viernes, 11 de marzo de 2011

La Revolución Arabe, el Islam, el Imperialismo y la Izquierda latinoamericana


Fesal Chain
poeta, narrador y sociólogo chileno


1.- Introducción a propósito del artículo "Breve reflexión sobre las revueltas en el mundo árabe o la construcción social de realidad"

En dicho artículo explique que "la variable Islámica (para nosotros una variable, pero para el mundo árabe toda su cosmovisión) es fundamental". Y si es posible hablar de hipótesis, el planteamiento central fue que "el eje(...) de los levantamientos es la cosmovisión islámica no meramente contra las autocracias, sino contra toda forma que se aleja del Islam y de su preceptos genuinos (que es una evaluación dinámica de las masas y líderes islámicos que se levantan), esta evaluación incluye ciertamente a sus dirigentes (sean o no sean islámicos) y los modos occidentales de gobernar al interior de cada país árabe y obviamente los modos occidentales, imperialistas, colonialistas y europeizantes de Israel y sus aliados.

De esta manera "cualquier evaluación de los levantamientos en el mundo árabe no tiene una explicación occidental, desde la crisis económicas o desde las motivaciones de mayor o menos democratización al estilo occidental de los regímenes políticos, o desde la lucha de clases, sino desde la reacción profunda de los movimientos políticos y sociales islámicos que presionan a sus enemigos y adversarios internos y externos, en el primer caso fundamentalmente a adoptar las correcciones del modo de vida en todas las dimensiones de la vida y en el segundo caso, esencialmente como un movimiento de auto determinación de su cultura, como preservación de la autonomía contra la impuesta cosmovisión Neocon y Liberal".

2.- El Islam está presente

Bien, planteado lo anterior, he encontrado un artículo extremadamente clarificador de mi propio análisis en el Diario Página 12, escrito el Jueves 10 de Marzo por Norberto R. Méndez (1) , titulado El Islam está presente. En dicho artículo el autor plantea una cuestión importantísima para generar un marco explicativo de la Revolución Aŕabe, a partir de las características específicas de cada nación en la que las revueltas se suceden:

"...La información que brindan casi todas las redes de comunicación nos habla de la ausencia de factor religioso alguno entre los protagonistas de esta oleada democrática. Sin embargo, una mirada más atenta nos muestra que el Islam está presente bajo diferentes formas. (...) Podemos ver signos de esta presencia islámica, en su modo específicamente religioso y también religioso-político en cada uno de los países convulsionados.

(...) En Túnez, donde comenzó todo, el retorno del líder exiliado Rashid Al-Ghannoushi, fundador del partido islamista Ennahda (Renacimiento), fue celebrado por miles de partidarios. Ghannoushi ha declarado que su agrupación no busca establecer un estado islámico sino que el modelo turco de islamismo moderado.

(...) En Egipto, los Hermanos Musulmanes apoyaron la rebelión espontánea de los millones que determinaron el derrocamiento de Mubarak, aunque no puede decirse que fueron los impulsores de este movimiento de masas pero constituyen un factor insoslayable en cualquier ordenamiento político que resulte de esta pueblada, puesto que tienen un trabajo territorial entre las masas y los sectores medios bajos organizando clubes juveniles, centros de ayuda social, hospitales, organizaciones femeninas y culturales a pesar de la represión salvaje y el encarcelamiento de muchos de sus militantes. Están allí donde el Estado está ausente, desmantelado por las economías neoliberales.

El caso de Libia es muy revelador de la complejidad del Islam. Khadafi accedió al poder derrocando a la dinastía de la orden islámica Senussi, la cual a su vez había luchado bravíamente contra el invasor italiano a principios del siglo XX. El líder libio pretendió establecer una suerte de socialismo islámico al comienzo de su revolución, pero siempre persiguió a los políticos islamistas. Hoy sus opositores flamean la antigua bandera creada por la orden Senussi y gritan el característico Allahu Akbar (Dios es el más grande) cuando combaten contra las fuerzas oficialistas, pero no se definen políticamente como islamistas. Otra cuestión paradójico es que Khadafi acusa a la organización islamista Al Qaida de estar detrás de la insurrección, y la secretaria de Estado Hillary Clinton acusa a Khadafi de estar ligado a la misma organización islámica".


