jueves, 6 de noviembre de 2008

Los de arriba y los de abajo


x Fesal Chain, Sociólogo

Ya se ha escrito suficiente sobre la limitadísima legitimidad de las instituciones de la democracia excluyente y la baja participación popular en la elección de representantes. Prácticamente la mitad de los ciudadanos con derecho a voto, no participan del proceso electoral. Además hoy podemos observar como los distintos bloques políticos y partidos se van quebrando y aquellos disidentes de cada conglomerado, han terminado por retirarse de sus partidos de origen y han formado nuevos partidos y movimientos. 

La concertación ha tenido al menos tres grandes quiebres, la salida de una parte importante de sus militantes, los "colorines" de la DC, de un sector del PPD representados por Schaulson y Flores y ahora el retiro del Alejandro Navarro y cerca de 135 militantes del PS.

Más allá de las consecuencias electorales del resquebrajamiento de la concertación y del inminente triunfo de la derecha en las elecciones presidenciales y parlamentarias próximas, lo que se está fraguando a grandes trancos, es una crisis profunda de la dirección política del sistema de dominación democrático capitalista de la sociedad chilena.

En el caso del partido comunista, por mucho que sus dirigentes lo nieguen o quieran tapar el sol con un dedo, está sucediendo lo mismo, con menos impacto político y social , dado, por una parte el modo de conducción comunista, que tiende a esconder sus crisis internas hasta que se hacen evidentes, como por su escasa representación y dirección social. Hoy hay una importante masa de militantes comunistas de base que han constituido incluso una coordinadora de comunas que son oposición interna a la débil conducción de Teillier y Carmona.

La cuestión que importa es la forma de resolución de esta crisis de dirección política de la democracia capitalista. Hacer prospectiva es difícil siempre, pero en el caso de la sociedad chilena es aún más difícil dado su arraigada y rígida estructura institucional y una larga inmovilidad social y política de los de abajo. 

La manera clásica de observar y analizar, es que cuando los de arriba se quiebran, los de abajo pueden incidir en los procesos políticos y sociales. Sin embargo aun falta un largo camino de reordenamiento de los distintos destacamentos, para en primer lugar definir de manera más exacta quienes están arriba y quienes no.

Porque la política chilena hace mucho tiempo que sólo se estructura desde arriba. Hoy todos los destacamentos están o tienden a estar arriba. Desde la UDI hasta el PC. Y ese es uno de los dramas históricos de la política y de lo social en el Chile post dictadura.

Así como se ha ido ordenando el escenario político, lo más probable es que la totalidad de los destacamentos sólo se conformen y se estructuren en las alturas. La concertación y la derecha ya están allí simultáneamente desde hace 20 años, la izquierda extra parlamentaria llegará al estado en este período eleccionario y lo grupos, movimientos y partidos que se han desgajado de los bloques en el poder estatal, también se reordenaran desde arriba. Es decir en la negociación y acción política institucional.

No hay en Chile hoy, ningún partido o movimiento político de envergadura, que realice política de masas, en los territorios sociales, como forma de organización, acompañamiento y dirección del mundo popular, excluido de los procesos de modernización capitalista. Las elecciones municipales o la presencia de los destacamentos en las comunas son una mera reproducción del sistema representativo parlamentario y presidencial. 

No existe desde hace 35 años en Chile ningún proceso de empoderamiento popular y de construcción de micropoderes y de un poder dual capaz de frenar a los de arriba en su acciones tradicionales y ser alternativa en sus quiebres, que por lo visto son meramente superestructurales o de escaramuzas entre destacamentos más o menos conformes con el sistema político y económico imperante y su manera de conducción. 

Pero tal como lo indicaba, la forma de resolución es lo que importa. Si por una parte no existen partidos o movimientos con vocación y voluntad política de organización de los de abajo, más que para convocarlos a eventos de elección de representantes, por otra parte la capacidad de organización de la sociedad civil y específicamente de la sociedad civil popular, como poderes antiestatales es de bajísima intensidad. Siempre lo es, en tanto son múltiples micropoderes con bajo impacto, pero actualmente además, hay una especie de detención de la potencia de estos, tanto en su niveles de asociatividad como de acción directa en las comunas frente a situaciones de base generadoras de conflicto. Dicho de otro modo, el pueblo y sólo una parte minoritaria, solamente participa de las elecciones y sus conflictos hoy los asume como una cuestión individual y no comunitaria o de clase. 

Las agrupaciones de los de abajo y el continuo de agrupaciones que se podrían generar a partir de conflictos sectoriales con el poder estatal-financiero, está en ciernes, por una cuestión de avance cultural del modelo liberal sobre el pueblo y en tanto la crisis de representación del modelo económico social aún no arrastra al modelo completo. Es decir la crisis de representación y conducción del sistema capitalista, no ha generado una crisis de la economía neoliberal y de su política representativa e ideología individualista.

Si el modelo neoliberal está en crisis hoy, es más por efecto de la crisis hipotecaria subprime, que por efecto de las altas tasas de desigualdad y concentración capitalista y de la incapacidad de sus destacamentos.

Ahora bien, si en definitiva el pueblo pobre esta abandonado a su suerte, dado que la totalidad de los destacamentos opera sólo arriba y por otra parte, éste mismo no ha generado una organización y modos de hacer política propia, existe entonces una oportunidad enorme para comenzar a trabajar en esa perspectiva. 

El trabajo social y político con y desde el mundo popular tiene una oportunidad histórica, como tantas veces se ha dado en la historia de Chile, hoy más que por la crisis del modelo capitalista y de su conducción y que por los avances de la izquierda en una propuesta programática autónoma y de unidad política y social del pueblo, por abandono definitiva de ésta de un proyecto socialista y del propio pueblo, frente a un sistema democapitalista que aún logra administrar sus crisis. 

Tanto los destacamentos de la concertación y el propio partido comunista lo saben y apuestan a una ampliación del sistema representativo, vía pactos por omisión, y las reformas al sistema electoral binominal y de inscripción voluntaria. Estas reformas podrán atenuar la crisis de representación, pero nunca podrán impedir la organización social y política de los de abajo como micropoderes autónomos capaces de movilizarse y plantear propuestas políticas populares propias.

Una izquierda revolucionaria en rearme que cree en la constitución del poder de los abajo y en un socialismo de nuevo cuño para el siglo XXI, tiene la posibilidad de trabajar larga y arduamente junto al pueblo, mientras los de arriba se entretienen en su juegos políticos de reforma y de cooptación del estado. 

De destacamentos y direcciones sin aspiración al éxito burgués y pequeño burgués dominante, de militantes de lo social y sobretodo del propio pueblo abandonado a su suerte, depende la construcción de  los movimientos sociales capaces de ejecutar su micropoder y un poder dual al sistema de dominación en su conjunto. Hoy la última palabra no está dicha.

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