viernes, 11 de marzo de 2011

La Revolución Arabe, el Islam, el Imperialismo y la Izquierda latinoamericana


Fesal Chain
poeta, narrador y sociólogo chileno


1.- Introducción a propósito del artículo "Breve reflexión sobre las revueltas en el mundo árabe o la construcción social de realidad"

En dicho artículo explique que "la variable Islámica (para nosotros una variable, pero para el mundo árabe toda su cosmovisión) es fundamental". Y si es posible hablar de hipótesis, el planteamiento central fue que "el eje(...) de los levantamientos es la cosmovisión islámica no meramente contra las autocracias, sino contra toda forma que se aleja del Islam y de su preceptos genuinos (que es una evaluación dinámica de las masas y líderes islámicos que se levantan), esta evaluación incluye ciertamente a sus dirigentes (sean o no sean islámicos) y los modos occidentales de gobernar al interior de cada país árabe y obviamente los modos occidentales, imperialistas, colonialistas y europeizantes de Israel y sus aliados.

De esta manera "cualquier evaluación de los levantamientos en el mundo árabe no tiene una explicación occidental, desde la crisis económicas o desde las motivaciones de mayor o menos democratización al estilo occidental de los regímenes políticos, o desde la lucha de clases, sino desde la reacción profunda de los movimientos políticos y sociales islámicos que presionan a sus enemigos y adversarios internos y externos, en el primer caso fundamentalmente a adoptar las correcciones del modo de vida en todas las dimensiones de la vida y en el segundo caso, esencialmente como un movimiento de auto determinación de su cultura, como preservación de la autonomía contra la impuesta cosmovisión Neocon y Liberal".

2.- El Islam está presente

Bien, planteado lo anterior, he encontrado un artículo extremadamente clarificador de mi propio análisis en el Diario Página 12, escrito el Jueves 10 de Marzo por Norberto R. Méndez (1) , titulado El Islam está presente. En dicho artículo el autor plantea una cuestión importantísima para generar un marco explicativo de la Revolución Aŕabe, a partir de las características específicas de cada nación en la que las revueltas se suceden:

"...La información que brindan casi todas las redes de comunicación nos habla de la ausencia de factor religioso alguno entre los protagonistas de esta oleada democrática. Sin embargo, una mirada más atenta nos muestra que el Islam está presente bajo diferentes formas. (...) Podemos ver signos de esta presencia islámica, en su modo específicamente religioso y también religioso-político en cada uno de los países convulsionados.

(...) En Túnez, donde comenzó todo, el retorno del líder exiliado Rashid Al-Ghannoushi, fundador del partido islamista Ennahda (Renacimiento), fue celebrado por miles de partidarios. Ghannoushi ha declarado que su agrupación no busca establecer un estado islámico sino que el modelo turco de islamismo moderado.

(...) En Egipto, los Hermanos Musulmanes apoyaron la rebelión espontánea de los millones que determinaron el derrocamiento de Mubarak, aunque no puede decirse que fueron los impulsores de este movimiento de masas pero constituyen un factor insoslayable en cualquier ordenamiento político que resulte de esta pueblada, puesto que tienen un trabajo territorial entre las masas y los sectores medios bajos organizando clubes juveniles, centros de ayuda social, hospitales, organizaciones femeninas y culturales a pesar de la represión salvaje y el encarcelamiento de muchos de sus militantes. Están allí donde el Estado está ausente, desmantelado por las economías neoliberales.

El caso de Libia es muy revelador de la complejidad del Islam. Khadafi accedió al poder derrocando a la dinastía de la orden islámica Senussi, la cual a su vez había luchado bravíamente contra el invasor italiano a principios del siglo XX. El líder libio pretendió establecer una suerte de socialismo islámico al comienzo de su revolución, pero siempre persiguió a los políticos islamistas. Hoy sus opositores flamean la antigua bandera creada por la orden Senussi y gritan el característico Allahu Akbar (Dios es el más grande) cuando combaten contra las fuerzas oficialistas, pero no se definen políticamente como islamistas. Otra cuestión paradójico es que Khadafi acusa a la organización islamista Al Qaida de estar detrás de la insurrección, y la secretaria de Estado Hillary Clinton acusa a Khadafi de estar ligado a la misma organización islámica".


