X Fesal Chain
Porque digan lo que digan yo soy libre de pensar.
Hasta cuando ya de abusos, es el tiempo de cambiar.
Porque basta de miserias voy a decir que no.
Porque quiero que florezca mi manera de pensar,
Porque creo que mi Patria necesita dignidad.
El advenimiento de la ultra derecha pinochetista,travestida en demócrata, no es la alegría que viene, ningún hombre y mujer de izquierda podría pensarlo. Pero tampoco fue la alegría el advenimiento del sectarismo y la corrupción concertacionista durante estos 20 años. A veces pienso que ya basta de escribir con mano propia algunas ideas, que sería una verdadera luz en las conciencias que cada uno de los chilenos y chilenas que han dicho que No al concertacionismo, pudieran escribir su experiencia de vida en estos 20 años, la sumatoria de injusticias y marginaciones que han sufrido bajo la dominación democrática de socialistas renovados y cristianos.
Que María escribiera cómo trataron de involucrarla en el diseño y aplicación de proyectos sobre pagados, para que "voluntariamente" traspasará recursos a los mismos que le pagaban, y así contribuir a las campañas de los preclaros líderes democráticos del futuro. Que Juan escribiera sobre las presiones sufridas en algún municipio para "otorgar" licitaciones a "empresas amigas". Que José de pluma y letra propia, nos contara cómo fue marginado de trabajos por ser demasiado critico de políticas, programas y proyectos mal hechos y mandatados por el nivel central. Que Eduardo y Ana nos dijeran como fueron postergados en su desarrollo personal y laboral, porque otros y otras sin capacidades y por mera pertenencia familiar, amistad y pitutocracia con los jefes de partidos, ocuparon los puestos que por mérito y vocación democrática, les correspondían a ellos en el aparato estatal. Que Gonzalo y Raquel nos dijeran como golpearon las puertas de los Fondos Culturales durante décadas, para encontrarse una y otra vez año tras año, con los mismos nombres en los listados de ganadores, la verdadera puerta giratoria del tráfico de influencias.
Que los pobladores de las casas sociales nos contaran las noches y madrugadas de inundaciones y penurias, porque los techos y paredes de sus casas nuevas fueron mal hechas, para ahorrar materiales y maximizar utilidades. Que los campesinos del Valle del Itata o de otros valles nos dijeran cómo postularon a fondos, si para hacerlo, debían ocupar computadores e Internet y en sus casas no los tenían, ni conocían el lenguaje informático. Que los obreros agrícolas, pesqueros, forestales o los trabajadores del retail y de las ventas, nos relataran cómo los trataron y tratan en la pega, y cuanto les pagaron y pagan hoy en los grandes mall o en los hipermercados o en las empresas exportadoras, donde los dueños son amigos y compadres de Ministros y Presidentes y cortan cintas juntos en las inauguraciones de los grandes negocios que prosperan.
Que los más pobres de la ciudad nos digan como quedaron viviendo cuando las mega carreteras pasaron paralelas y raudas por los patios de atrás o los antejardínes de sus casas, y cómo lo hicieron para pasar de un lado a otro o para ir a jugar a la plaza que quedó abandonada a metros y metros del asfalto. Que los jóvenes de las poblaciones nos dijeran qué hicieron cuando la cesantía en su segmento etáreo triplicó la cesantía nacional, si las drogas o el microtráfico fueron en realidad un negocio "demoníaco" o probablemente lo único que quedaba para parar la olla. Son tantas voces que están mudas, que no se pueden expresar realmente.
Que los vecinos y vecinas de Quinta Normal, Cerro Navia, La Granja, La Pintana, San Bernardo, nos cuenten si más allá de ciertas modernizaciones en los consultorios, tuvieron suficientes médicos y remedios para ser atendidos como se atienden los personeros de la concertación en la Clínica Alemana o en la Clínica Las Condes. Que los niños de las comunas periféricas nos digan si aprendieron inglés o si los computadores y bibliotecas en las escuelas y liceos hicieron una gran diferencia, para que así la gran mayoría de ellos entrara a la Universidad Católica o a la Universidad de Chile a estudiar Ingenierías , Ciencias Básicas, y cómo coparon la educación superior y técnico profesional y viajaron a Harvard, Yale, Chicago, el MIT, junto a los hijos de los personeros concertacionistas durante estos últimos 20 años. En fin, son tantas las historias que necesitamos.
Que los mapuche y especialmente los niños, nos relaten cuánto duele un perdigón en los muslos o si tuvieron miedo cuando los pacos entraron a sus casas a buscar al papá o si les dio rabia cuando les amarraron con alambre a la machi de la comunidad, cerca, cerquita de la escuela.
Que nos diga la mujer de Rodrigo Cisternas como murió su marido y porque luchó como lo hizo, o que nos cuenten los presos políticos si han sido justos con ellos, si han cumplido las penas que corresponden, sino son el chivo expiatorios o sujetos de la venganza de los mismos que ayer nos mataron y torturaron y que hoy se pasean por el Congreso y los palacios, de la mano de los nuevos socialistas y cristianos.
Que nos cuenten los hijos y nietos de los detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y torturados y los mismos torturados, si son ciudadanos felices porque se ha hecho verdad y plena justicia con sus familiares. Que nos cuenten los hombres y mujeres de ayer, que lucharon contra la dictadura mano a mano con aquellos que hoy se auto proclaman líderes, si han sido rechazados incluso en el saludo por estos prohombres y mujeres que dirigen los sagrados destinos de la patria, si como se dice en Chile, les echaron la desconocida y miraron para el lado. Son tantas historias. Que Roberto nos diga si cuando cometió errores o trastabilló por la vida, sus compañeros y amigos le echaron una mano, le dijeron levántate y le ofrecieron oportunidades, quizás como una única respuesta ética a los esfuerzo de ayer, a las maletas escondidas de ayer, al cobijo en su casa cuando eran perseguidos y humillados. Son tantas historias, podría armarse con ellas un libro, varios tomos, acaso una enciclopedia. En fin.
Así que aunque suene duro, sin odio, sin violencia, con el poder de un lápiz, que se vayan. A pesar de que nos gobernarán prácticamente los mismos que ayer nos hicieran sufrir tanto como Patria y como seres humanos, que se vayan ellos,los corruptos y sectarios.Y la alegría vendrá de algún modo. Que se vayan los que monopolizaron las esperanzas de un pueblo por hacer de Chile un país más fraterno, más igualitario, con mayores grados de libertad, de justicia y de verdad y que han traicionado esas esperanzas con su prepotencia, con su ceguera y sordera cognitiva, con su mediocridad y arribismo, que salgan por la ventana de la patria y del Palacio de La moneda, en vez de salir airosos, reconocidos y vibrantes por la gran puerta de la dignidad, de la ética y del reconocimiento de todo un pueblo.
Que se vayan, que se sepa que no han sido más que una mascarada de libertad, una mascarada de igualdad, una mascarada de fraternidad, que se vayan los que no tuvieron un ápice de consideración y solidaridad con los marginados y pobres y con quienes fuimos críticos y que sólo quisimos aportar con nuestra voluntad e inteligencia a lo que pensamos sería la gran reconstrucción democrática para el pueblo.
Que se vayan y nos nos chantajeen con que vendrá el lobo, la derecha bárbara y homicida, que se vayan de una vez, que sepan que el pueblo no es tonto y que tiene dignidad y que sabe muy bien cuando la traición, venga de donde venga pretende imponerse, travestida de humanismo y buenas intenciones, que se vayan, que vuelvan aquí a la sociedad civil, a las calles y pasajes de la patria, que serán juzgados y tratados como juzgaron y trataron a tantos, y ahí recién cuando volvamos a ser iguales, veremos si podemos caminar juntos de nuevo.
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