3.- Ahondando en el caso Libio

Teniendo como marco explicativo "que el Islam está presente bajo diferentes formas" en la Revolución Árabe y considerando el ánalisis de Norberto R. Méndez en el caso Libio que: "Khadafi accedió al poder derrocando a la dinastía de la orden islámica Senussi, la cual a su vez había luchado bravíamente contra el invasor italiano a principios del siglo XX. El líder libio pretendió establecer una suerte de socialismo islámico al comienzo de su revolución, pero siempre persiguió a los políticos islamistas", el problema, insisto, es entender las claves internas del conflicto y no hacer, por ejemplo, un análisis mecánico desde el modelo de la Guerra Fría o del modelo de intervención en Iraq.

El problema en Libia no es el Imperialismo como causa, sino la construcción por parte de Gadafi de una casta dirigencial aliada de Occidente y de un modelo que hace muchísimo que no es panarabista ni socialista, sino que promueve el el libre mercado y la intervención extranjera en Libia desde la inversión extranjera, y que el levantamiento en Libia es de los sectores islámicos, contra esas castas de dirigentes y ese proyecto occidentalista.

Que el Imperialismo europeo, norteamericano y sionista, comiencen a construir a su vez estrategias para incidir en la resolución del conflicto es evidente, cada vez que existen contradicciones internas de tal envergadura el Imperialismo tratará de imponerse. Pero no es el Imperialismo el que "generado" tal revuelta.

Desde la perspectiva islámica en Libia: "Khadafi es el enemigo de Dios" dicen las masas sublevadas, es decir eso significa para los que quieran entender dicha cosmovisión, que es enemigo de las Normas personales, comunitarias, sociales y económicas del Corán y de las Sunas del Profeta, es decir de la Chariaa, del modo de corrección de vida, de la justicia social , de la igualdad y del buen gobierno y que ha traicionado y se ha alejado de su pueblo.

El conflicto entonces es tripolar. Es preciso entender en Libia y en el mundo árabe que la lucha es entre las masas islámicas aliadas a muchos grupos pro democracia y justicia social contra las autocracias, alejadas del pueblo o tiranizándolo. Y que además en esta lucha el Imperialismo desea ganar y dominar.

3.1 En relación al Imperialismo

Evidentemente el imperalismo tampoco es el mismo de la Guerra fría y de la época de Bush padre, es mucho más sofisticado y su intromisión en el mundo árabe, hoy después de Bush hijo y el 11S, configura una injerencia a través de los procesos internos, no a rajatabla como el caso de Iraq y Afganistán. De hecho no es lo mismo anular el espacio aéreo que es un acto de guerra a intervenir con tropas masivas en terreno libio , esa distinción es fundamental aún cuando lo primero es también una expresión de la injerencia. No es un Imperialismo "bondadoso" sino uno que trabaja en función de las nuevas realidades, no así la Izquierda latinoamericana tradicional, que sigue en la lógica de la lucha colonial y paralelamente defiendo modelos autocráticos como el Libio, por intereses políticos, de defensa del modelo económico que representa y comerciales. De esta manera, la lucha teórica de esa izquierda con respecto al fenómeno libio, esta retrasada y a la vez fuertemente influida por dichos intereses.


4.- Fidel Castro y la izquierda latinoamericana

El punto es que estamos inmersos en un cambio civilizacional tal cual fue la caída de los comunismos, donde el islam y las masas árabes han comenzado a despertar de su "largo sueño embrutecedor".

De esta manera, quedarse suspendido en el Gadafi de las décadas del 70 y 80 es un retraso analítico por parte de Castro. De hecho en su primer texto afirma que: "La Revolución Libia tuvo lugar en el mes de septiembre del año 1969. Su principal dirigente fue Muammar al-Gaddafi, militar de origen beduino, quien en su más temprana juventud se inspiró en las ideas del líder egipcio Gamal Abdel Nasser. Sin duda que muchas de sus decisiones están asociadas a los cambios que se produjeron cuando, al igual que en Egipto, una monarquía débil y corrupta fue derrocada en Libia. (...) Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días".

Pero Castro es un hombre inteligente y aún muy lúcido y sabe perfectamente que es un pobre argumento que el levantamiento libio es un montaje del imperialismo para controlar el petróleo. Pues hace décadas que Gadafi se había ganado la confianza de los centros de negocios del mundo para que las multinacionales invirtieran en su país. Europa no requería generar una guerra civil en Libia pues estaba explotando el petróleo libio en las más óptimas condiciones de inversión.

