X Fesal Chain
La lucha política es la lucha por el poder. El poder es una relación, se toma o se otorga, no se pide, ni se negocia, ni se mendiga. La izquierda histórica chilena, alguna vez tuvo el gobierno, pero jamás tuvo el poder. Y no es una mera cuestión de la falta de eficacia y eficiencia en la administración del Estado o en la seducción de las masas y de la hegemonía del propio proyecto sobre la sociedad en su conjunto. Es eso, pero sobre todo, la nula vocación de poder de dicha izquierda.Cuando gobernó, tuvo excesivo cuidado en respetar al enemigo sedicioso, y luego que fue avasallada por el pinochetismo, si bien fue capaz de organizarse y dotarse de cierto instrumental para resistir,fue derrotada tanto en el plano político como en el militar y teórico.
Cuando se hacen balances y se responsabiliza a todos los destacamentos y estrategias por igual, es la mejor manera de reafirmar que todos tuvieron una proporción de la culpa, así que nadie la tuvo. No es cierto. Hubo al menos dos izquierdas que hicieron todo lo posible, bien o mal, pero lo hicieron, para desplegar sus ganas de combate y su vocación de poder sobre el pinochetismo y sobre las erradas estrategias socialdemócratas. El MIR y el Partido Comunista de la Rebelión Popular de Masas. Es cierto, los destacamentos fueron diezmados, fueron derrotados, pero al menos en una guerra donde se jugaba el poder verdadero. Quién dice que acaso no era ese y sigue siendo, el primer gran paso de la historia futura.
Y no es realismo mágico y locura. Ahí están los tupamaros, cayeron una y otra vez, pero jamás les expropiaron lo más sagrado, su deseo de cambios radicales y su vocación de poder. Por eso hoy gobiernan Uruguay. Algunos podrán decir que se han social democratizado o que la calidad y cantidad de los cambios que levantan no se condicen con la propuesta socialista original. Muy bien, pero al menos están en el poder y acaso son dueños de justamente modular sus propuestas y no que otros hagan las suyas y los excluyan o les den una miserable porción o migajas de influencias en la sociedad uruguaya.
Acabo de encontrar algunas llaves, son llaves antiguas, de bronce y cobre, pero al parecer en pleno trabajo manual también existen las intuiciones clarificadoras y las epifanías políticas. No es solamente una cuestión de que el pueblo movilizado, el movimiento popular y ciudadano empuje el estado actual de cosas para que cristalicen los cambios. También es así y es la fuerza social estructurada el pivote de todo proceso revolucionario. Pero es innegable que requerimos con urgencia una izquierda que construya su poder, en el cuerpo y en la mente de su propio despliegue. No necesitamos una izquierda pusilánime, una izquierda víctima de la historia, una izquierda que anda pidiendo por favor, para sentarse en la mesa del pellejo del poder liberal. Necesitamos una izquierda nueva. Necesitamos una izquierda que aprenda que avanzará y triunfará sólo con el poder que proviene de las propias convicciones y de su íntima relación con una fuerza social que confíe y se sienta segura de que tiene al frente, al lado y alrededor destacamentos y organizaciones políticas fuertes, sin melindres y abandonos de si mismas. Que desean gobernar junto a las mayorías y desean ante todo, el propio poder y de aquellos que siempre han estado excluidos social mente de las relaciones de inmensos y elitistas privilegios.
No tenemos una izquierda que construya su poder y a la vez no hemos acostumbrado demasiado a ser epifenómenos de una cultura llorona. Así tampoco construimos nuestro poder personal y de los grupos y clases subalternas a las que pertenecemos. Preferimos andar liberando la pena que nos da el ser incapaces de construir ese poder, o los más mediocres y sin ética, prefieren convertir el discurso y la práctica de construcción de sí mismos como seres autónomos, en peticiones arrastradas de prebendas y recursos otorgados tristemente por el enemigo o el adversario.
Es simple, tú, la izquierda, construye tu poder, levántate como no lo hiciste nunca, entiende que tus debilidades y limitaciones son las fortalezas y el dominio que ejerce el otro sobre ti, entiende que tu llanto y tu victimización es la oportunidad del futuro histórico del que te domina. Es simple, la verdadera izquierda, con orgullo, con flexibilidad pero sobre todo con dureza y claridad debe construir su poder. Decir que no a los cantos de sirena de la concertación y de aquellos que se han vuelto sus cómplices. No titubear, no acceder al favor estatal, no ceder a las presiones y a los chantajes, no dejarse amilanar por supuestos amigos, que no son sino y sobre todo enemigos del pueblo pobre y nada más que sus cancerberos.