3.- Ahondando en el caso Libio

Teniendo como marco explicativo "que el Islam está presente bajo diferentes formas" en la Revolución Árabe y considerando el ánalisis de Norberto R. Méndez en el caso Libio que: "Khadafi accedió al poder derrocando a la dinastía de la orden islámica Senussi, la cual a su vez había luchado bravíamente contra el invasor italiano a principios del siglo XX. El líder libio pretendió establecer una suerte de socialismo islámico al comienzo de su revolución, pero siempre persiguió a los políticos islamistas", el problema, insisto, es entender las claves internas del conflicto y no hacer, por ejemplo, un análisis mecánico desde el modelo de la Guerra Fría o del modelo de intervención en Iraq.

El problema en Libia no es el Imperialismo como causa, sino la construcción por parte de Gadafi de una casta dirigencial aliada de Occidente y de un modelo que hace muchísimo que no es panarabista ni socialista, sino que promueve el el libre mercado y la intervención extranjera en Libia desde la inversión extranjera, y que el levantamiento en Libia es de los sectores islámicos, contra esas castas de dirigentes y ese proyecto occidentalista.

Que el Imperialismo europeo, norteamericano y sionista, comiencen a construir a su vez estrategias para incidir en la resolución del conflicto es evidente, cada vez que existen contradicciones internas de tal envergadura el Imperialismo tratará de imponerse. Pero no es el Imperialismo el que "generado" tal revuelta.

Desde la perspectiva islámica en Libia: "Khadafi es el enemigo de Dios" dicen las masas sublevadas, es decir eso significa para los que quieran entender dicha cosmovisión, que es enemigo de las Normas personales, comunitarias, sociales y económicas del Corán y de las Sunas del Profeta, es decir de la Chariaa, del modo de corrección de vida, de la justicia social , de la igualdad y del buen gobierno y que ha traicionado y se ha alejado de su pueblo.

El conflicto entonces es tripolar. Es preciso entender en Libia y en el mundo árabe que la lucha es entre las masas islámicas aliadas a muchos grupos pro democracia y justicia social contra las autocracias, alejadas del pueblo o tiranizándolo. Y que además en esta lucha el Imperialismo desea ganar y dominar.

3.1 En relación al Imperialismo

Evidentemente el imperalismo tampoco es el mismo de la Guerra fría y de la época de Bush padre, es mucho más sofisticado y su intromisión en el mundo árabe, hoy después de Bush hijo y el 11S, configura una injerencia a través de los procesos internos, no a rajatabla como el caso de Iraq y Afganistán. De hecho no es lo mismo anular el espacio aéreo que es un acto de guerra a intervenir con tropas masivas en terreno libio , esa distinción es fundamental aún cuando lo primero es también una expresión de la injerencia. No es un Imperialismo "bondadoso" sino uno que trabaja en función de las nuevas realidades, no así la Izquierda latinoamericana tradicional, que sigue en la lógica de la lucha colonial y paralelamente defiendo modelos autocráticos como el Libio, por intereses políticos, de defensa del modelo económico que representa y comerciales. De esta manera, la lucha teórica de esa izquierda con respecto al fenómeno libio, esta retrasada y a la vez fuertemente influida por dichos intereses.


4.- Fidel Castro y la izquierda latinoamericana

El punto es que estamos inmersos en un cambio civilizacional tal cual fue la caída de los comunismos, donde el islam y las masas árabes han comenzado a despertar de su "largo sueño embrutecedor".

De esta manera, quedarse suspendido en el Gadafi de las décadas del 70 y 80 es un retraso analítico por parte de Castro. De hecho en su primer texto afirma que: "La Revolución Libia tuvo lugar en el mes de septiembre del año 1969. Su principal dirigente fue Muammar al-Gaddafi, militar de origen beduino, quien en su más temprana juventud se inspiró en las ideas del líder egipcio Gamal Abdel Nasser. Sin duda que muchas de sus decisiones están asociadas a los cambios que se produjeron cuando, al igual que en Egipto, una monarquía débil y corrupta fue derrocada en Libia. (...) Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días".

Pero Castro es un hombre inteligente y aún muy lúcido y sabe perfectamente que es un pobre argumento que el levantamiento libio es un montaje del imperialismo para controlar el petróleo. Pues hace décadas que Gadafi se había ganado la confianza de los centros de negocios del mundo para que las multinacionales invirtieran en su país. Europa no requería generar una guerra civil en Libia pues estaba explotando el petróleo libio en las más óptimas condiciones de inversión.

Por ello que no pudo sino hacer un segundo análisis donde justamente sitúa a Gadafi en el eje del Capitalismo de Estado. Lo dice textual: "Es un hecho irrebatible que las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN con Libia en los últimos años eran excelentes, antes de que surgiera la rebelión en Egipto y en Túnez. En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN ninguno de estos tenía problemas con Gadafi. El país era una fuente segura de abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido superados. Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción y distribución del petróleo. La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El Fondo Monetario Internacional ejerció su beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones"

A mi juicio entonces, Castro sólo habla, por una parte, desde la Guerra Fría, y por otra, desde sus intereses políticos y comerciales. Es decir desde una mirada bipolar y desde la defensa de un modelo y organización política que es la que quiere generar en la Cuba de Raúl, donde bastaría con que un régimen mantenga altas tasas de crecimiento y de redistribución, con altas tasas de inversión extranjera y convenios internacionales para ser legítimo frente a su pueblo.

En relación a lo propiamente comercial, todos sabemos que Venezuela es un soporte de gran importancia para Cuba hoy, y que para Castro de modo indirecto, Libia es un fuente de apoyo fundamental. Para aclarar este punto basta con entender que: "En el último viaje del presidente Chávez a Libia, en octubre de 2010, se suscribieron 10 acuerdos, en el que resalta un fondo de cooperación bilateral por 1.000 millones de dólares, a ser creado por partes iguales entre los firmantes. Además del acuerdo energético, (...) existen un acuerdo de transporte marítimo y otro aéreo (...) ; un convenio sobre agricultura (en (...) ganadería de carne, leche, arroz y turismo ecológico en el hato Piñero). También se suscribió un memorando de entendimiento para cooperación comunicacional entre la Nueva Televisión del Sur y el Instituto General de Radio y Televisión de la Gran Yamahiria; otro para la cooperación interinstitucional y educativa; un convenio de becas con la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho y la Escuela de Estudios Superiores de Trípoli; y un acuerdo para crear un grupo bilateral para complementación en industrias básicas y minería, manufactura y agricultura y comercio". (2)

Por todo lo anterior la izquierda latinoamericana, comandada aún por Castro, y por el propio Chávez, apoya el régimen de Gadafi. Porque cree que Gadafi es un modelo de acción política, económica y comercial . Y no lo es. Como tampoco Fidel, Raúl y la gerontocracia lo son para una buena parte del pueblo cubano. Y eso toda la izquierda lo sabe pero no lo dice.



Notas:
(1) Profesor de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires.
(2) Fuente: El 30 de diciembre de 2010 fueron publicados en la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 6.071 los 10 acuerdos suscritos por el presidente Chávez en su viaje a Trípoli, el 23 de octubre; y el 31 de diciembre de 2010 en la Gaceta Oficial, el Artículo 5 de la Ley Aprobatoria del Acuerdo de Cooperación Energética entre Venezuela y Libia.

sábado, 5 de marzo de 2011

Una historia que podría ser vuestra


Fesal Chain

Uno no escribe para sí mismo. Uno ni siquiera escribe meramente sobre uno mismo, y a veces aunque no se crea ni siquiera desde uno mismo. Lo particular de la vida de quien escribe, puede y debe a mi juicio, ser universalizable. Como dice Gabriel Zelaya, poeta español en su célebre poema "La poesía es un arma cargada de futuro":

"...Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho".

Hoy por la mañana pensaba que era necesario mostrar a quienes me leen, lo que ha sido una especie de recorrido libremente elegido, pero de alguna u otra manera, aunque parezca una paradoja, un camino también obligatorio, la ruta de quien no tiene la intención de traicionarse a si mismo.

Para mi la dictadura pinochetista fue el mayor castigo que todos los chilenos y chilenas, aún los verdugos, y fundamentalmente las víctimas, pudieron haber tenido, al menos en la historia del Siglo XX. He escrito muchísimo de aquello no solamente desde el punto de vista de la filosofía política, sino desde mis vivencias personales.

Entré a la conciencia del mundo, es decir al primer septenio, con un Golpe de Estado. Con todo lo que ya conocemos y aún con todo lo que no conocemos ni imaginamos. A mis 14 años ciertamente no podía estar del lado de los verdugos, pero tampoco podía estar del lado de aquellos que no eran radicalmente opositores al genocidio. Mi conciencia me lo impedía. Busque, busqué lugares y mundos, grupos sociales y personas que pudieran sentir como yo y hacer en consecuencia lo que sentían y pensaban. Creo que lo logré en alguna medida, no en la que hubiese deseado según mi propia necesidad imperiosa de justicia, pero algo logré. Nunca mi intención fue hacerme a un lado. Sino todo lo contrario, hacerme parte, nombrando nuevamente a Celaya en su poema: nunca vivir la vida "como un lujo cultural (de) los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden".

La ideología, cualquiera que fuese, o la política misma como máquinas u organizaciones me importaba muy poco frente a la premura de una lucha que requería estar no sólo atento sino atentando. Atentando. Esa era la palabra. Subvirtiendo. Rebelando/se y rebelando a otros. Pero uno entra en el conocimiento, pues la práctica y no sólo la voluntad de erudición o sabiduría lo pone en dicha esfera. Entré entonces al marxismo como quien entra al mundo de las develación inconmensurable. Qué bello conocimiento, que bella auto imposición a la negación sistemática entre el decir y el hacer. Qué heroicos y heroicas, hermosos y hermosas compañeras de la lucha conocí en aquellos tiempos.

Pero como dicen los marxistas más lúcidos "solo la lucha te hace libre" y continué. Continué luchando. Y no meramente "contra otros" sino como el ejercicio fundante de encontrar un lugar en el mundo, el lugar específico de mis necesidades y capacidades, de mis fuerzas internas, de mis herramientas, de mi arado, de mi taller y de mi chacra. Pues dejé de sufrir y de ser auto indulgente en muchos aspectos personales y sociales de mi vida, y entonces elegí nuevamente: El camino de la palabra y del estudio sistemático, el camino del conocimiento como arma de liberación humana. Y esta elección no fue ni cómoda, ni entendida. Me acompañó la pobreza y la derrota, la soledad y las envidias, el juicio fácilmente emitido por quienes no me conocen, ni saben de mis motivaciones más profundas, o de mis sufrimientos y alegrías. Como dice una canción popular " qué sabe nadie".
Sin pretender intelectualizar en demasía esta mi historia, que podría ser la vuestra, y tal como afirmó Michel Foucalt allá por los años '80 convertí "...mi moral (como) «antiestratégica»: (pretendiendo) ser respetuoso cuando una singularidad se subleva, intransigente desde que el poder transgrede lo universal. Elección sencilla y dificultosa labor, puesto que es preciso a la vez acechar, un poco por debajo de la historia, lo que la rompe y la agita, y vigilar, un poco por detrás de la política, sobre lo que debe limitarla incondicionalmente. (...) No soy ni el primero ni el único en hacerlo. Pero yo lo he escogido". (1)

Así que dejé el marxismo como una ideología totalizadora y una práctica estática e incorruptible, y a la par comencé a observar a la izquierda chilena y mundial no como lo que fue, o podría ser, sino como la suma de deseos de hombres y mujeres que a mi entender particular, en gran medida han divorciado el decir del hacer. Es decir, han escindido el propio deseo, de la acción conducente a la justicia social, a la libertad, igualdad y fraternidad entre los hombres y mujeres de Chile y del mundo. Observé entonces a la izquierda en el Estado y fuera de él, como un poder más. Y con esto no pretendo erguirme yo mismo en la izquierda ideal en tanto tal, pues no existe sino lo que existe. Es largo explicarlo teóricamente pero está en mis ensayos especialmente en aquellos del Diario Digital G80. (Ver: http://www.generacion80.cl/noticias/columna_autor2.php?varautor=7604:)

Lo que si elijo nuevamente, es no quedarme en el deseo y en el divorcio infinito y menos en hacer propio aquello que negamos en otros y por lo que fuimos capaces de dar nuestras vidas para que justamente otros no lo hicieran: el amor al dinero, la pragmática, la construcción de una comunidad escindida y de castas privilegiadas que deviene en represión o las verdades reveladas por hombres y mujeres que se sienten y se sitúan como dioses . No, yo no entro en ese mundo, porque no me gusta ese mundo bajo ningún fundamento presuntamente científico o de la voluntad. Pero allá aquellos que creen que lo que hacen es efectivamente luchar por la liberación. Yo no soy quien para juzgarlos, pues realmente siento que no debo ni puedo emitir fáciles juicios sobre quienes no conozco, ni se de sus motivaciones más profundas o de sus sufrimientos y alegrías.

Pero yo sigo proponiéndome, aún con más fuerza y consciencia que ayer "nunca vivir la vida "como un lujo cultural (de) los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden". Atentando. Subvirtiendo, rebelando/me y rebelando a otros, contra todo poder que se hace inexorablemente ilegítimo cuando sobrepasa y domina a toda singularidad que se subleva, cuando dicho poder transgrede lo universal. Incluyo ciertamente a los líderes e iconos de una izquierda que cree que desde la comodidad de una cierta identidad obtenida en el pasado, está empujando el carro de la historia, cuando desde su vejestud lo que hace es detener el carro de los pueblos.

Por ello entro al conocimiento del nacional socialismo, o del islam, o del judaísmo, o del leninismo o de Marx y Heidegger, o del postmodernismo, o de la anti psiquiatría o del orgón, o de cualquier fenómeno, sin las anteojeras de tomar cómodamente palco en la agitación y propaganda, o desde una comunidad de intereses y deseos atiborrada de acólitos, monaguillos y guardianes convencidos, o parafraseando a Antonin Artaud, ocupando el mísero lugar del vocinglero imaginario, que sabe bien que no hará todo lo que aúlla y proclama.

Y finalmente, tampoco me paseo por el estudio del hombre y la mujer, del ser y del hacer, como un pretendido erudito de café o de realidades virtuales, pues sé muy bien, que la pluma que enarbolo como bandera me hace vivir como vivo, austeramente, y pagar las consecuencias libremente de lo que hago como escritor y hombre, y que dicha pluma me pone en riesgo muchísimo más de lo que creen los que fácilmente pueden enjuiciar mis palabras y etiquetarme como tal o cual, o como un tal por cual.



(1) Michel Foucault «Inutile de se soulever?», en Le Monde, n° 10.661, 11-12 de mayo de 1979, págs. 1-2.