Por ello que no pudo sino hacer un segundo análisis donde justamente sitúa a Gadafi en el eje del Capitalismo de Estado. Lo dice textual: "Es un hecho irrebatible que las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN con Libia en los últimos años eran excelentes, antes de que surgiera la rebelión en Egipto y en Túnez. En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN ninguno de estos tenía problemas con Gadafi. El país era una fuente segura de abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido superados. Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción y distribución del petróleo. La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El Fondo Monetario Internacional ejerció su beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones"

A mi juicio entonces, Castro sólo habla, por una parte, desde la Guerra Fría, y por otra, desde sus intereses políticos y comerciales. Es decir desde una mirada bipolar y desde la defensa de un modelo y organización política que es la que quiere generar en la Cuba de Raúl, donde bastaría con que un régimen mantenga altas tasas de crecimiento y de redistribución, con altas tasas de inversión extranjera y convenios internacionales para ser legítimo frente a su pueblo.

En relación a lo propiamente comercial, todos sabemos que Venezuela es un soporte de gran importancia para Cuba hoy, y que para Castro de modo indirecto, Libia es un fuente de apoyo fundamental. Para aclarar este punto basta con entender que: "En el último viaje del presidente Chávez a Libia, en octubre de 2010, se suscribieron 10 acuerdos, en el que resalta un fondo de cooperación bilateral por 1.000 millones de dólares, a ser creado por partes iguales entre los firmantes. Además del acuerdo energético, (...) existen un acuerdo de transporte marítimo y otro aéreo (...) ; un convenio sobre agricultura (en (...) ganadería de carne, leche, arroz y turismo ecológico en el hato Piñero). También se suscribió un memorando de entendimiento para cooperación comunicacional entre la Nueva Televisión del Sur y el Instituto General de Radio y Televisión de la Gran Yamahiria; otro para la cooperación interinstitucional y educativa; un convenio de becas con la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho y la Escuela de Estudios Superiores de Trípoli; y un acuerdo para crear un grupo bilateral para complementación en industrias básicas y minería, manufactura y agricultura y comercio". (2)

Por todo lo anterior la izquierda latinoamericana, comandada aún por Castro, y por el propio Chávez, apoya el régimen de Gadafi. Porque cree que Gadafi es un modelo de acción política, económica y comercial . Y no lo es. Como tampoco Fidel, Raúl y la gerontocracia lo son para una buena parte del pueblo cubano. Y eso toda la izquierda lo sabe pero no lo dice.



Notas:
(1) Profesor de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires.
(2) Fuente: El 30 de diciembre de 2010 fueron publicados en la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 6.071 los 10 acuerdos suscritos por el presidente Chávez en su viaje a Trípoli, el 23 de octubre; y el 31 de diciembre de 2010 en la Gaceta Oficial, el Artículo 5 de la Ley Aprobatoria del Acuerdo de Cooperación Energética entre Venezuela y Libia.

sábado, 5 de marzo de 2011

Una historia que podría ser vuestra


Fesal Chain

Uno no escribe para sí mismo. Uno ni siquiera escribe meramente sobre uno mismo, y a veces aunque no se crea ni siquiera desde uno mismo. Lo particular de la vida de quien escribe, puede y debe a mi juicio, ser universalizable. Como dice Gabriel Zelaya, poeta español en su célebre poema "La poesía es un arma cargada de futuro":

"...Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho".

Hoy por la mañana pensaba que era necesario mostrar a quienes me leen, lo que ha sido una especie de recorrido libremente elegido, pero de alguna u otra manera, aunque parezca una paradoja, un camino también obligatorio, la ruta de quien no tiene la intención de traicionarse a si mismo.

Para mi la dictadura pinochetista fue el mayor castigo que todos los chilenos y chilenas, aún los verdugos, y fundamentalmente las víctimas, pudieron haber tenido, al menos en la historia del Siglo XX. He escrito muchísimo de aquello no solamente desde el punto de vista de la filosofía política, sino desde mis vivencias personales.

Entré a la conciencia del mundo, es decir al primer septenio, con un Golpe de Estado. Con todo lo que ya conocemos y aún con todo lo que no conocemos ni imaginamos. A mis 14 años ciertamente no podía estar del lado de los verdugos, pero tampoco podía estar del lado de aquellos que no eran radicalmente opositores al genocidio. Mi conciencia me lo impedía. Busque, busqué lugares y mundos, grupos sociales y personas que pudieran sentir como yo y hacer en consecuencia lo que sentían y pensaban. Creo que lo logré en alguna medida, no en la que hubiese deseado según mi propia necesidad imperiosa de justicia, pero algo logré. Nunca mi intención fue hacerme a un lado. Sino todo lo contrario, hacerme parte, nombrando nuevamente a Celaya en su poema: nunca vivir la vida "como un lujo cultural (de) los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden".

La ideología, cualquiera que fuese, o la política misma como máquinas u organizaciones me importaba muy poco frente a la premura de una lucha que requería estar no sólo atento sino atentando. Atentando. Esa era la palabra. Subvirtiendo. Rebelando/se y rebelando a otros. Pero uno entra en el conocimiento, pues la práctica y no sólo la voluntad de erudición o sabiduría lo pone en dicha esfera. Entré entonces al marxismo como quien entra al mundo de las develación inconmensurable. Qué bello conocimiento, que bella auto imposición a la negación sistemática entre el decir y el hacer. Qué heroicos y heroicas, hermosos y hermosas compañeras de la lucha conocí en aquellos tiempos.

Pero como dicen los marxistas más lúcidos "solo la lucha te hace libre" y continué. Continué luchando. Y no meramente "contra otros" sino como el ejercicio fundante de encontrar un lugar en el mundo, el lugar específico de mis necesidades y capacidades, de mis fuerzas internas, de mis herramientas, de mi arado, de mi taller y de mi chacra. Pues dejé de sufrir y de ser auto indulgente en muchos aspectos personales y sociales de mi vida, y entonces elegí nuevamente: El camino de la palabra y del estudio sistemático, el camino del conocimiento como arma de liberación humana. Y esta elección no fue ni cómoda, ni entendida. Me acompañó la pobreza y la derrota, la soledad y las envidias, el juicio fácilmente emitido por quienes no me conocen, ni saben de mis motivaciones más profundas, o de mis sufrimientos y alegrías. Como dice una canción popular " qué sabe nadie".
Sin pretender intelectualizar en demasía esta mi historia, que podría ser la vuestra, y tal como afirmó Michel Foucalt allá por los años '80 convertí "...mi moral (como) «antiestratégica»: (pretendiendo) ser respetuoso cuando una singularidad se subleva, intransigente desde que el poder transgrede lo universal. Elección sencilla y dificultosa labor, puesto que es preciso a la vez acechar, un poco por debajo de la historia, lo que la rompe y la agita, y vigilar, un poco por detrás de la política, sobre lo que debe limitarla incondicionalmente. (...) No soy ni el primero ni el único en hacerlo. Pero yo lo he escogido". (1)

Así que dejé el marxismo como una ideología totalizadora y una práctica estática e incorruptible, y a la par comencé a observar a la izquierda chilena y mundial no como lo que fue, o podría ser, sino como la suma de deseos de hombres y mujeres que a mi entender particular, en gran medida han divorciado el decir del hacer. Es decir, han escindido el propio deseo, de la acción conducente a la justicia social, a la libertad, igualdad y fraternidad entre los hombres y mujeres de Chile y del mundo. Observé entonces a la izquierda en el Estado y fuera de él, como un poder más. Y con esto no pretendo erguirme yo mismo en la izquierda ideal en tanto tal, pues no existe sino lo que existe. Es largo explicarlo teóricamente pero está en mis ensayos especialmente en aquellos del Diario Digital G80. (Ver: http://www.generacion80.cl/noticias/columna_autor2.php?varautor=7604:)

Lo que si elijo nuevamente, es no quedarme en el deseo y en el divorcio infinito y menos en hacer propio aquello que negamos en otros y por lo que fuimos capaces de dar nuestras vidas para que justamente otros no lo hicieran: el amor al dinero, la pragmática, la construcción de una comunidad escindida y de castas privilegiadas que deviene en represión o las verdades reveladas por hombres y mujeres que se sienten y se sitúan como dioses . No, yo no entro en ese mundo, porque no me gusta ese mundo bajo ningún fundamento presuntamente científico o de la voluntad. Pero allá aquellos que creen que lo que hacen es efectivamente luchar por la liberación. Yo no soy quien para juzgarlos, pues realmente siento que no debo ni puedo emitir fáciles juicios sobre quienes no conozco, ni se de sus motivaciones más profundas o de sus sufrimientos y alegrías.

Pero yo sigo proponiéndome, aún con más fuerza y consciencia que ayer "nunca vivir la vida "como un lujo cultural (de) los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden". Atentando. Subvirtiendo, rebelando/me y rebelando a otros, contra todo poder que se hace inexorablemente ilegítimo cuando sobrepasa y domina a toda singularidad que se subleva, cuando dicho poder transgrede lo universal. Incluyo ciertamente a los líderes e iconos de una izquierda que cree que desde la comodidad de una cierta identidad obtenida en el pasado, está empujando el carro de la historia, cuando desde su vejestud lo que hace es detener el carro de los pueblos.

Por ello entro al conocimiento del nacional socialismo, o del islam, o del judaísmo, o del leninismo o de Marx y Heidegger, o del postmodernismo, o de la anti psiquiatría o del orgón, o de cualquier fenómeno, sin las anteojeras de tomar cómodamente palco en la agitación y propaganda, o desde una comunidad de intereses y deseos atiborrada de acólitos, monaguillos y guardianes convencidos, o parafraseando a Antonin Artaud, ocupando el mísero lugar del vocinglero imaginario, que sabe bien que no hará todo lo que aúlla y proclama.

Y finalmente, tampoco me paseo por el estudio del hombre y la mujer, del ser y del hacer, como un pretendido erudito de café o de realidades virtuales, pues sé muy bien, que la pluma que enarbolo como bandera me hace vivir como vivo, austeramente, y pagar las consecuencias libremente de lo que hago como escritor y hombre, y que dicha pluma me pone en riesgo muchísimo más de lo que creen los que fácilmente pueden enjuiciar mis palabras y etiquetarme como tal o cual, o como un tal por cual.



(1) Michel Foucault «Inutile de se soulever?», en Le Monde, n° 10.661, 11-12 de mayo de 1979, págs. 1-2.

lunes, 28 de febrero de 2011

Breve reflexión sobre las revueltas en el mundo árabe o la construcción social de realidad


Fesal Chain poeta, narrador y sociólogo chileno

"...Que la tranquilidad descienda sobre nosotros, y haznos firmes al enfrentar a nuestros enemigos. ¡Ciertamente han trasgredido en nuestra contra...! (Bujari,2780)

Un tema muy sensible y central de las revueltas en el mundo árabe, es la política comunicacional Imperialista y del Judaísmo Internacional: No como mera propaganda al estilo del Siglo XX, sino como correlato y fundamento de la política Neocon y liberal.

Los Estados Unidos, la UE e Israel y sus aliados árabes (castas con intereses específicos de poder y riquezas) quieren hacer entender al mundo occidental y oriental que la construcción social de realidad (de ellos) es "la" realidad. Entonces lo que hacen es comunicar, generar y construir que la realidad de los levantamientos es "democrática-liberal". Así el levantamiento, sublevación, rebelión o como quiera que se le denomine, en Egipto por ejemplo, si es "democratizadora contra dictadores", es igualable en el discurso a cualquier levantamiento, sublevación, rebelión en el mundo árabe, en cualquier territorio o Nación específica.

Así se explica todo como un movimiento liberal democrático de masas contra las autocracias. Esto no es así, porque la variable Islámica (para nosotros una variable, pero para el mundo árabe toda su cosmovisión) es fundamental.

En árabe la palabra traducida como religión: Din, se refiere a un estilo de vida que es privado y público. Es un término que significa: actos de culto, vida cotidiana, práctica (personal y social) y política. Así el Islam es un movimiento de corrección de vida, en en los ámbitos religioso, político, económico y social. Es decir, en el plano del culto, en lo personal no escindido de lo público, en lo económico-social-comunitario, y político, contra el modo incorrecto de actuar según las enseñanzas o suras reveladas a Mahoma y comunicadas en el Corán:

Contra el individualismo, modo de vida escindido de la construcción en comunidad que deviene en la usura y el interés, contra todas las diferencias sociales (que no provengan de una diferencia en la corrección de la forma de vida), contra la embriaguez y los juegos de azar, contra la violencia hacia la mujer y la infidelidad (fornicación), contra el distanciamiento y pérdida de entrega de favores de los dirigentes de las necesidades y peticiones de las masas.

Desde esta perspectiva, debemos analizar los movimientos sociales, los conflictos, los levantamientos, sublevaciones y rebeliones, en tanto las masas y movimientos islámicos consideran que no viven, ni ellos y en especial a causa de las políticas de sus dirigentes, suficientemente de acuerdo a los preceptos del modo de vida que permite la corrección de vida.

Si tomamos este criterio podemos hacer las distinciones que los imperialistas, los europeos y judíos no hacen de los distintos focos de conflicto. De hecho, dos datos desde casos específicos: cuando la oposición interna al régimen iraní se opone (valga la redundancia) a sus dirigentes, lo hacen en función si son o no son más o menos islámicos. A mi juicio, Irán será una salvaguarda más allá de sus conflictos internos, de los intereses de los levantamientos islámicos. Y si no lo fuese hoy, los dirigentes islámicos que sucedan al actual régimen (de haber levantamientos) igualmente lo serán.

Actualmente en Túnez las masas islámicas atacan las casas de prostitución, y el régimen dominante manda al ejército a defenderlas. (Esto es claramente un conflicto entre musulmanes que se distancian o no de la corrección del modo de vida según los preceptos).

Con lo anterior explico que el eje fundamental de los levantamientos es la cosmovisión islámica no meramente contra las autocracias, sino contra toda forma que se aleja del Islam y de su preceptos genuinos (que es una evaluación dinámica de las masas y líderes islámicos que se levantan), esta evaluación incluye ciertamente a sus dirigentes (sean o no sean islámicos) y los modos occidentales de gobernar al interior de cada país árabe y obviamente los modos occidentales, imperialistas, colonialistas y europeizantes de Israel y sus aliados.

Cualquier evaluación de los levantamientos en el mundo árabe no tiene una explicación occidental, desde la crisis económicas o desde las motivaciones de mayor o menos democratización al estilo occidental de los regímenes políticos, o desde la lucha de clases, sino desde la reacción profunda de los movimientos políticos y sociales islámicos que presionan a sus enemigos y adversarios internos y externos, en el primer caso fundamentalmente a adoptar las correcciones del modo de vida en todas las dimensiones de la vida y en el segundo caso, esencialmente como un movimiento de auto determinación de su cultura, como preservación de la autonomía contra la impuesta cosmovisión Neocon y liberal.

El objetivo imperialista y sionista siempre será comunicar, generar y construir que la realidad de su propia cosmovisión es la correcta y que los levantamientos árabes no son más que "democrático-liberales" concordantes con la visión y organización occidental (es decir, la de ellos que sería civilizatoria y superior). Al respecto no es azaroso que las declaraciones de los dirigentes sionistas como Simón Peres, sea por un lado apoyar las "autocracias" pero por otro, una vez destituidas, celebrar los levantamientos y desear que sean democráticos como sólo Israel lo sería en el concierto de los países del Oriente Medio y del Norte de África.

Por esta vía el Occidente en pleno (EEUU, UE e Israel ) pretenden imponerse cultural, política, territorial y militarmente como alternativa dominante en todo el Oriente, con sus aliados árabes como punta de lanza, o ya caídos los regímenes títeres, de modo más radical con intervenciones y ocupación de los ejércitos norteamericanos y europeos. Frente a esto el Islam se levanta como monumental alternativa.

¿ES INÚTIL SUBLEVARSE? por Michel Foucalt en Le Monde, n° 10.661, 11-12 de mayo de 1979


«Inutile de se soulever?», en Le Monde, n° 10.661, 11-12 de mayo de 1979, págs. 1-2.

«Para que el sha se vaya, estamos dispuestos a morir a millares», decían los iraníes, el verano pasado. Y el ayatolá, estos días: «Que sangre Irán, para que la revolución sea fuerte».

Extraño eco entre estas dos frases que parecen encadenarse. ¿El horror de la segunda condena la embriaguez de la primera?

Las sublevaciones pertenecen a la historia. Pero, en cierto modo, se le escapan. El movimiento mediante el cual un solo hombre, un grupo, una minoría o un pueblo entero dice: «no obedezco más», y arroja a la cara de un poder que estima injusto el riesgo de su vida —tal movimiento me parece irreductible—. Y ello porque ningún poder es capaz de tornarlo absolutamente imposible: Varsovia siempre tendrá su gueto sublevado y sus cloacas pobladas de insurgentes. Y también porque el hombre que se alza carece finalmente de explicación; hace falta un desgarramiento que interrumpa el hilo de la historia, y sus largas cadenas de razones, para que un hombre pueda «realmente» preferir el riesgo de la muerte a la certeza de tener que obedecer.

Todas las formas de libertad adquiridas o reclamadas, todos los derechos que se hacen valer, incluso los relativos a cosas aparentemente menos importantes tienen, sin embargo, ahí un último punto de anclaje, más sólido y más próximo que los «derechos naturales». Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas «absolutamente absolutos», es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que, ante las horcas y las ametralladoras, los hombres se sublevan.

Puesto que es así «fuera de la historia» y en la historia, dado que cada cual allí se las ve en la vida y en la muerte, se comprende por qué las sublevaciones han podido encontrar tan fácilmente su expresión y su dramaturgia en las formas religiosas. Promesa del más allá, retorno del tiempo, espera del salvador o del imperio de los últimos días, reino por completo del bien, todo esto ha constituido durante siglos, allí donde la forma de la religión se prestaba a ello, no un ropaje ideológico, sino la manera misma de vivir las sublevaciones.

Llegó la era de la «revolución». Desde hace dos siglos, ésta ha dominado la historia, ha organizado nuestra percepción del tiempo, ha polarizado las esperanzas. Ha constituido un gigantesco esfuerzo por aclimatar la sublevación en el interior de una historia racional y dominable: la revolución le ha dado una legitimidad, ha hecho la selección de sus buenas y malas formas, ha definido las leyes de su desarrollo; le ha fijado condiciones previas, objetivos y maneras de cumplirse. Se ha definido, incluso, la profesión de revolucionario. Al repatriar de este modo la sublevación, se ha pretendido hacerla aparecer en su verdad y conducirla hasta su término real. Maravillosa y temible promesa. Algunos dirán que la sublevación se ha encontrado colonizada en la Real-Politik. Otros, que se le ha abierto la dimensión de una historia racional.

Yo prefiero la pregunta que Horckheimer planteaba en otra ocasión, pregunta ingenua, y un poco febril: «Pero, ¿es, pues, tan deseable, esta revolución?».

Enigma de la sublevación. Para quien buscaba en Irán, no las «razones profundas» del movimiento, sino la manera en que era vivido, para quien intentaba comprender lo que pasaba en la cabeza de estos hombres y de estas mujeres cuando arriesgaban su vida, una cosa resultaba chocante. Su hambre, sus humillaciones, su odio al régimen y su voluntad de derribarlo les inscribían en los confines del cielo y de la tierra, en una historia soñada que era tan religiosa como política. Se enfrentaban a los Pahlavi en una partida en la que para cada uno estaba en juego su vida y su muerte, pero también estaban en juego sacrificios y promesas milenarias. Y hasta tal punto, que las famosas manifestaciones, que jugaron un papel tan importante, podían a la vez responder realmente a la amenaza del ejército (hasta paralizarlo), desarrollarse según el ritmo de las ceremonias religiosas y, finalmente, remitir a una dramaturgia intemporal en la que el poder es siempre maldito. Extraña superposición que hacía surgir en pleno siglo XX un movimiento lo suficientemente fuerte como para derribar al régimen en apariencia mejor armado, mientras que estaba extremadamente próximo a los viejos sueños que Occidente conoció en otro tiempo, cuando se querían inscribir las figuras de la espiritualidad en el suelo de la política.

Dos años de censura y de persecución, una clase política orillada, partidos prohibidos, grupos revolucionarios diezmados: ¿sobre qué, sino sobre la religión, podían apoyarse el desasosiego y después la rebelión de una población traumatizada por el «desarrollo», la «reforma», la «urbanización» y todos los otros fracasos del régimen? Es verdad, pero, ¿cabía esperar que el elemento religioso se borrara enseguida en provecho de fuerzas más reales y de ideologías menos «arcaicas»? Sin duda no, y por varias razones.

En primer lugar, el rápido éxito del movimiento, el acomodo en la forma que había tomado. Estaba, a su vez, la solidez institucional de un clérigo cuyo imperio sobre la población era fuerte; y sus ambiciones políticas, vigorosas. Se daba todo el contexto del movimiento islámico: por las posiciones estratégicas que ocupa, las claves económicas que detentan los países musulmanes, y su propia fuerza de expansión en dos continentes, se constituye, en torno a Irán, una realidad intensa y compleja. Hasta el punto de que los contenidos imaginarios de la rebelión no se disiparon a la luz de la revolución. Fueron inmediatamente transpuestos en una escena política que parecía completamente dispuesta a recibirlos pero que, de hecho, era por completo de otra naturaleza. Sobre esta escena se mezclan lo más importante y lo más atroz: la formidable esperanza de volver a hacer del islam una gran civilización viva, y formas de xenofobia virulenta; los envites mundiales y las rivalidades regionales, Y el problema de los imperialismos. Y la sujeción de las mujeres, etc.

El movimiento iraní no ha sufrido esta «ley» de las revoluciones que, según parece, haría aflorar bajo el entusiasmo ciego la tiranía que ya en secreto las habitaba. Lo que constituía la parte más interior y más intensamente vivida de la sublevación afectaba sin intermediario a un tablero político sobrecargado. Pero este contacto no es identidad. La espiritualidad a la que se referían los que iban a morir no tiene parangón con el gobierno sangriento de un elegido integrista. Los religiosos iraníes quieren autentificar su régimen mediante las significaciones que tenía la sublevación. No se hace otra cosa que la que hacen ellos descualificando el hecho de la sublevación porque hoy haya un gobierno de mulás. Tanto en un caso como en otro, hay «miedo». Miedo de lo que acaba de pasar el último otoño en Irán y de lo que el mundo desde hace tiempo no había dado ejemplo.