Construye tu poder, deja de llorar, deja de ceder, construye tu poder y cuando te veas en el espejo de la historia y veas a los destacamentos de la izquierda que tu has construido a imagen y semejanza de lo que has logrado hacer y ser,entonces sigue el camino del abanderado, sigue el camino a sangre y fuego de quien sabes es tu hermano y tu amigo, tu propio camino. Ese día, será el primer día de la nueva tierra y del sol verdadero, será el primer día de tu larga victoria y de nuestras banderas, flameando libres, iguales, fraternas y alegres.
Cuando se hacen balances y se responsabiliza a todos los destacamentos y estrategias por igual, es la mejor manera de reafirmar que todos tuvieron una proporción de la culpa, así que nadie la tuvo. No es cierto. Hubo al menos dos izquierdas que hicieron todo lo posible, bien o mal, pero lo hicieron, para desplegar sus ganas de combate y su vocación de poder sobre el pinochetismo y sobre las erradas estrategias socialdemócratas. El MIR y el Partido Comunista de la Rebelión Popular de Masas. Es cierto, los destacamentos fueron diezmados, fueron derrotados, pero al menos en una guerra donde se jugaba el poder verdadero. Quién dice que acaso no era ese y sigue siendo, el primer gran paso de la historia futura.
Y no es realismo mágico y locura. Ahí están los tupamaros, cayeron una y otra vez, pero jamás les expropiaron lo más sagrado, su deseo de cambios radicales y su vocación de poder. Por eso hoy gobiernan Uruguay. Algunos podrán decir que se han social democratizado o que la calidad y cantidad de los cambios que levantan no se condicen con la propuesta socialista original. Muy bien, pero al menos están en el poder y acaso son dueños de justamente modular sus propuestas y no que otros hagan las suyas y los excluyan o les den una miserable porción o migajas de influencias en la sociedad uruguaya.
Acabo de encontrar algunas llaves, son llaves antiguas, de bronce y cobre, pero al parecer en pleno trabajo manual también existen las intuiciones clarificadoras y las epifanías políticas. No es solamente una cuestión de que el pueblo movilizado, el movimiento popular y ciudadano empuje el estado actual de cosas para que cristalicen los cambios. También es así y es la fuerza social estructurada el pivote de todo proceso revolucionario. Pero es innegable que requerimos con urgencia una izquierda que construya su poder, en el cuerpo y en la mente de su propio despliegue. No necesitamos una izquierda pusilánime, una izquierda víctima de la historia, una izquierda que anda pidiendo por favor, para sentarse en la mesa del pellejo del poder liberal. Necesitamos una izquierda nueva. Necesitamos una izquierda que aprenda que avanzará y triunfará sólo con el poder que proviene de las propias convicciones y de su íntima relación con una fuerza social que confíe y se sienta segura de que tiene al frente, al lado y alrededor destacamentos y organizaciones políticas fuertes, sin melindres y abandonos de si mismas. Que desean gobernar junto a las mayorías y desean ante todo, el propio poder y de aquellos que siempre han estado excluidos social mente de las relaciones de inmensos y elitistas privilegios.
No tenemos una izquierda que construya su poder y a la vez no hemos acostumbrado demasiado a ser epifenómenos de una cultura llorona. Así tampoco construimos nuestro poder personal y de los grupos y clases subalternas a las que pertenecemos. Preferimos andar liberando la pena que nos da el ser incapaces de construir ese poder, o los más mediocres y sin ética, prefieren convertir el discurso y la práctica de construcción de sí mismos como seres autónomos, en peticiones arrastradas de prebendas y recursos otorgados tristemente por el enemigo o el adversario.
Es simple, tú, la izquierda, construye tu poder, levántate como no lo hiciste nunca, entiende que tus debilidades y limitaciones son las fortalezas y el dominio que ejerce el otro sobre ti, entiende que tu llanto y tu victimización es la oportunidad del futuro histórico del que te domina. Es simple, la verdadera izquierda, con orgullo, con flexibilidad pero sobre todo con dureza y claridad debe construir su poder. Decir que no a los cantos de sirena de la concertación y de aquellos que se han vuelto sus cómplices. No titubear, no acceder al favor estatal, no ceder a las presiones y a los chantajes, no dejarse amilanar por supuestos amigos, que no son sino y sobre todo enemigos del pueblo pobre y nada más que sus cancerberos.
Construye tu poder, deja de llorar, deja de ceder, construye tu poder y cuando te veas en el espejo de la historia y veas a los destacamentos de la izquierda que tu has construido a imagen y semejanza de lo que has logrado hacer y ser,entonces sigue el camino del abanderado, sigue el camino a sangre y fuego de quien sabes es tu hermano y tu amigo, tu propio camino. Ese día, será el primer día de la nueva tierra y del sol verdadero, será el primer día de tu larga victoria y de nuestras banderas, flameando libres, iguales, fraternas y alegres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario