y todo, a pesar de su antigua filiación radical, el hombre se cuidaba del negro funcionario.

En estos días Ricardo Froilán Lagos Escobar, el "Presidente fundador", estrena inéditos e invisibles ropajes. Imitando al emperador de Andersen encabeza una procesión con la complicidad de su tienda política que insiste en perfilarlo como un líder internacionalizado, capaz de generar "ideas y actitudes nuevas". Los trajes Andreoli han sido despojados de su condición de fetiches, superados entre otras cosas por el nada glamoroso Transantiago. Por eso el pueblo no para de cuchichear: "Pero si va desnudo".

No hay comentarios: