martes, 29 de diciembre de 2009

La columna número 100



x Fesal Chain

1+ 0+ 0 es igual a 1. El Mago en el Tarot de Marsella. Según Jodorowsky: "I. EL MAGO Comienzo. Todo puede hacerse. Tomar su lugar. Hombre llamado a elevarse. Iniciado. Trabajo. Astucia. Arte de convencer. Espontaneidad. Egoísmo. Inicio de la búsqueda de la sabiduría perdida. Artista. Juego. Voluntad de crear".

Así la última columna del año es el comienzo, fueron 100 las que se requirieron para llegar al mundo, tomar mi lugar, mostrar mi pensamiento, mis palabras a hombres y mujeres de la izquierda chilena, a ustedes. Fue un trabajo sistemático, probablemente con menos astucia de la que hubiese querido. Con el íntimo deseo de convencer, pero atravesado por la espontaneidad que da el trabajo literario del artista, con ese cierto egoísmo que a veces nos hace palabrear sin recato y desconsiderados. Ciertamente el inicio y no el final de una búsqueda colectiva, de la sabiduría que hemos perdido en la historia, como el gran conglomerado social, cultural y político que ha construido Chile. A veces un juego, pero un juego serio que pone en tensión los deseos y los intereses propios y de los demás, y también uno que abre ventanas y puertas, pero que cierra otras para el autor y para quienes le creen o leen. La suprema voluntad de rediseñar un nuevo imaginario, una reflexión sistemática de quienes somos, de qué podemos hacer a partir de lo que somos, y de lo que debemos cambiar en nosotros mismos para cambiar la vida.

Pero también Jodorowsky nos dice: "¿Qué mira el Mago? ¿Cómo continua el paisaje?". Se trata primero de saber quien es el Mago, y se hace evidente que somos todos, hay una correspondencia entre quien escribe y quien lee, entre la boca-mano de un autor que se diluye y el ojo-oído de quienes reescriben al leer y releer los textos.Y aquí me permito una interpretación. El Mago ordena los elementos de una mesa y mira hacia la lejanía, un paisaje que no conocemos pero que en los ojos del aquel hombre se anhela y se observa. Tiene una varita, acaso como adjetivo a su ser, mágica, y una pequeña esfera amarilla en su otra mano, su sombrero en forma de ocho signa el infinito.

Acaso todo los elementos que requerimos como izquierda y como pueblo están ya hace mucho tiempo en la mesa de Chile, del mundo social y de algunas instituciones, y el paisaje que prefiguramos, si bien es difuso, está como en la carta, lejos de la mesa, lejos de nuestro estar y ser, pero a su vez lo podemos ver, no meramente imaginar.Tenemos las herramientas para ordenar los elementos y también para llegar al no lugar, a la u-topía.Todo puede hacerse. Porque realmente estamos llamados a elevarnos, a asaltar el cielo, a iniciarnos en el camino del poder social igualitario, de la justicia y la libertad anhelada.

No deseo caer en el el lenguaje del ocultismo, sino partir en esta columna número 100, que es mi comienzo y el inicio del camino para ustedes, desde una óptica distinta, desde una interpretación de la vida que no sólo es ciencia, sino arte, intuición y reinterpretación de lo escrito y reescrito: "La base fundamental de la lectura del Tarot es la toma de conciencia. Es un Arte orientado hacia la curación..."

Puesto que no ha sido sino ese, el íntimo deseo de quien les ha conversado durante un año, el poder contribuir desde mi pequeño y particular ángulo de mirada, a la curación de mi mismo y del nosotros mismos como comunidad de izquierda y como sociedad. Invocar al Yo Soy a la construcción de la identidad personal y colectiva, del Nosotros Somos, a construir el propio poder de muchedumbre lanzada al infinito, que somos. Puesto que estas columnas que se inauguran en este número que progresa, no sólo trataron de proponer otra lectura de la realidad,sino al decir de Artaud, cambiar el propio ángulo de la realidad. Porque pensar, escribir,y sobretodo reflexionar en conjunto, como ha sido realmente, es reconfigurar el lenguaje, es redireccionar la acción misma.

Somo el Mago, lo somos realmente, no lo duden. No es una promesa externa a nosotros mismos, es la lectura de lo que está en nuestro interior, puesto que no hay un adentro y un afuera realmente, sino un interior que se despliega y un exterior que se inocula en nuestros cuerpos, en nuestro cuerpo social.

Queridos amigos y amigas que me han honrado con sus lecturas, con sus críticas, con su diálogos y con sus acciones, yo estoy convencido, como decía nuestro Gitano Rodriguez, que "ha llegado aquel famoso tiempo de vivir", y si acaso lo dejamos ir, volverá infinitas veces. Y es en ésta certidumbre de la historia y de la existencia individual y colectiva como pueblo, es que los invito como ustedes sin saberlo acaso, lo han hecho conmigo, a perseverar en el intento, con un nuevo pensamiento que nace de lo viejo, con una acción transformada, transformadora y autónoma, sin dependencias y ataduras de ningún tipo, con voluntad, con disciplina, con método, a luchar de modo permanente por lo que creen y aman.

Vamos amigos y amigas, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas, con amor, adelante, en todos las tareas que emprendamos, adelante, con todas las fuerzas de nuestras historias, adelante, con todas las fuerzas de la historia.

Por siempre agradecido Fesal Chain.



Entre comillas párrafos de "El Tarot de Marsella Restaurado (Alejandro Jodorowsky)"

domingo, 20 de diciembre de 2009

No a la alianza con el centro político (A propósito de la editorial de La Nación Domingo ¿Dónde está la izquierda?)


x Fesal Chain
sociólogo


Para todos y todas aquellas que están de manera permanente recibiendo el mensaje de la necesaria unidad de todas las fuerzas anti derecha para frenar el triunfo del pinochetismo para la segunda vuelta electoral, esta editorial de La Nación muestra a mi juicio la verdadera cara de quienes están detrás de dicha estrategia, que tiene como objetivo meramente alinear las fuerzas de la izquierda histórica y de Enríquez Ominami a la concertación y al freismo , para derrotar la candidatura de Piñera.

La totalidad de mis artículos que son muchos y jamás han sido publicados por La Nación, a la cual si he hecho entrega de mis trabajos, parten de una premisa fundamental: Que la única posibilidad de construir fuerza política y social de izquierda autónoma de las variantes más neo liberales de la concertación, es que esta última sea derrotada como comando político del modelo de desarrollo y crecimiento de mercado.A partir de dicha derrota, la izquierda en su conjunto tendrá la posibilidad, que no es automática ni mecánica, de reunificarse y plantearle a la totalidad de los chilenos y chilenas un programa, una organización y una estrategia autónoma de acumulación de fuerza social y política, en vista a derrotar al pinochetismo y construir sólidas bases de un triunfo para el 2014 o para el 2018.

A la vez y seré majadero en repetirlo, desgraciadamente esto significa que el pinochetismo efectivamente gane la contienda electoral, sin embargo y lo he planteado en otros artículos, y cae de maduro, que la responsabilidad fundamental de la derrota y del advenimiento del pinochetismo es la gestión neoliberal y excluyente de la propia concertación durante estos 20 años. Sería patético que la propia concertación y sus personeros, tal como lo hizo Pinochet en el pasado, responsabilizara al pueblo soberano de su derrota (acuérdense de la famosa frase del dictador; "son unos mal agradecidos").

Es una desgracia que la multiplicidad de artículos escritos en G80 por muchos amigos y amigas y también los míos, no tengan la posibilidad e ser leídos por una gran masa, como la editorial mencionada de LND. Puesto que sabemos, quienes nos hemos especializado sistemáticamente en analizar el mundo social, que la gran lucha, es la lucha por las taxonomías legítimas del mundo social. Es decir por quienes conceptualmente, son capaces de imponer y seducir con una interpretación de los actores y hechos sociales y políticos. Esa es evidentemente la lucha fundamental en la democracia representativa.

Una de las explicaciones fundamentales de porqué los artículos más críticos sobre la concertación y sobre la llamada unidad con la izquierda histórica no son publicados en dicho Diario, es porque la diversidad de opiniones y la libertad de opinión en Chile, expresada por ejemplo en un Diario que supuestamente es de todos los chilenos, no tolera los análisis que pongan en duda la operación política y teórica fundamental: que la unidad del centro y la izquierda no es sino la estrategia de división y subsumisión de la izquierda a la propuesta del neo liberalismo democrático y no una vocación unitaria , programática y de fondo para reformular la alianza gobernante y transformarla en una verdadera coalición de izquierda anti neo liberal.

La editorial comienza con esta oración: "Afortunadamente, existe en Chile una izquierda responsable, dentro y fuera de la Concertación, que entiende que las legítimas aspiraciones de cambio requieren de formar mayorías sólidas, incluso más amplias que las que han permitido de manera gradual y aún incompleta horadar el modelo político excluyente y el económico neo liberal que se heredó de la dictadura".

A la vez que afirma que ahora si han decidido dejar de ser neo liberales, lo que lo niega la totalidad de la historia concertacionista y el diseño Boeninger-Correa, impulsado políticamente por Aylwin, Valdés y Lagos, profusamente explicado por Felipe Portales y otros analistas, dice de manera lateral que existe una izquierda irresponsable que no entendería que las aspiraciones de cambio pasan solamente por la concertación, cuestión bastante discutible y demostrable en los hechos que no es así. Y lo he descrito y analizado suficientemente en la totalidad de mis artículos pero que rebatiré en este artículo desde otra óptica.

Luego el Diario en su editorial plantea: "La lógica política más básica diría que si la izquierda quiere influir en la sociedad chilena, su primer objetivo debería ser unirse y luego sumar fuerzas con el centro político. En buena medida ello se ha logrado en la Concertación. Pero resulta insuficiente. Lamentablemente, el reciente llamado a la unidad que planteó Jorge Arrate ha sido descalificado desde otros sectores que se reivindican de izquierda".

Esa tesis es la que levantó el estalinismo primero con la propuesta de Frentes Populares y luego la renovación socialista desde el Congreso de Chantilly en la década de los 80 y es también la tesis de quien fuera el Secretario general del Partido Comunista Italiano Enrico Berlinger, a propósito justamente del golpe de estado en Chile, quien a partir de ese hecho profundamente traumático para la izquierda chilena y mundial, estableció la estrategia que denominó el "acuerdo histórico" entre la Democracia Cristiana Italiana y el Partido Comunista.

Lo que se ha demostrado históricamente en Italia, Francia, España, Alemania y por supuesto en Chile y yo diría que en todo el orbe, es que la estrategia socialdemócrata de unificarse o hacer alianzas de subsumisión con el centro político, ha significado por una parte y hay suficientes datos empíricos y estadísticos al respecto, la casi desaparición de los partidos comunistas europeos y en el mundo (más allá de la caída del muro, que fue un hecho muy posterior). Así el partido comunista italiano, el francés , el español y el alemán en lo que fue la Alemania Occidental (que es un caso más dramático) se transformaron en fuerzas minoritarias, casi testimoniales de alrededor de un 5% del electorado.

Además y no es menor, las socialdemocracias se transformaron en los partidos dominantes de la izquierda, como meras fuerzas administradoras del capitalismo y de sus respectivos modelos nacionales heredados casi siempre de dictaduras de derecha y fascistas, y terminaron y continúan como destacamentos liberales y neo liberales, que a su vez por su escasa diferenciación de proyecto con la derecha mundial, han dado lugar y espacio al triunfo justamente de esas derechas. Así ha sido en los casos español, francés y alemán y el chileno, que será el que continúe en esta lógica implacable.

En el sentido de lo anterior, una cuestión muy importante, es que a partir de la primera vuelta presidencial comienza a cristalizar una fuerza política y social de izquierda, desde los sectores disidentes de la estrategia de los dirigentes comunistas, que conformaron los comités comunistas y el MPT, pasando por los sectores históricos de la izquierda clasista del socialismo y por el el liberal progresismo o izquierda progresista de Enríquez Ominami, que sumando sus fuerzas son alrededor del 25% (Enríquez Ominami, Votación nulos y blancos) y que NO creen en la estrategia del acuerdo histórico o de la alianza con el centro político y si bien no han estructurado un discurso a propósito de esta tesis, creo que en este artículo puedo interpretar a dichas fuerzas al respecto.

Lo he dicho en otros análisis, la única posibilidad de que la izquierda, desde la izquierda clasista hasta la izquierda progresista puedan reunificarse organizacionalmente y plantear un programa efectivo de cambios al neo liberalismo y llegar al gobierno, no es de la manera que los propios concertacionistas quieren y del modo que el comunismo chileno lo está realizando, modo históricamente liberal y de subsumisión y desaparición progresiva de un proyecto de izquierda, sino a partir de la derrota de la socialdemocracia neo liberal.

Es de perogrullo que en la lucha contra la derecha fascista, lo que sucede hace muchos años en Chile es entre otras cosas, la lucha por el comando de las fuerzas de izquierda o"progresistas". Hasta ahora es la burguesía democrática representada por la alianza PDC-PS-PPD-PRSD y otros, los que comandan la política de izquierda con un programa neo liberal. Es decir bajo la estrategia socialdemócrata histórica. Y esta estrategia presupone ante todo, la unidad del centro y la izquierda, ya sea en coalición o como lo están realizando las fuerzas comunistas y arratistas, mediante acuerdos parciales y lucha parlamentaria común.

De esta manera, más allá de diferencias puntuales, la izquierda anti concertación y anti neoliberal, que por primera vez se nuclea en torno al 25%, excluyendo de este porcentaje a las fuerzas comunistas socialdemócratas, y que podría por tanto llegar a ser el 30% de la población, tiene la oportunidad a partir, si o si,de la derrota concertacionista ad portas, de pelear el comando de las fuerzas de izquierda a la socialdemocracia neo liberal y transformar, vía reformas profundas, el proyecto de la izquierda.

En primer lugar nucleándose efectivamente y en segundo lugar levantando la tesis de la autonomía de la izquierda política del centro. Es decir diciendo tajantemente NO a la alianza socialdemócrata histórica con el centro político. Volver a los tres tercios de la política chilena y desde allí derrotar al pinochetismo. Si el propio pinochetismo ha logrado aumentar desde un 30% al 44% en aproximadamente 36 años y con dictadura incluida, no es imposible que una izquierda autónoma del "progresismo neo liberal" llegue a tener ese porcentaje o similar y desde allí establecer alianzas con el centro político o la izquierda liberal, pero con un centro y con una izquierda liberal subalterna al proyecto de cambios profundos y reales.

Finalmente la editorial de LND plantea: "Hasta hace poco tiempo, la candidatura de Enríquez-Ominami se declaraba transversal, atrayendo incluso hacia su comando a algunos connotados derechistas que gozaron de los beneficios de la dictadura militar. Ahora, al parecer debido a la fuga de votos hacia Jorge Arrate, se han acordado de sus orígenes y algunos de sus más radicales izquierdistas han salido a pedir el voto, reivindicándose como tales. Pero lo han hecho con un discurso que ya parecía extinguido, debido a sus múltiples fracasos: el del mesianismo revolucionario. Enríquez-Ominami sería ahora, según esta versión, el Chávez chileno, que barrería con la corrupción de las cúpulas partidarias e impondría un nuevo liderazgo popular que traería de la mano cambios estructurales a la sociedad capitalista. (...) Es por eso que el llamado al acuerdo mínimo para derrotar a la derecha ha tenido éxito. Ha sido bien acogido en la Concertación y en la mayoría del comando de Enríquez-Ominami, con la sola excepción de una pequeña cúpula aislada, que ahora corre desesperada a detener la fuga de votos por la izquierda".

Este último párrafo es decidor para los izquierdistas y comunistas que votaran FREI, vía el chantaje emocional de parar al pinochetismo, como si este fuera el propio Pinochet y las huestes DINA de Contreras quienes asumirán el poder a sangre y fuego, o ahora con el nuevo chantaje que de ganar Piñera estará los mismos 20 años que la concertación. Aquí se desnuda (otro error concertacionista en plena campaña) el verdadero rostro de la socialdemocracia.

Se ataca a Enríquez Ominami con el epíteto negativo para el editorialista, de ser "Chavez" y a su vez trata a quienes defienden el camino propio de la izquierda, como una cúpula aislada y desesperada. Y para rematar, afirma cuestiones del todo erróneas y que no son sino falsedades absolutas que desean construir realidades ajenas a los hechos: Que los votos de Enríquez Ominami en primera vuelta se volcaron a Arrate, cuestión que ni siquiera es digna de análisis, puesto que lo pasó realmente es que el partido comunista y Arrate no lograron justamente nuclear bajo su estrategia socialdemócrata a las bases de izquierda, quienes al menos fueron 2/3 de la votación de Enríquez Ominami.

Por otra parte el editorialista nos dice que el acuerdo mínimo para derrotar a la derecha ha tenido éxito. Cuestión que cualquiera sabe que se probará en la elección misma de segunda vuelta y no antes por mucho que se desee un resultado a favor.

Frente a esta editorial, que es la expresión más clara del garrote de la estrategia concertacionista y no la zanahoria bonachona de la auto crítica de ultimo minuto, las fuerzas de izquierda consecuentes a la lucha contra el neoliberalismo y el sectarismo de los jefes de partido, deben votar nulo, para derrotar a la socialdemocracia cristiana y socialista, a la vez que derrotar el camino errado de los dirigentes comunistas. De esta manera aún con el pinochetismo en La Moneda se puede comenzar a trabajar una estrategia autónoma de la izquierda y el pueblo, en miras a derrotar justamente al pinochetismo pero bajo hegemonía de una izquierda, a la izquierda del neoliberalismo.

"Hoy", a mi juicio, está a la orden del día realizar alianzas en torno a la única izquierda que ha sido capaz de poner en crisis a la concertación, la de Enríquez Ominami, y como dijera Max Marambio en una entrevista, para avanzar"en construir un sistema socialdemócrata corregido y aumentado donde el Estado será el brazo poderoso del mercado como herramienta". Puesto que los hombres y mujeres y las fuerzas de la izquierda autónoma tenemos por primera vez en 36 años : "(...) la posibilidad única, en un país único, que tiene potencial, recursos, y capacidad, de poder dar un salto gigante a la modernidad. (Ya que) al final, el objetivo "de hoy" para un revolucionario debería ser tratar de convertir este país en un país moderno. (...) Un país de oportunidades y no de privilegios. Un país donde las formas de resolver la pobreza insultante, estén dadas por el Estado en función del objetivo de gobierno".

jueves, 17 de diciembre de 2009

LA LUCHA POLÍTICA DE CLASES Y LAS TAREAS INMEDIATAS DE LA IZQUIERDA Y EL PUEBLO


x Fesal Chain Sociólogo


El lunes 14, después de las elecciones en Chile, leí un texto de Gabriel Salazar en el Diario Las Ultimas Noticias, sobre la candidatura de Marco Enríquez. En él plantea no sin razón y desde una perspectiva histórica social, que Marco Enríquez-Ominami, es hijo de una izquierda que ya no es izquierda, la cual dejó un hueco y una matriz histórica de la que se puede esperar cualquier cosa. Que este “proyecto” no tiene una estructurada base social de apoyo, sino una muchedumbre movediza, que siempre está en movimiento lateral, esperando que “algo” surja en algún recodo. Salazar nos dice que el candidato que agrupó a un 20% del descontento contra el modelo concertacionista neoliberal, no podrá constituir la “fuerza alternativa” que la gran mayoría de los chilenos espera. Pero también nos dice que el Juntos Podemos y la propuesta comunista-Arratista no es más que una neo-organización política que lucha por sobrevivir, tratando de ingresar con un diputado o dos al Congreso Nacional (esta vez fueron 3), aceptando al mismo tiempo la Constitución (neoliberal) que nos dejó en herencia Pinochet.

La crítica de Salazar es en esencia cierta, y desde mis artículos la he realizado también. Sin embargo con el enorme respeto que me merece, creo que Gabriel Salazar se equivoca en algo fundamental. El, desde una reflexión de la historia del movimiento social, trata de generar una matriz de análisis de coyuntura de la lucha política de clases. Y por cierto que siempre desde la historia social, se observarán los intentos políticos coyunturales de las representaciones y del propio pueblo, como carentes de la sustancia histórica de aquellos fenómenos cristalizados. En ese sentido comparar el movimiento de Enríquez con el pasado de la izquierda, con Allende, o su padre biológico, o con las expectativas de lo que podría llegar a construir el pueblo, no tiene ningún sentido, en tanto a mi juicio el fenómeno Enríquez Ominami y el apoyo recibido, no es sino una manifestación y pieza política de un proceso histórico que cristalizará en fenómenos y procesos de mayor envergadura.

Al respecto, probablemente ese era mi desacuerdo inconfesado con Salazar en tiempos que fui su alumno y en que dábamos la batalla del NO. Es que para mí al menos es absolutamente necesario combinar el acertado análisis histórico social de Gabriel Salazar con un análisis y una práctica política de matriz leninista, que a la luz de la historia social parecería un voluntarismo, o que se expresa y se ha expresado en Chile como intentos fallidos y por tanto improcedentes.

Así, considerando que efectivamente, el movimiento popular y ciudadano no podrá sino imponerse por mismo para constituirse en alternativa con propuestas y proyecto, como lo plantea el historiador, también creo que es muy necesario admitir que las prácticas de la izquierda ya sea la de los 70, 80 o la actual, son también vectores que si bien, no han direccionado y representado correctamente al movimiento social y muchas veces lo han frenado, han contribuido a su vez a la visibilidad y dinámica del movimiento popular en la compleja relación de lo social y lo político, que no es sino una dialéctica de encuentros y desencuentros, hasta la victoria y no es un mero eslogan.

Para mi, y considerando que el pivote fundamental de la política es el movimiento social, ciudadano y popular, una cuestión central desde una política de izquierda es no quedar "fuera" de los procesos reales de la lucha política de clases. Ya sea asumiendo una mirada demasiado historicista o considerando la lucha como mera lucha política electoral y parlamentaria, o como lucha corporativa y reivindicativa de los sectores sociales, o como lucha militar divorciada de la construcción política y social.

Es más que evidente que la lucha electoral no es "toda la lucha política de clases", pero a su vez la lucha social “espontánea” o del movimiento popular como protesta o intentos de agrupación para derrotar tal o cual alternativa, tampoco lo es. Ni menos la lucha sindical o sectorial pura, por reivindicaciones parciales y muchísimo menos el terrorismo individual o de agrupaciones militarizadas.

Considerando que la lucha electoral actual es una expresión parcial de la lucha política de clases, si afirmábamos en la última contienda electoral en Chile, que votar por uno u otro era lo mismo, entonces cometíamos una falacia, ya que igualábamos el todo a uno y eso nunca es cierto, menos en la política, que entre otras cosas, está hecha de luchas entre fracciones, ya sea entre los sectores de la burguesía, como entre sectores del proletariado y de los pobres urbanos y rurales y claro está entre ambas grandes agrupaciones de lo social y lo político .

Por lo mismo afirmaba en mi artículo Las elecciones Presidenciales en Chile ¿Qué se juega realmente?, lo siguiente: “Todos los sectores políticos más allá de sus programas o dichos, son de cierta manera variables del liberalismo...Sin embargo, si bien no está en juego el modelo (neoliberal) en toda su extensión, si está en juego su comando político y en ese sentido no da lo mismo quien lo lidere, puesto que de los tipos de destacamento que dirijan el aparato del Estado, dependen las variaciones más reaccionarias o más progresistas del modelo en su conjunto. De dirigirlo la derecha será el extremo del modelo neoliberal, de ganar la concertación, el mantenimiento y conservación de lo actual, un liberal populismo y de ganar Enríquez-Ominami, la posibilidad (por un aparte) de la reunificación de la izquierda, si no bajo propuestas socialistas, al menos organizacionalmente, y a su vez la probabilidad del cumplimiento de una nueva promesa a la sociedad chilena, de la creación de un modelo socialdemócrata liberal progresista, estilo Correa en Ecuador o Lula en Brasil”.

Lo que decía en dicho artículo, y era un ejercicio teórico de distinciones, pero que a su vez es la realidad que está justamente conformada de dichas distinciones, y la posibilidad e incidir en la práctica concreta y real, es que los avances o retrocesos en la lucha social y política y especialmente en Chile, dependen tanto desde el movimiento social como de los destacamentos o partidos y de que ambos, dinámicamente realicen efectivamente una política de movimientos y alineaciones y no de trincheras, y en Chile es así hace muchísimos años. Por eso es que finalmente y a pesar de que sabíamos que no era ni mucho menos el camino socialista, estuvimos por el NO a Pinochet, y no por el NO al No, esto permitió para el pueblo en su conjunto pasar, vía apoyo a los democráticos burgueses y la socialdemocracia socialista y cristiana neoliberal, de la dictadura militar a una democracia tutelada. Bajo la misma lógica, ahora la cuestión es como pasamos de una democracia tutelada a una democracia de masas y la superación del neoliberalismo.

Es altamente probable que con la derrota y ruptura de la concertación se comience a construir el “des-tutelamiento”, de una socialdemocracia neoliberal administradora del pinochetismo y paradojalmente aunque no sea vea y se vea lo contrario, del propio pinochetismo. Desde esta perspectiva, ni yo, ni mi análisis se sitúa o en la derecha de la izquierda, es decir en el PC y su estrategia concertacionista y parlamentaria muy reduccionista, ni en la izquierda de la izquierda, es decir en la negación de los procesos reales de la lucha política de clases, como lucha meramente historicista, o de trinchera o de reivindicaciones parciales, también a mi juicio reduccionista.

Era claro que frente a la lucha de las fracciones burguesas y socialdemócratas neoliberales, es decir que frente a la lucha inter burguesa, no se debía optar como lo hicieron de modo permanente los comunistas, por acompañar y aliarse a una de las fracciones más reaccionarias del NO, el freismo, (por cargos parlamentarios) pero tampoco era efectivo quedarse fuera de los procesos de resolución del conflicto inter burgués. Lo sabemos hace mucho tiempo, cuando los de arriba se pelean, los de abajo pueden incidir en la lucha no sólo de los de arriba, sino en toda la lucha, es decir en el carácter más o menos reaccionario del período.

Ya en la primera vuelta presidencial, el pueblo y sobretodo los destacamentos de la izquierda histórica se equivocaron una vez más. No fueron capaces éstos últimos, de fijar la contradicción principal del período, que era no optar entre Frei y Piñera sino en construir un alternativa autónoma a la concertación y a la derecha. Es decir alinearse con aquellos más progresistas que Frei en el campo del NO y que lograban mayor apoyo. Así y especialmente gracias a los comunistas y a la estrategia Arratista subsumida en el PC, los destacamentos en su totalidad no fueron capaces de construir y o acompañar a la alternativa mayoritaria izquierda. La opción socialdemócrata liberal progresista o izquierda progresista de Enríquez Ominami. Dispersaron los votos de la unidad y con un voto testimonial a Arrate, le dieron el triunfo relativo al Freismo.

Hoy viene la segunda vuelta electoral y los propios concertacionistas y la izquierda histórica han puesto al pueblo en una disyuntiva muy compleja, la de dirimir entre la alianza más reaccionaria de la historia de Chile, el pinochetismo y la alianza más reaccionaria del campo del NO, el freismo-concertacionista. Así, plantean a partir de este encierro autoimpuesto que la contradicción principal es el Neopinochetismo versus Democráticos progresistas (casi entre fascistas golpistas y democráticos) o al decir de Schilling entre el mercado sin mano humana y el ser humano capaz de manejar la economía y la política a través del fortalecimiento de la regulación y gestión estatal.

El problema es que la contradicción principal no es esa y el adversario principal no es el pinochetismo, como lo fue en el período de la dictadura. Por una cuestión histórica primero, no se trata esta vez de agruparse frente al golpe y la dictadura. Y segundo porque ya el pueblo o parte importante de él, así lo percibió al darle un 20% de apoyo al marquismo. El pueblo deseaba el cambio de una socialdemocracia neoliberal administradora del pinochetismo. Requería sacar a los sectores más neoliberales del campo del No y sustituirlos. Y lo sigue afirmando cuando dice que las diferencias entre el pinochetismo y el freismo son mínimas.

Creo que hoy, dada la contradicción principal que no es sino cual destacamento debe comandar el modelo de crecimiento, desarrollo y el aparato del estado, es el momento histórico en que el pueblo pueda despercudirse definitivamente de la opción socialdemócrata neoliberal como mandante y dominadora del bloque del NO.

Es cierto que en la medida que el pueblo se alinea con la candidatura de la ultraderecha o no dirime a favor de Frei, la primera saldrá triunfadora en la contienda y gobernará Chile, sin embargo el pueblo de izquierda que no apoyará a Frei, que ya se ha nucleado en Enríquez Ominami, si desea crecer, debe continuar poniendo los cimientos de su organización y unidad equidistante y autónoma tanto de la socialdemocracia neoliberal, como de la ultraderecha pinochetista.

El triunfo de la derecha es ilusorio o al menos precario, en tanto efectivamente se encontrará con un 50% de la población como oposición pero esta vez, más allá de los triunfos o derrotas parlamentarias, comandada por los sectores más progresistas del Bloque del NO y que no desean meramente administrar el modelo pinochetista, en ese proceso de oposición y unidad se comenzará a construir un futuro y no tan lejano triunfo popular.

La derrota de los socialdemócratas neoliberales a la par que el triunfo de pinochetismo, es el comienzo de la construcción de una izquierda más progresista y menos liberal, pero lo nuevo nace de lo viejo y comenzará a desarrollarse desde la única opción que al menos se planteó autonomía de la ultraderecha y de la concertación, el marquismo.

Hoy es el momento histórico de la unidad de la izquierda chilena, por supuesto, de aquellos que deseen unirse a un proceso que apunte a la autonomía y a la radicalidad democrática, capaz de representar, acompañar y direccionar una fuerza social y política anti derecha y anti concertación como sectores reaccionarios (en lo neoliberal y antipopular que tienen de común) y enraizada en los sectores más golpeados por el neoliberalismo y con un programa de cambios reales. Esa es la tarea de la izquierda y del pueblo.

Si la opción de Enríquez Ominami, es o no la cristalización definitiva de esta fuerza social y política, no es tan importante como que al menos hoy por primera vez después de 20 años, se ha constituido un alternativa autónoma y es necesario avanzar hacia propuestas aún más democráticas probablemente, pero desde y vía Enríquez. Es de perogrullo. Hoy ninguna alternativa es la alternativa socialista “pura”, pero el tema es cómo se construye dicha alternativa desde la izquierda en la lucha política y movimiento real y no al margen. Lo único que no hay que hacer es subsumirse en el enemigo definido por la contradicción principal y nunca dejar de estar en la lucha real, aunque nos parezca "impura" es decir que no refleja lo que nuestros deseos e intereses prefiguran. Es una cuestión de método que define contenidos.

Si gana la ultraderecha será un retroceso, si gana la concertación la mantención del tutelaje, y si gana Enríquez-Ominami en esta segunda vuelta, que no es sino que pierda la concertación y el dominio de los más neoliberales en su interior, y paralelamente se construya la unidad de la izquierda, probablemente la ruptura concertacionista será inminente y se abrirá un nuevo período de la lucha política de clases, donde lo central será quien comanda una alternativa crecientemente antineoliberal y antipinochetista desde el bloque del NO.

Insisto, la tarea es cambiar el eje ilusorio de ganarle a la derecha a corto plazo, la tarea es la unidad de la izquierda y que los sectores más progresistas de esta comanden la fuerza social y política nueva. La izquierda somos un 26 a 30% al menos, la tarea es dejar que los concertacionistas resuelvan sus problemas, nosotros debemos resolver los nuestros, estrategia, organización y programa para ese 30% y prepararnos para lo que viene, el gobierno de la derecha y la construcción de su derrota estratégica avanzando al gobierno el 2014.

No continuar en esta senda planteada y subsumirse en la resolución de la lucha de los reaccionarios del bloque neoliberal dominante, negociando o apoyando por prebendas, es retrotraer ficticiamente la historia y no entender la contradicción principal del período, no saber incidir una vez más en la lucha inter burguesa y probablemente construir la derrota de la izquierda y del pueblo nuevamente.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Chile, la alegría ya viene




X Fesal Chain

Porque digan lo que digan yo soy libre de pensar.
Hasta cuando ya de abusos, es el tiempo de cambiar.
Porque basta de miserias voy a decir que no.
Porque quiero que florezca mi manera de pensar,
Porque creo que mi Patria necesita dignidad.



El advenimiento de la ultra derecha pinochetista,travestida en demócrata, no es la alegría que viene, ningún hombre y mujer de izquierda podría pensarlo. Pero tampoco fue la alegría el advenimiento del sectarismo y la corrupción concertacionista durante estos 20 años. A veces pienso que ya basta de escribir con mano propia algunas ideas, que sería una verdadera luz en las conciencias que cada uno de los chilenos y chilenas que han dicho que No al concertacionismo, pudieran escribir su experiencia de vida en estos 20 años, la sumatoria de injusticias y marginaciones que han sufrido bajo la dominación democrática de socialistas renovados y cristianos.

Que María escribiera cómo trataron de involucrarla en el diseño y aplicación de proyectos sobre pagados, para que "voluntariamente" traspasará recursos a los mismos que le pagaban, y así contribuir a las campañas de los preclaros líderes democráticos del futuro. Que Juan escribiera sobre las presiones sufridas en algún municipio para "otorgar" licitaciones a "empresas amigas". Que José de pluma y letra propia, nos contara cómo fue marginado de trabajos por ser demasiado critico de políticas, programas y proyectos mal hechos y mandatados por el nivel central. Que Eduardo y Ana nos dijeran como fueron postergados en su desarrollo personal y laboral, porque otros y otras sin capacidades y por mera pertenencia familiar, amistad y pitutocracia con los jefes de partidos, ocuparon los puestos que por mérito y vocación democrática, les correspondían a ellos en el aparato estatal. Que Gonzalo y Raquel nos dijeran como golpearon las puertas de los Fondos Culturales durante décadas, para encontrarse una y otra vez año tras año, con los mismos nombres en los listados de ganadores, la verdadera puerta giratoria del tráfico de influencias.

Que los pobladores de las casas sociales nos contaran las noches y madrugadas de inundaciones y penurias, porque los techos y paredes de sus casas nuevas fueron mal hechas, para ahorrar materiales y maximizar utilidades. Que los campesinos del Valle del Itata o de otros valles nos dijeran cómo postularon a fondos, si para hacerlo, debían ocupar computadores e Internet y en sus casas no los tenían, ni conocían el lenguaje informático. Que los obreros agrícolas, pesqueros, forestales o los trabajadores del retail y de las ventas, nos relataran cómo los trataron y tratan en la pega, y cuanto les pagaron y pagan hoy en los grandes mall o en los hipermercados o en las empresas exportadoras, donde los dueños son amigos y compadres de Ministros y Presidentes y cortan cintas juntos en las inauguraciones de los grandes negocios que prosperan.

Que los más pobres de la ciudad nos digan como quedaron viviendo cuando las mega carreteras pasaron paralelas y raudas por los patios de atrás o los antejardínes de sus casas, y cómo lo hicieron para pasar de un lado a otro o para ir a jugar a la plaza que quedó abandonada a metros y metros del asfalto. Que los jóvenes de las poblaciones nos dijeran qué hicieron cuando la cesantía en su segmento etáreo triplicó la cesantía nacional, si las drogas o el microtráfico fueron en realidad un negocio "demoníaco" o probablemente lo único que quedaba para parar la olla. Son tantas voces que están mudas, que no se pueden expresar realmente.

Que los vecinos y vecinas de Quinta Normal, Cerro Navia, La Granja, La Pintana, San Bernardo, nos cuenten si más allá de ciertas modernizaciones en los consultorios, tuvieron suficientes médicos y remedios para ser atendidos como se atienden los personeros de la concertación en la Clínica Alemana o en la Clínica Las Condes. Que los niños de las comunas periféricas nos digan si aprendieron inglés o si los computadores y bibliotecas en las escuelas y liceos hicieron una gran diferencia, para que así la gran mayoría de ellos entrara a la Universidad Católica o a la Universidad de Chile a estudiar Ingenierías , Ciencias Básicas, y cómo coparon la educación superior y técnico profesional y viajaron a Harvard, Yale, Chicago, el MIT, junto a los hijos de los personeros concertacionistas durante estos últimos 20 años. En fin, son tantas las historias que necesitamos.

Que los mapuche y especialmente los niños, nos relaten cuánto duele un perdigón en los muslos o si tuvieron miedo cuando los pacos entraron a sus casas a buscar al papá o si les dio rabia cuando les amarraron con alambre a la machi de la comunidad, cerca, cerquita de la escuela.

Que nos diga la mujer de Rodrigo Cisternas como murió su marido y porque luchó como lo hizo, o que nos cuenten los presos políticos si han sido justos con ellos, si han cumplido las penas que corresponden, sino son el chivo expiatorios o sujetos de la venganza de los mismos que ayer nos mataron y torturaron y que hoy se pasean por el Congreso y los palacios, de la mano de los nuevos socialistas y cristianos.

Que nos cuenten los hijos y nietos de los detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y torturados y los mismos torturados, si son ciudadanos felices porque se ha hecho verdad y plena justicia con sus familiares. Que nos cuenten los hombres y mujeres de ayer, que lucharon contra la dictadura mano a mano con aquellos que hoy se auto proclaman líderes, si han sido rechazados incluso en el saludo por estos prohombres y mujeres que dirigen los sagrados destinos de la patria, si como se dice en Chile, les echaron la desconocida y miraron para el lado. Son tantas historias. Que Roberto nos diga si cuando cometió errores o trastabilló por la vida, sus compañeros y amigos le echaron una mano, le dijeron levántate y le ofrecieron oportunidades, quizás como una única respuesta ética a los esfuerzo de ayer, a las maletas escondidas de ayer, al cobijo en su casa cuando eran perseguidos y humillados. Son tantas historias, podría armarse con ellas un libro, varios tomos, acaso una enciclopedia. En fin.

Así que aunque suene duro, sin odio, sin violencia, con el poder de un lápiz, que se vayan. A pesar de que nos gobernarán prácticamente los mismos que ayer nos hicieran sufrir tanto como Patria y como seres humanos, que se vayan ellos,los corruptos y sectarios.Y la alegría vendrá de algún modo. Que se vayan los que monopolizaron las esperanzas de un pueblo por hacer de Chile un país más fraterno, más igualitario, con mayores grados de libertad, de justicia y de verdad y que han traicionado esas esperanzas con su prepotencia, con su ceguera y sordera cognitiva, con su mediocridad y arribismo, que salgan por la ventana de la patria y del Palacio de La moneda, en vez de salir airosos, reconocidos y vibrantes por la gran puerta de la dignidad, de la ética y del reconocimiento de todo un pueblo.

Que se vayan, que se sepa que no han sido más que una mascarada de libertad, una mascarada de igualdad, una mascarada de fraternidad, que se vayan los que no tuvieron un ápice de consideración y solidaridad con los marginados y pobres y con quienes fuimos críticos y que sólo quisimos aportar con nuestra voluntad e inteligencia a lo que pensamos sería la gran reconstrucción democrática para el pueblo.

Que se vayan y nos nos chantajeen con que vendrá el lobo, la derecha bárbara y homicida, que se vayan de una vez, que sepan que el pueblo no es tonto y que tiene dignidad y que sabe muy bien cuando la traición, venga de donde venga pretende imponerse, travestida de humanismo y buenas intenciones, que se vayan, que vuelvan aquí a la sociedad civil, a las calles y pasajes de la patria, que serán juzgados y tratados como juzgaron y trataron a tantos, y ahí recién cuando volvamos a ser iguales, veremos si podemos caminar juntos de nuevo.


lunes, 14 de diciembre de 2009

CONSTRUYE TU PODER


X Fesal Chain

La lucha política es la lucha por el poder. El poder es una relación, se toma o se otorga, no se pide, ni se negocia, ni se mendiga. La izquierda histórica chilena, alguna vez tuvo el gobierno, pero jamás tuvo el poder. Y no es una mera cuestión de la falta de eficacia y eficiencia en la administración del Estado o en la seducción de las masas y de la hegemonía del propio proyecto sobre la sociedad en su conjunto. Es eso, pero sobre todo, la nula vocación de poder de dicha izquierda.Cuando gobernó, tuvo excesivo cuidado en respetar al enemigo sedicioso, y luego que fue avasallada por el pinochetismo, si bien fue capaz de organizarse y dotarse de cierto instrumental para resistir,fue derrotada tanto en el plano político como en el militar y teórico.

Cuando se hacen balances y se responsabiliza a todos los destacamentos y estrategias por igual, es la mejor manera de reafirmar que todos tuvieron una proporción de la culpa, así que nadie la tuvo. No es cierto. Hubo al menos dos izquierdas que hicieron todo lo posible, bien o mal, pero lo hicieron, para desplegar sus ganas de combate y su vocación de poder sobre el pinochetismo y sobre las erradas estrategias socialdemócratas. El MIR y el Partido Comunista de la Rebelión Popular de Masas. Es cierto, los destacamentos fueron diezmados, fueron derrotados, pero al menos en una guerra donde se jugaba el poder verdadero. Quién dice que acaso no era ese y sigue siendo, el primer gran paso de la historia futura.

Y no es realismo mágico y locura. Ahí están los tupamaros, cayeron una y otra vez, pero jamás les expropiaron lo más sagrado, su deseo de cambios radicales y su vocación de poder. Por eso hoy gobiernan Uruguay. Algunos podrán decir que se han social democratizado o que la calidad y cantidad de los cambios que levantan no se condicen con la propuesta socialista original. Muy bien, pero al menos están en el poder y acaso son dueños de justamente modular sus propuestas y no que otros hagan las suyas y los excluyan o les den una miserable porción o migajas de influencias en la sociedad uruguaya.

Acabo de encontrar algunas llaves, son llaves antiguas, de bronce y cobre, pero al parecer en pleno trabajo manual también existen las intuiciones clarificadoras y las epifanías políticas. No es solamente una cuestión de que el pueblo movilizado, el movimiento popular y ciudadano empuje el estado actual de cosas para que cristalicen los cambios. También es así y es la fuerza social estructurada el pivote de todo proceso revolucionario. Pero es innegable que requerimos con urgencia una izquierda que construya su poder, en el cuerpo y en la mente de su propio despliegue. No necesitamos una izquierda pusilánime, una izquierda víctima de la historia, una izquierda que anda pidiendo por favor, para sentarse en la mesa del pellejo del poder liberal. Necesitamos una izquierda nueva. Necesitamos una izquierda que aprenda que avanzará y triunfará sólo con el poder que proviene de las propias convicciones y de su íntima relación con una fuerza social que confíe y se sienta segura de que tiene al frente, al lado y alrededor destacamentos y organizaciones políticas fuertes, sin melindres y abandonos de si mismas. Que desean gobernar junto a las mayorías y desean ante todo, el propio poder y de aquellos que siempre han estado excluidos social mente de las relaciones de inmensos y elitistas privilegios.

No tenemos una izquierda que construya su poder y a la vez no hemos acostumbrado demasiado a ser epifenómenos de una cultura llorona. Así tampoco construimos nuestro poder personal y de los grupos y clases subalternas a las que pertenecemos. Preferimos andar liberando la pena que nos da el ser incapaces de construir ese poder, o los más mediocres y sin ética, prefieren convertir el discurso y la práctica de construcción de sí mismos como seres autónomos, en peticiones arrastradas de prebendas y recursos otorgados tristemente por el enemigo o el adversario.

Es simple, tú, la izquierda, construye tu poder, levántate como no lo hiciste nunca, entiende que tus debilidades y limitaciones son las fortalezas y el dominio que ejerce el otro sobre ti, entiende que tu llanto y tu victimización es la oportunidad del futuro histórico del que te domina. Es simple, la verdadera izquierda, con orgullo, con flexibilidad pero sobre todo con dureza y claridad debe construir su poder. Decir que no a los cantos de sirena de la concertación y de aquellos que se han vuelto sus cómplices. No titubear, no acceder al favor estatal, no ceder a las presiones y a los chantajes, no dejarse amilanar por supuestos amigos, que no son sino y sobre todo enemigos del pueblo pobre y nada más que sus cancerberos.

Construye tu poder, deja de llorar, deja de ceder, construye tu poder y cuando te veas en el espejo de la historia y veas a los destacamentos de la izquierda que tu has construido a imagen y semejanza de lo que has logrado hacer y ser,entonces sigue el camino del abanderado, sigue el camino a sangre y fuego de quien sabes es tu hermano y tu amigo, tu propio camino. Ese día, será el primer día de la nueva tierra y del sol verdadero, será el primer día de tu larga victoria y de nuestras banderas, flameando libres, iguales, fraternas y alegres.


domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi política, sinceramente



x Fesal Chain


Haré una nota breve, siempre escribo o trato de hacerlo, desde la sociología política y reafirmando mi relativa independencia o adscripción ideológica cuando realizo los análisis y creo que lo he logrado en cierta medida, lo que me ha dado enormes satisfacciones en el encuentro de lectores y diálogos. Sin embargo, esta carta no está hecha desde la sociología política, acaso es fruto de mis análisis, pero sobre todo es precisamente una adscripción.

He escrito suficientemente en contra de la ultra derecha a lo largo de mi vida literaria, y también he actuado en consecuencia, he sido anti pinochetista desde mi más temprana juventud. También he sido muy crítico y no es momento de ahondar en detalles, del giro socialdemócrata del partido comunista en el cual milito, hacia la concertación. Recojo en la crítica a la concertación, no solo mi tradición de práctica política, que en definitiva se asienta en el Movimiento Democrático Popular original de los 80, sino también las críticas que ha realizado Felipe Portales en su libro "Una Democracia Tutelada", la visión de Gabriel Salazar y mis propios textos en G80.

En dicha página, he realizado un sinnúmero de artículos y proyectos de ensayo, que de alguna u otra manera han sido muy críticos del sistema en su conjunto, puesto que en realidad no me interpretan totalmente las opciones políticas actuales. Al respecto, acaso también soy depositario de la crisis de la izquierda y así me veo reflejado parcialmente en ciertas ideas y acciones tanto de la izquierda anti sistémica, de la izquierda histórica, como de la izquierda progresista de Enríquez, aunque siempre he considerado sus planteamientos de alguna manera hijos de la concertación y que no separan totalmente aguas de la vieja guardia.

Pero soy un hombre de cambios y de búsquedas. A algunos les parecerá esta actitud una extrema flexibilidad, a mis adversarios una falta de compromiso irrestricto con una propuesta determinada o contraria incluso a mis propios análisis.

Lo común a mis búsquedas y encuentros y también a mis desencuentros, es que he sido, soy y seré siempre un hombre de izquierda y no de una izquierda socialdemócrata o liberal, sino de aquella que tenga como vocación profunda, un cambio radical y democrático del modelo político, económico y social. Y a la vez, y desde hace muchísimos años, y por lo cual llegué feliz a la militancia comunista bajo la dirección de nuestra querida Gladys, soy un profundo anti concertacionista. Y he sido un hombre consecuente con mi postura. No trabajo en ella, ni en el estado, ni busco ni buscaré sus prebendas y supuestos beneficios, que a mi juicio no son sino tráfico de influencias, corrupción y a la larga, cadenas de mi libertad de conciencia y acción.

Creo que hoy, es el momento histórico de la Unidad de la Izquierda Chilena, por supuesto, de aquellos que deseen unirse a un proceso que apunte a la autonomía y a la radicalidad democrática, capaz de representar, acompañar y direccionar una fuerza social y política anti derecha y anti concertación y enraizada en los sectores más golpeados por el neoliberalismo y con un programa de cambios reales. Desgraciadamente no es el partido comunista y sus alianzas, lo que nos permitirá a millones construir dicha alternativa, ni menos la concertación, que no es sino una propuesta de una nueva derecha travestida en socialdemocracia. Por otra parte, la izquierda antisitémica, demuestra su coraje y valentía, en la lucha contra la dominación neoliberal administrada por la concertación, sin embargo, creo que muchas veces se coloca al margen de los procesos reales de la lucha política de clases, en una especie de guerra de trincheras, pero esa izquierda que proviene de la tradición más genuina, no es el adversario ni mucho menos y es ciertamente una reserva ética y de lucha frontal.

Actualmente valoró el giro a la izquierda progresista que dice Enríquez haber dado, y a su vez su profundo anti concertacionismo y la enorme capacidad de no poner a disposición o en endoso hacia ese sector reaccionario, la fuerza social, política y electoral que lo ha ido catapultando a ser una izquierda mayoritaria, al menos muchísimo más amplia que el Arratismo y la propuesta comunista.

Porque no deseo más para mi vida, ni para la vida de mis compañeros y compañeras y especialmente para los pobres de mi país, el tener que optar permanentemente por el mal menor, o el ser partícipe de una izquierda testimonial que hace ya más de 20 años que saca entre un 3 y un 6% y dice que avanza o que es orgullosamente anti liberal, pero que en la práctica no avanza y hace lo contrario a lo que dice, engañando al pueblo y creyendo que los hombres y mujeres de izquierda somos ignorantes o lisa y llanamente funcionales a sus operaciones políticas.

Porque la izquierda histórica no avanza, y en sus supuestas tácticas configura hoy estratégicamente una alianza sólida y duradera con la socialdemocracia. Acaso sacará un par de diputados o tendrá influencia en el aparato del estado liberal, pero no avanza en la construcción de fuerza social mayoritaria, ni tiene profunda vocación de poder para llegar a ser gobierno popular con un programa de cambios.

No avanza, porque la izquierda histórica es meramente simbólica y se contenta con entrar al sistema parlamentario y al estado de manera subsumida a la estrategia de la burguesía democrática y de una pequeña burguesía liberal demócrata.

No avanza, porque se contenta con esto de ir reconstruyendo lealtades y redes, entre los propios que cada vez son menos, y que sólo movilizan desde el viejo padrón electoral a los mismos 400.000 chilenos de siempre y no logra establecer lealtades y redes con las mayorías, que es lo que realmente cuenta.

En el sentido de lo anterior, es que creo que la construcción mayoritaria de una izquierda progresista y en vía de irse conformando en una propuesta socialista, democrática, radical y libertaria parte por la confluencia de toda la izquierda posible hacia un alianza con la propuesta política de Enríquez Ominami, que necesariamente debe también estar abierto a la confluencia de otras fuerzas políticas aún más progresistas que la suya propia, y así ser capaz de construir una propuesta y un camino de amplias mayorías.

Por eso desde mi sinceridad y esta vez desde la política, adhiero más allá de ciertas diferencias e identidades, a la propuesta de Marco Enríquez, porque al menos se configura como una fuerza autónoma, digna, que no negocia sus convicciones más profundas ni con la derecha ni con la concertación, y que a la vez en el ejercicio político y social ha sido capaz de aunar a más de un millón de chilenos y chilenas descontentos y rebeldes al orden mediocre y corrupto construido hasta hoy.

Adhiero a la izquierda progresista, sin dejar de ser comunista y anticapitalista, sin dejar de estar enraizado en la propuesta popular. Sin dejar de ser un intelectual clasista y un hombre de la cultura, un poeta, un escritor y un ensayista, y en la confianza y con la condición fraterna que ésta izquierda nueva en su proyecto, se constituya crecientemente en la plataforma de la unidad de toda la izquierda chilena, desde la antisitémica y revolucionaria, pasando por la izquierda histórica y también por los nuevos movimientos políticos y sociales.


Fesal Chain
Primavera de año 2099,
desde Quinta Normal, Santiago, Chile.


miércoles, 9 de diciembre de 2009

Si la derecha ganase


x Fesal Chain


Lo que ha pasado

Lo vengo escribiendo hace ya un año, en distintos artículos especialmente para el Diario Digital G80, la izquierda chilena y el pueblo en su conjunto, vivimos una etapa o coyuntura política y social extremadamente crítica.

Al respecto, reformulo algunos párrafos del artículo: "El porque estamos en una coyuntura crítica" escrito el 14 de octubre del año 2008: Hoy (...) es un momento extremadamente crítico para el mundo popular, para los trabajadores urbanos y rurales, para el mundo de los pobres del campo y la ciudad, para el movimiento estudiantil, y para todos los movimientos sociales existentes y que se han activado en estos 20 años de gobierno liberal populista. No es una coyuntura menor.

Por una parte, el abandono del partido comunista de las tesis y acciones antineoliberales y su hasta ahora social democratización y alianza con la concertación, generan un abandono completo de la izquierda histórica de un programa y una estrategia popular de salida efectiva al capitalismo neo liberal y lo que es más grave, un abandono completo de los sectores sociales críticos al neo liberalismo que gracias al partido comunista y su estrategia anterior, habían logrado nuclearse al menos en una fuerza social de izquierda de entre 600.000 y 800.000 chilenos con derechos ciudadanos.

Esta fuerza social, si bien no constituía una mayoría, era sin lugar a dudas una punta de lanza para influir en 3 millones de chilenos que no participan del andamiaje electoral del sistema, y que son sin lugar a dudas aquellos sectores más pobres y marginados de los procesos de modernización capitalista.

Se ha abandonado así a cerca de 4 millones de chilenos, a ser, o por una parte meramente ciudadanos, que a lo más podrán elegir entre dos grandes modelos de neo liberalismo, que sólo se diferencian por sus comandos o destacamentos, y por otra parte a ser una masa informe no sujeta a conducción ni a representación.


Lo que viene y sus razones

Hoy a un año de este artículo, estamos ad portas del triunfo de la derecha pinochetista. Es así. Debemos ser capaces de mirar la realidad y no nuestros deseos ni intereses inmediatos. Lo más probable es que la derecha gane las elecciones de este 13 de diciembre. Mi llamado o reflexión dista mucho de ser desesperado. No se trata de perder el control. Se trata justamente de retomarlo.

Si ganase la derecha, debemos buscar las causas de aquello. También lo he escrito innumerables veces. Es evidente que si el pueblo soberano elige un modelo de desarrollo y crecimiento comandado por el pinochetismo neo liberal, justamente dirigido por aquellos que fueron protagonistas y gestores de la dictadura, es por al menos por tres razones fundamentales:

1.- Porque el mismo pueblo en su profunda frustración no desea más de lo mismo y mira con cierta esperanza que el cambio de gobierno le pueda traer cambios concretos en su propia vida. No está de más decir que nosotros los hombres y mujeres de la izquierda, sabemos y creemos que esta probable elección del pueblo es profundamente errada, en tanto es ilusoria, puesto que el neo liberalismo de la derecha, profundizará las desigualdades sociales, tenderá a mantener los enclaves dictatoriales de la constitución del 80 y a su vez responderá con represión todo intento del pueblo y de los movimientos sociales por avanzar en sus derechos democráticos fundamentales.

2.- La segunda razón por la que la derecha pueda ganar la próxima contienda, es que la propia concertación, realmente no ha hecho una diferencia real con las propuestas neo liberales derechistas. Podemos decir que la concertación ha sido un administrador eficiente del pinochetismo y que el modelo de libre mercado ha sido optimizado, más allá de las tentativas populistas por desinflar los bolsones de pobreza o de convertirse en un estado beneficiario con red social y programas para los sectores postergados de la modernización del capital financiero y exportador. A su vez y sobretodo bajo los gobiernos de Eduardo Frei y Ricardo Lagos, se estableció una férrea alianza con el pinochetismo, tanto para perdonar el caso de los Pino cheques, como para devolver nada menos a que a Pinochet a Chile y no ser juzgado y para tapar el caso MOP-Gate.

3.- Una tercera razón y que es con la que comienzo el presente artículo es el abandono completo de la izquierda histórica (y de la izquierda en general) de un programa y una estrategia popular de salida al capitalismo neo liberal, como alternativa a la derecha y a la concertación y lo que es más grave, un abandono completo de los territorios y sectores sociales críticos al neo liberalismo. En el sentido de lo anterior no sólo la social democratización o viraje de los comunistas a la concertación es la expresión de esto, sino sobretodo el establecer por parte de la totalidad de la izquierda, una estrategia política y electoral de mera repartición de voto ciudadano entre aquellos que pertenecen al padrón envejecido y no como siempre lo he afirmado, el nuclearse, penetrar y desarrollarse para y desde una fuerza social de 4 millones de chilenos y chilenas que son refractarios al neo liberalismo y/o no participan del andamiaje electoral del sistema.

Este error no sólo ha sido parte de la propuesta de la izquierda histórica sino también de la propuesta de Enríquez-Ominami, ninguna de las dos izquierdas ha avanzado sobre el pueblo pobre. Ambas tienen una concepción meramente ciudadana de la política, que es necesaria pero no suficiente para construir la mayoría requerida para gobernar democráticamente Chile y avanzar al socialismo.

De ganar la derecha estas son a mi juicio las razones fundamentales, hay otras pero debemos al menos considerar estas como parte integrante del andamiaje de su victoria.


¿Qué hacer?

1.- Primeramente avanzar sobre la estrategia socialdemócrata concertacionista del comunismo chileno y de la izquierda histórica. Debemos ser capaces de retomar el diagnóstico y acciones de una propuesta autónoma de la concertación y de la extrema derecha, levantar un programa, una organización y una estrategia genuinamente de izquierda. No seguir en el carro de la socialdemocracia concertacionista, que no es sino el camino de derrota de la izquierda y del movimiento popular en su conjunto.

2.- Segundo, ser capaces de mirar en las alternativas que se han construido, todo aquello que es capaz de nuclear y desarrollar una fuerza social y política de mayorías. Si para la izquierda histórica el camino de Enríquez-Ominami es más criticable y distante que el camino concertacionista, entonces sus dirigentes deben sincerar sus posiciones y claramente dar el giro definitivo hacia la socialdemocracia neoliberal concertacionista. Y convertir al PC en el quinto partido de la coalición, y ser parte de su camada parlamentaria.

Por mi parte creo que el camino de Enríquez Ominami dista de ser un alternativa de izquierda y de profundos cambios al neoliberalismo y se que en su seno también hay sectores empresariales y de derecha profundamente liberales, pero también se que en su interior existe parte de la izquierda histórica, del humanismo, del radicalismo, socialistas críticos y mirista históricos y que en este intento transversal y ciertamente heterodoxo, se ha logrado nuclear una parte importante de la izquierda chilena.

Por otra parte y esto es innegable, esta fuerza política y social se ha ido constituyendo en una alternativa relativamente autónoma de la concertación y de la extrema derecha, de ahí su importancia, con todos los resquemores que pueda producir su conformación interna.

En el Arratismo y en el comunismo también hay sectores que genuinamente desean construir una alternativa de izquierda autónoma, más allá de la dirigencia comunista que legítimamente ha girado hacia posiciones concertacionistas.

Allí, en la unidad de todos esos sectores que desean hacer un proyecto autónomo del neoliberalismo de derecha pinochetista y socialdemócrata concertacionista, está el germen de la construcción futura. También existen aquellos sectores minoritarios, pero importantes, que se han desgajado del comunismo y su nueva estrategia y también aquellos pertenecientes a una izquierda más radical, tanto nucleados en los comités comunistas como en el MPT, el Bloque Socialista y otros. Tal cual se produjo la unidad de todos estos sectores en el MDP, durante la dictadura, hoy clama al cielo la unidad total de la izquierda, pasando por la propuesta de Enríquez-Ominami, por el Arratismo anti concertacionista y tomando a vastos sectores antisistema.

3.- Es necesario volver a los territorios sociales de los marginados por el sistema neoliberal y su políticas modernizantes, ser capaces de representarlos, acompañarlos y organizarlos en la totalidad de sus procesos, sociales, culturales, de emprendimiento, etc., etc., y no meramente en los procesos concretos de lucha, reivindicativos o electorales. Debemos ser capaces de luchar contra el pinochetismo en esos territorios que son justamente los que actualmente domina y desterrarlo de allí. Debemos ser capaces en definitiva, de trabajar con aquella fuerza social, para transformarla y transformarnos en alternativa de gobernabilidad y poder futuro.

Probablemente la derecha ganará, pero aquello no es importante en esencia. Es doloroso y es una derrota de la totalidad del campo democrático, de los progresistas, de la izquierda y del campo popular, pero tal cual lo he afirmado insistentemente, esta derrota será parcial si seguimos en el camino de la unidad organizativa, de la generación de propuestas estratégicas y no de meros programas testimoniales y de la creación de fuerza social y política en los territorios populares para hegemonizar el mundo social y político con una propuesta democrática de desarrollo nacional.

De no hacerlo, reitero una y otra vez, significará para nuestro pueblo una derrota estratégica de proporciones inimaginables (...) y la posterior desaparición por muchos años de una alternativa popular y socialista frente al dominio de la burguesía productiva y financiera en sus distintas variantes y del imperialismo norteamericano y transnacional.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Las Elecciones Presidenciales en Chile ¿Qué Se Juega Realmente?




Fesal Chain
Sociólogo
Corresponsal en Chile
Especial para Agencia Servipress.Info


Introducción

Cuando se realizan artículos que pretenden describir y analizar la realidad política, uno de los errores fundamentales de los analistas, es tomar una posición en el espacio de la lucha. Es decir, hablar sino como voceros de candidaturas, al menos desde sus propios deseos e intereses que se subsumen o mezclan con las fuerzas políticas y sociales en pugna.

No defiendo una posición "neutra" o "desde las alturas", y si bien como analistas tenemos deseos e intereses en la lucha política, es altamente necesario cumplir con describir los hechos lo más genuinamente posible. Esto significa ni mas menos, tal como lo escribí en un reciente artículo sobre uno de los candidatos a la presidencia y parafraseando a Pierre Bourdieu, que, "el sociólogo debe desprenderse de todas las adherencias, mediante las cuales un agente social se aferra a un grupo, sin renegar de las creencias constitutivas de toda pertenencia o identidad, pero renunciando a todo lazo de afiliación o filiación. Así, (...) puede denunciar la representación populista del pueblo (que no engaña más que a sus creyentes), y la representación elitista de las elites (construida para engañar a la vez a quienes a ella pertenecen y a quienes no pueden alcanzarla).


Lo estratégico

A mi juicio, lo que está en juego en Chile bajo las actuales elecciones, más allá de las declaraciones y arengas de las fuerzas políticas en pugna, son dos cuestiones fundamentales, por una parte el dominio mas o menos definitivo del modelo liberal en tres variantes: neoliberalismo, liberal populismo y liberal progresismo, acaso como único espacio donde los actores políticos y sociales puedan jugar y desplegar sus estrategias. Por otra, el comando político de dicho modelo, ya sea como el mantenimiento o cambio de las elites.

Del total de candidaturas, que son cuatro, tres de ellas o son de la Concertación o provienen de una escisión de ésta como bloque en el poder: La de Eduardo Frei que es propiamente la candidatura de la Concertación en descomposición y crisis. La de Marco Enríquez-Ominami, candidatura independiente pero que representa la mitad de la votación de la Concertación otrora unida y la de Jorge Arrate, de la izquierda histórica comunista, que hasta el año 2005 representó el voto refractario al orden concertacionista-derechista y neoliberal.

En Chile, a diferencia de otros países de la región, siendo la izquierda una fuerza importante aproximándose al 26 o 27%, está no se ha constituido en una alternativa autónoma, con una estrategia, un programa y una organización, que le permita liderar los procesos de cambio. No hay izquierda unida. Por una parte la candidatura de Enríquez-Ominami, que fuera sistemáticamente ninguneada por los líderes de los partidos de la Concertación, se ha constituido en una poderosa fuerza política, de corte socialdemócrata liberal o liberal progresista, más a la izquierda del neoliberalismo freista, y que en su constitución interna ha sabido agrupar prácticamente a la mayoría de la izquierda chilena anti concertación y ha sumado en sus filas a una derecha de carácter díscolo, anti Piñera, que es el candidato de la derecha pinochetista tradicional.

Jorge Arrate y el Partido Comunista, han dado un giro hacia el proyecto Concertación, aliándose en lista parlamentaria única y llamando indirectamente a votar por Frei en segunda vuelta. Tal como lo dijera un antiguo dirigente del MIR, Andrés Pascal Allende, hoy en el comando de Enríquez-Ominami, "...Para quien sea realmente de izquierda es incomprensible que, por estrechos intereses partidistas, el PC se comprometa a apoyar a Frei, se preste a darle oxígeno a una moribunda Concertación y se reste al esfuerzo común de construir la Nueva Mayoría Popular". Tomando los análisis del Director del Diario Digital El Mostrador, de una u otra manera el Partido Comunista y en ello ha arrastrado necesariamente al candidato Arrate, se ha convertido en la quinta fuerza política concertacionista.

Así, la izquierda dividida, no logra aprovechar la oportunidad de asestarle un golpe definitivo al proyecto concertacionista-neoliberal, en tanto si fuera unida, probablemente podría ganarle a la candidatura de Frei en primera vuelta y estar en condiciones muy mejoradas de triunfar sobre la derecha pinochetista.

Frei y las fuerzas políticas concertacionistas, vienen al menos desde las elecciones municipales pasadas, en franca baja, aún cuando sus personeros, comunistas incluidos, hayan querido mostrar los resultados de dichas elecciones como un triunfo, celebrando en el Palacio Presidencial juntos.

Sólo una muestra de la elección anterior, tal como lo plantié el año 2008: Si trabajamos un conjunto pequeño de índices de la elección de alcaldes, tenemos que la alianza por Chile, la derecha, el pinochetismo remozado, sacó un 40, 49% de los votos en alcaldías, y la Concertación gobiernista, un 38,43%.

La alianza derechista hoy gobierna un total de 140 alcaldías y la Concertación 147 y si consideramos la cantidad de personas que estos dos bloque gobiernan desde las comunas, tenemos que la alianza influye sobre 3.697.070 ciudadanos y la concertación sobre 3.152.415, es decir la derecha tiene influencia local sobre 600.000 chilenos y chilenas más, en un período altamente crítico de la campaña presidencial.

Una de las explicaciones de la baja concertacionista, es que el conglomerado no se ha diferenciado suficientemente en su concepción de sociedad y en sus política económicas de la derecha pinochetista, por mucho que trate de mostrarse distinta desde sus políticas asistenciales (la llamada Red de Protección Social de Michelle Bachelet) o en su visión y vocación democrática. En el sentido de lo anterior, la ciudadanía al no diferenciar entre Concertación y derecha en su modelo de crecimiento y desarrollo y formas elitistas de hacer política, no duda en castigar a la Concertación votando preferencialmente derecha.

Es cierto, y no podemos dejar de hacer distinciones, que la política concertacionista no es de un neoliberalismo a ultranza, en tanto justamente se preocupa de manera gradualista de mantener niveles de ayuda a los sectores más desposeídos y marginados de los procesos de modernización, desarrollando políticas asistenciales y focalizando el gasto social a estos sectores, pero en término globales, se ha movido en la reforma y optimización del modelo de crecimiento y desarrollo legado por Pinochet.

Una muestra de lo anterior, es que los empresarios de los distintos sectores y sobretodo la burguesía financiera, han celebrado a los gobiernos concertacionistas como aquellos en los que han obtenido mayores oportunidades de inversión interna y externa y las más altas tasas de ganancia. El conglomerado, durante los últimos 20 años, ha realizado una política sistemática de apertura al exterior con la firma de grandes tratados de libre comercio y ha generado enormes oportunidades de inversión extranjera en la minería, en el sector pesquero y forestal, realizando además las privatizaciones del agua, la energía y telefonía entre otras, gran parte de ellas hechas por Eduardo Frei cuando fue Presidente. Si es posible definirlo en pocas palabras, los chilenos y chilenos hemos vivido bajo los gobiernos concertacionistas la variable "de justicia social en libertad" del liberalismo pinochetista.

Finalmente tenemos a la derecha chilena hoy representada por Sebastián Piñera. Es esencialmente el proyecto tradicional del pinochetismo, libre mercado a ultranza y paternalismo y exclusión política, escenario que hemos vivido desde el año 1990 hasta hoy, bajo la Constitución del 80 y el sistema binominal creado por la misma derecha.

Sumado a esto y más allá de la necesaria renovación de sus cuadros, gran parte de los que eventualmente serían los personeros del gobierno derechista, fueron estrechos colaboradores y gestores de la dictadura. Finalmente Piñera ha defendido la Red de Protección Social y dice que la desarrollara aún más. En cualquier caso a esta especie de populismo pinochetista, si bien no logrando cumplir ciertas ofertas, no le será difícil moverse en una mixtura entre las políticas asistenciales de la Concertación y la propia concepción de una sociedad de libre mercado. Una especie de variable neoliberal extrema de la "justicia social en libertad" concertacionista.


El liberalismo se impone

Todos los sectores políticos más allá de sus programas o dichos, son de cierta manera variables del liberalismo. Piñera su representante más duro, el neoliberalismo original, Frei el liberal-populismo o el neoliberalismo en equidad y justicia social, que ha tratado de frenar hasta cierto punto, la concentración de la riqueza inherente al modelo, y Enríquez que no es sino en su propuesta, una cierta vuelta atrás a la promesa inicial de la Concertación, de mayor justicia social y equidad hacia el mundo de los trabajadores, y una crítica descarnada y justa a la élite concertacionista (que de alguna manera ha capturado al Estado y a clientelizado las relaciones, tanto con sus propios partidarios como con la sociedad civil) En suma, un liberal progresismo más radical que el de la Concertación. Y finalmente Arrate, el que representaría la crítica más pura de la izquierda histórica contra el liberalismo, expresada en su Programa, pero que borra con el codo lo que escribe con la mano, en el sentido que ha llamado a votar en segunda vuelta por el candidato más derechista de la socialdemocracia, Frei y se hace partícipe de la estrategia comunista de co-gobierno y unidad parlamentaria con la Concertación. Al respecto, lo que está haciendo Arrate y el PC en particular bajo la justificación de romper la exclusión de los comunistas en el parlamento y de derrotar a la derecha, es una clara demostración de lo peor de la antigua política de palacio, en que los candidatos y las fuerzas políticas creen poder plantear consignas maximalistas o críticas radicalmente democráticas, justamente para de manera pragmática actuar en el sentido contrario.


Algunas proyecciones

Dada la totalidad de las encuestas políticas realizadas, la derecha se impone sobre los dos candidatos socialdemócratas, Frei y Enríquez, y este último hasta hoy no logra acumular más votos que la propuesta freista. La suma de los dos es superior a la votación derechista pero no alcanza al 50% y está muy por debajo del 48% o 49% histórico en primera vuelta.

Por otra parte, las encuestas sobre la segunda vuelta, muestran un triunfo claro de la derecha sobre Frei y un empate técnico de ésta con Enríquez-Ominami. De esta manera se ha impuesto en el debate de las últimas semanas, que si Enríquez-Ominami gana en primera vuelta, podría efectivamente dar una pelea mano a mano a la derecha pinochetista y derrotarla. No así si gana Frei, puesto que ha sido un candidato extremadamente débil, que no ha sido capaz de superar la distancia de 10 puntos que tiene con Piñera y a su vez porque en segunda vuelta, los votos de Enríquez-Ominami no irían a la Concertación, ya que un 30% de ellos es de derecha y el resto de una izquierda probadamente anti concertacionista, que jamás votaría por Frei o por un conglomerado en plena descomposición.

Mirando el escenario de este modo, la actitud de la izquierda histórica minoritaria, cercana al 6%, al tener candidato propio y unirse estratégicamente al freismo en lista parlamentaria y apoyo presidencial, realmente lo que hace, es restarle la posibilidad a Enríquez-Ominami de ganarle a Frei para competir y eventualmente ganarle a la derecha pinochetista de Piñera en segunda vuelta. Por que finalmente, lo que se está jugando al menos para la izquierda histórica arratista y la Concertación, es el triunfo o la derrota de una derecha en franca alza. Pero las acciones realizadas por estos actores, han sido incluso en está lógica, absolutamente erráticas.

La contradicción derecha-democráticos, es a estas alturas, una falsa disyuntiva, al menos en lo que se refiere al modelo de desarrollo y crecimiento y al tipo de democracia construida, pues de ganar cualquiera de los tres candidatos fuertes, es decir Piñera, Frei o Enríquez-Ominami, será el triunfo de las variaciones del modelo de mercado y de una democracia más o menos excluyente.

Sin embargo, si bien no está en juego el modelo mismo en toda su extensión, si está en juego su comando político y en ese sentido no da lo mismo quien lo lidere, puesto que de los tipos de destacamento que dirijan el aparato del Estado, dependen las variaciones más reaccionarias o más progresistas del modelo en su conjunto. De dirigirlo la derecha será el extremo del modelo neoliberal, de ganar la concertación, el mantenimiento y conservación de lo actual, un liberal populismo y de ganar Enríquez-Ominami, la posibilidad de la reunificación de la izquierda, si no bajo propuestas socialistas, al menos organizacionalmente, y a su vez la probabilidad del cumplimiento de una nueva promesa a la sociedad chilena, de la creación de un modelo socialdemócrata liberal progresista, estilo Correa en Ecuador o Lula en Brasil.

Tal cual está el escenario político electoral chileno y de mantenerse así, con la crisis de la izquierda que marca mucho la contienda y sumándole a esto la crisis de la concertación, la crisis económica y la crisis del conjunto del sistema político electoral, que se expresa en que entre 5 y 6 millones de chilenos y chilenas no adscriben a ninguna fuerza política y candidaturas, es altamente probable que gane la derecha pinochetista en las próximas elecciones presidenciales.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Marco Enríquez-Ominami, Pascal Allende y la Nueva Mayoría ¿La necesaria Vuelta de Tuerca?



x Fesal Chain
Sociólogo

He reiterado muchas veces, hasta la majadería, que en mis distintos documentos o artículos políticos, intento cumplir mi rol de sociólogo, tal cual se ha ido redefiniendo este rol de manera cada vez más enriquecedora desde el marxismo y su concepción de alienación, hasta el post marxismo y la sociología de Pierre Bourdieu. Lo anterior es de una importancia central, puesto que la suma de mis artículos más que una defensa de la sociología o de caminos políticos específicos, es una defensa de la comprensión de lo social y lo político, más allá de los deseos e intereses y de un permanente discurso agitativo, propio por lo demás del campo de la política y de los hombres y mujeres que la hacen en su pasión.

Como este artículo no trata de la sociología sino sobre la política, no me alargaré demasiado en el primer punto, que no es sino una definición epistemológica, que creo necesaria para el análisis posterior.

Parafraseando a Pierre Bourdieu en su texto Lección sobre la lección, “el sociólogo debe desprenderse de todas las adherencias, mediante las cuales un agente social se aferra a un grupo, sin renegar de las creencias constitutivas de toda pertenencia o identidad, pero renunciando a todo lazo de afiliación o filiación. Así, consciente de sus propios condicionamientos sociales no puede acceder a la lucidez que alcanza toda especie de “desarraigo social”, sino a condición de denunciar la representación populista del pueblo (que no engaña más que a sus creyentes), y la representación elitista de las elites (construida para engañar a la vez a quienes a ella pertenecen y a quienes no pueden alcanzarla).

Por intermedio del sociólogo, agente histórico históricamente situado, sujeto social socialmente determinado, la sociedad en la cual la historia sobrevive se vuelve un momento sobre sí misma, reflexiona y a través de ese individuo, los demás agentes sociales pueden saber mejor lo que ellos son, lo que ellos hacen. Pero esa tarea es precisamente la última que confiarían al analista del poder, quienes se encuentran comprometidos con el desconocimiento, la negación, el rechazo del saber y que están dispuestos a reconocer como “científicas” todas las formas discursivas que no hablan del mundo social o que hablan de manera tal que en realidad no hablan de él.” (1)

Pasando ya al análisis político, Andrés Pascal Allende otrora Secretario General del MIR, ha realizado importantes declaraciones en la Revista Qué Pasa y a su vez ha escrito un documento titulado “Votar por Marco es votar izquierda”. A mi juicio sus declaraciones son dignas de análisis y de contra argumentación. Desgraciadamente, y no sólo por la polarización política producto de la lucha electoral, en Chile se está haciendo costumbre descalificar de la manera más burda y personal, a quienes disienten ya no sólo del orden concertacionista, sino también de la propuesta arratista-comunista. Debemos salirnos de aquello. Pascal Allende ha planteado cuestiones que en primer lugar, lo catapultan nuevamente al escenario de la lucha política, cuestión no menor. En segundo lugar, ha realizado ciertas declaraciones, y no otras, que son significativas para el mundo de la izquierda en su conjunto.

Antes de entrar al análisis de lo planteado por Pascal, deseo fijar lo que ha sido mi análisis del fenómeno político de Enríquez-Ominami y en general de las candidaturas de la izquierda fuera de la concertación. Todo está escrito y nada puede ser borrado con el codo. Sin embargo cuando uno realiza ciertos análisis, los efectúa a la luz de los hechos existentes, hoy efectivamente se han constituido nuevos hechos sociales y políticos que efectivamente cambian los análisis. No sustancialmente, pero si los enriquecen de modo cualitativo.

He afirmado en múltiples artículos que el fenómeno Marco Enríquez, es un fenómeno político hijo del liberalismo. Plantié que su candidatura, se parecía mucho a una operatoria de la elite de la izquierda liberal, anti Tironi y crítica del Laguismo. Que prefiguraba y expresaba una fuerte pugna entre los socialistas liberales y los ex mapu y los laguistas ambos propiamente neoliberales. Y que era también una pugna clara y pura de poder al interior de la socialdemocracia entre los más izquierdistas y los derechistas, más que una diferenciación ideológica de fondo.

En suma, que la candidatura de Marco Enríquez y también en su momento la de Navarro y la de Arrate como escisión socialista, no eran la génesis de una nueva propuesta de la izquierda chilena para el Siglo XXI, sino la crisis de una izquierda de viejo cuño y la descomposición y la división de la ya fracasada apuesta concertacionista. La muerte de lo viejo y no el nacimiento de lo nuevo.

Hace una semana o menos Andrés Pascal Allende ha afirmado lo siguiente:

“Desde el término de la dictadura militar, ninguna elección presidencial ha tenido tanta importancia para la izquierda chilena como la presente. La base izquierdista de la Concertación no está dispuesta a seguir aceptando el reinado de las cúpulas partidistas con su suerte de cogobierno neoliberal con la derecha, su absoluta falta de voluntad de terminar con el binominal y democratizar el sistema político, su complacencia con la escandalosa desigualdad económica y social imperante en el país, y la impunidad de la corrupción y de los delitos de cuello y corbata”.

Y continúa: “Expresión de ese malestar fue el abandono de la Concertación de dirigentes como Navarro, Arrate y Marco Enríquez-Ominami, quienes levantaron candidaturas presidenciales en confluencia con la izquierda extraparlamentaria que el sistema binominal había mantenido por décadas en la marginalidad política. Se abrió así la oportunidad histórica de reconstituir una gran fuerza electoral de izquierda.

Así según Pascal: “Alejandro Navarro tuvo la lucidez de percibir esta realidad y, con consecuencia izquierdista, sumó las fuerzas del MAS a la candidatura de Marco. Pero lo que es sorprendente es que justo en el momento en que se profundiza el agotamiento del duopolio Alianza-Concertación y se ha abierto la posibilidad histórica de construir una mayoritaria izquierda progresista, el Partido Comunista haya optado por establecer un pacto con la cúpula concertacionista a cambio del apoyo de ésta a cuatro candidatos a diputados comunistas -que difícilmente saldrán electos- y por la oferta de participar en un -también totalmente improbable- segundo gobierno de Frei.”

Para terminar reafirmando que: “…Para quien sea realmente de izquierda es incomprensible que, por estrechos intereses partidistas, el PC se comprometa a apoyar a Frei, se preste a darle oxígeno a una moribunda Concertación y se reste al esfuerzo común de construir la Nueva Mayoría popular”.

Andrés Pascal tiene razón en algunos aspectos de carácter estratégico. Es muy cierto que “…desde el término de la dictadura militar, ninguna elección presidencial ha tenido tanta importancia para la izquierda chilena como la presente”. Y no es difícil de explicar: La alianza socialdemócrata neoliberal está en una crisis terminal, la izquierda más crítica de este neoliberalismo se ha desgajado, no es tan cierto que sean las bases concertacionistas como más bien la elite liberal a secas, que ha sido desafectada de los espacios de mayor poder.

También es cierto que esta elección es importante porque por primera vez desde hace 20 años dada la magnitud de la crisis de la concertación y sus fracturas, es posible conformar una nueva fuerza política no estrictamente concertacionista, aunque en gran proporción provenga de ella, e incluso como piensa Pascal con las fuerzas extraparlamentarias históricas, es decir con el partido comunista.

Y es cierto que se hace incomprensible que el partido comunista se haga aliado estratégico de un bloque gobernante en franca decadencia, que históricamente jamás fue una alternativa ni siquiera cercana ni a los diagnósticos, ni a las estrategias de la izquierda histórica comunista, que siempre levantó las banderas de construir un camino antineoliberal, equidistante de la derecha como de la concertación.

Hay cuestiones, eso si que Pascal no nombra ni esclarece, acaso porque no fueron interrogantes de la entrevista, pero tampoco lo hace en su documento:

Que efectivamente el proyecto de Enríquez Ominami es socialdemócrata y liberal, es decir que no se distingue sustancialmente de la propuesta concertacionista, sino en la profundización o mejor dicho en la activación de aquello que siempre ha sido agitado por la concertación pero nunca realizado. Vgr: “Terminar con el binominal y democratizar el sistema político, luchar contra la desigualdad económica y social imperante en el país, contra la corrupción y los delitos de cuello y corbata”. Pascal nada dice sobre el cambio del modelo monetarista, sobre la nacionalización de los recursos naturales o sobre un mayor rol del Estado en un modelo económico distinto al actual.

También se le olvida mencionar a Pascal lo que históricamente el mirismo levantó como objetivo central de la transición, sacar de los territorios sociales y políticos a un pinochetismo neo fascista, representado por los sectores más militaristas, por los agentes de la DINA-CNI-DINE, y por aquellos sectores políticos representados por la UDI y la ultraderecha de Renovación Nacional. Enríquez Ominami sólo ha criticado la traída de vuelta del dictador, pero no ha sido explicito en cómo se operará sobre estos sectores en el ámbito político, social, cultural, económico, judicial y policial.

Probablemente tanto por sus planteamientos de ciertos cambios, como por su origen y conformación, el proyecto ME-O, es la izquierda, pero Andrés Pascal debe reconocer que es la izquierda en una estrategia gradualista y socialdemócrata liberal en su programa y políticas y probablemente más cercana a los modelos europeos y no a la derechización socialdemócrata que se ha dado en Chile y que expresa la concertación.

Por otra parte, Pascal no nombra ni describe la conformación real del proyecto de Enríquez a nivel de la participación de fuerzas o destacamentos políticos y culturales en su interior, sólo habla de correlaciones de fuerza entre la izquierda y el liberalismo de derecha en su seno.

El proyecto ME-O es evidentemente, lo que yo ya había mencionado, una suma de sectores, primero de los socialistas desencantados de la proporción y lugar que ocupaban en la distribución del poder concertacionista, en el proyecto neoliberal de esta. Me refiero al mismo ME-O, Navarro, Carlos Ominami y otros sectores de la izquierda críticos de los príncipes socialistas y del escalonismo. Segundo y ya lo había mencionado, de un sector importante acaso el 30%, que proviene del liberalismo CEP o díscolos de derecha, los mismos que alguna vez apoyaron a Lagos y no a Lavín, y en tercer lugar, efectivamente de sectores que yo no había nombrado, esperando su expresión pública: importantes destacamentos miristas, provenientes tanto de la concertación como fuera de ella, representados por el mismo Pascal, por Marambio, probablemente Moreno, Torres y otros, y finalmente un sector de dirigentes miristas del Movimiento Democrático Popular (MDP), de los años `80.

Este artículo tiene como objetivo central, lo que propongo en las primeras líneas a propósito de la sociología: denunciar la representación populista del pueblo, y la representación elitista de las elites.

Con esto me refiero a una cuestión clave planteada por Pascal: “(Los) procesos (de crisis. Nota del Autor) comienzan justamente por una crisis en la elite. Y evidentemente que una persona que está formada en una elite -tampoco entre los más ricos, pero sí en una clase media acomodada- se forma con una seguridad de lo que es capaz de hacer. Miguel era igual”.

Pero el punto no es sólo ese y así fuera, prácticamente quedaríamos en lo mismo que la promesa inicial concertacionista. Y he aquí mi denuncia anticipada ya sea a la representación populista o la representación elitista del poder. Si se trata meramente de conformar una nueva elite, sería el proceso de una representación elitista, que seguiría en la lógica de la concertación que no es sino la lógica paternalista de la burguesía democrática y de la pequeña burguesía aliada a ella. Esta fue la visión de Eugenio Tironi al llegar de su doctorado en París sobre Emile Durkheim. Y obviamente fue la propuesta dominante de la concertación, la necesidad de cambiar a la elite cívico-militar, para que la nueva elite hiciese una oferta o promesa tan potente, que reencantara a las masas anómicas, después de sucesivas crisis económicas y políticas bajo el pinochetismo. Ya sabemos, por experiencia propia, que cuando se construye y rediseñan elites, se licencia al pueblo en su conjunto, y la vez se reconstruye sobre todo una casta política y militar susceptible de corrupción, de tráfico de influencias, de abusos y clientelismo.

Si se tratase en la propuesta de Pascal de prometer cambios del tenor que ha descrito, se puede caer fácilmente en un intento de representación populista, en el sentido de criticar a Pinochet pero seguir conviviendo y permitiendo el crecimiento y empoderamiento del pinochetismo, y a la vez prometer simbólicamente cambios de mayor justicia social e igualdad desde la economía, pero que desde las meras políticas públicas optimizadas o de una modificación en la política tributaria, no se proponen cambios reales a nivel del modelo monetarista, de la concentración de la riqueza, de la mayor participación en el producto de los trabajadores y en general de la transformación del descarnado modelo de libre mercado a ultranza. También fue la promesa concertacionista, en suma el liberal populismo del que nos habla Gabriel Salazar.

Sin caer en denostar el origen o determinación social de Pascal, pero si analizando sus propias declaraciones al respecto y su historia política, es posible atribuirle a el mismo una concepción elitista o desde arriba del cambio, muy cercano a la pequeña burguesía ilustrada chilena y a los dirigentes cubanos de la revolución, cuando justamente la crisis de la concertación no es solamente una crisis de las elites y de su oferta, sino en lo fundamental una crisis de representación del sistema político en su conjunto y a su vez de participación del mundo social y popular y de los cuadros políticos más progresistas de la izquierda en los procesos políticos y económicos de crecimiento y desarrollo. Por una parte no es menor que prácticamente casi 6 millones de chilenos y chilenas hayan construido una concepción individualista y liberal de sus vidas y de cómo enfrentar su problemas de sobrevida, y se coloquen afuera de la lucha electoral determinante y la ninguneen como un espacio y campo ilegítimo, no creíble, distante y decadente al fin y al cabo para sus propias pretensiones de cambio.

También olvida Pascal, y esto como un tema sensible al problema de la participación y acaso necesario cambio de mentalidad y cultura del mundo popular, que gran parte de los luchadores sociales y políticos contra el pinochetismo y especialmente la generación de los 80 fueron los verdaderos desterrados de los territorios sociales y políticos tanto a nivel local como central, y que la concertación ha construido más bien en base a operadores políticos una clientela en el Estado y en la sociedad civil y que nunca promovió genuinamente una participación de profesionales, intelectuales, artistas, gestores locales etc., etc., para el diseño y desarrollo de políticas sociales y construcción de un verdadero empoderamiento de la sociedad civil en general y del mundo popular en particular, en relación a sus capacidades de emprendimiento no meramente microempresariales, sino de gestión política de su propia vida.

Tan cual el mismo Pascal dice: “Hacer política es intervenir dentro de la lucha social y generar nuevas bases de poder desde la sociedad”. Y en el sentido de lo anterior se echa de menos una mirada menos vanguardista y más movimientista de la construcción de fuerza social y política popular, y aclaro, que si bien creo que las crítica de Pascal son enormemente superiores a lo que yo llamaría las renuncias del comunismo chileno, estas no bastan para configurar una apuesta de izquierda, desde donde justamente la izquierda se alimenta y crece, desde el mundo social y popular y su protagonismo, que en el discurso de Pascal está ausente o más bien lo configura como mera ciudadanía.

Una última cuestión respecto de las declaraciones de Pascal, cuando dice que: “…yo no estoy renovado, estoy tratando de ser lo más consecuente con mi pensamiento marxista. Porque una lectura marxista de la realidad da cuenta de los procesos históricos, de las situaciones y periodos de la lucha de clases y lo que hoy vivimos en Chile es el inicio de un proceso de crisis política y de cambio cultural tal como lo fue, en cierto sentido, el de los años 60”. Yo le creo en ese sentido, justamente por que al menos en su análisis va generando una discusión y una propuesta más realista de lo que sucede hoy, y por lo tanto más interesante y de mayor convocatoria, pero también más criticable o contra argumentable en el fondo y no meramente en las formas, como permanentemente uno se obliga cuando discute con la izquierda histórica.

Espero que este artículo cumpla su cometido, ser un análisis desde la sociología política de las limitaciones elitistas y populistas de la propuesta de Enríquez Ominami, que de ser consideradas, puedan generar un acercamiento mayor a una genuina propuesta de la izquierda, una nueva vuelta de tuerca, que avance sobre el neoliberalismo socialdemócrata y pinochetista, sin caer en la vieja tradición del liberal populismo inaugurado en su versión actualizada por la concertación.





(1) Ensayo de Fabián Sanabria S., construido, a manera de paráfrasis o versión libre y comentada, con base en la lección inaugural de Pierre Bourdieu presentada el 23 de abril de 1982 en la cátedra de Sociología del Colegio de Francia. Pierre Bourdieu, Leçon sur la leçon. Leçon inaugurale prononcé au College de France le vendredi 23 avril, 1982, Edtions du Minuit, Paris, 1982.