De ahí, justamente, la necesidad de hacer resurgir lo que hay de no reductible en tal movimiento. Y de profundamente amenazante tanto para el despotismo de hoy como de ayer.

Ciertamente, no da ninguna vergüenza cambiar de opinión pero no hay ninguna razón para decir que se cambia cuando se está hoy contra la amputación de manos, tras haber estado ayer contra las torturas de la Savak.

Ninguno tiene derecho a decir: «rebélese usted por mí, se trata de la liberación final de todo hombre». Pero no puedo estar de acuerdo con quien dijera: «Es inútil sublevarse, siempre será lo mismo». No se hace la ley para quien arriesga su vida ante un poder. ¿Se tiene o no razón para rebelarse? Dejemos la cuestión abierta. Hay sublevación, es un hecho; y mediante ella es como la subjetividad (no la de los grandes hombres, sino la de cualquiera) se introduce en la historia y le da su soplo. Un delincuente pone su vida en la balanza contra los castigos abusivos; un loco ya no puede ser encerrado y despojado; un pueblo rechaza el régimen que le oprime. Esto no hace inocente al primero, ni cura al otro ni asegura al tercero los mañanas prometidos.

Por otra parte, nadie es obligado a ser solidario. Nadie es obligado a encontrar que esas voces confusas cantan mejor que las otras y dicen el fondo último de lo verdadero. Basta que existan y que tengan contra ellas todo lo que se empeña en hacerlas callar, para que tenga sentido escucharlas y buscar lo que quieren decir.

¿Cuestión de moral? Quizás. Cuestión de realidad, sin duda. Todos los desencadenamientos de la historia no lograrán al respecto nada: porque hay tales voces es por lo que justamente el tiempo de los hombres no tiene la forma de la evolución, sino la de la «historia».

Esto es inseparable de otro principio: siempre es peligroso el poder que un hombre ejerce sobre otro. Yo no digo que el poder, por naturaleza, sea un mal; digo que el poder, por sus mecanismos, es infinito. Las reglas nunca son lo suficientemente rigurosas como para limitarlo: y los principios universales nunca lo suficientemente estrictos para desasirlo de todas las ocasiones en las que se ampara. Al poder hay que oponerle siempre leyes infranqueables y derechos sin restricciones.

Los intelectuales, en estos tiempos, no tienen buena «prensa»; creo poder emplear esta palabra en un sentido bien preciso. No es pues el momento de decir que no se es intelectual. Si se me pregunta cómo concibo lo que hago, respondería: si el estratega es el hombre que dice: «qué importa tal muerte, tal grito, tal sublevación con relación a la gran necesidad de conjunto y qué me importa además tal principio general en la situación particular en la que estamos», pues, entonces, me es indiferente que el estratega sea un político, un historiador, un revolucionario, un partidario del sha, del ayatolá; mi moral teórica es inversa. Es «antiestratégica»: ser respetuoso cuando una singularidad se subleva, intransigente desde que el poder transgrede lo universal. Elección sencilla y dificultosa labor, puesto que es preciso a la vez acechar, un poco por debajo de la historia, lo que la rompe y la agita, y vigilar, un poco por detrás de la política, sobre lo que debe limitarla incondicionalmente. Después de todo, ése es mi trabajo: no soy ni el primero ni el único en hacerlo. Pero yo lo he escogido.

"El peor error de occidente ha sido no comprender el islam político"


Entrevista a María Antonia Martínez
arabista, investiga el mundo árabe en la Universidad de Málaga.desde 1976.

Editado por Fesal Chain, poeta, narrador y sociólogo chileno

Fuente:http://www.malagahoy.es/article/malaga/909618/quotel/peor/error/occidente/ha/sido/no/comprender/islam/politicoquot.html


"Los Hermanos Musulmanes son más fundamentalistas que el turco Justicia y Desarrollo, son más reivindicativos de la presencia del islam, pero siempre por vías pacíficas y democráticas. Y otro ejemplo, Hamas en Palestina es el islam político real, revolucionario, el que pretende alterar y hacerse con el poder pero nada tiene que ver (...)con el terrorismo internacional de Al Qaeda"

María Antonia Martínez Núñez aparece como una de las figuras más claras y relevantes del panorama para analizar qué está sucediendo en estos días. Doctora en Filología Árabe y experta en pensamiento e ideología del mundo árabe contemporáneo y en epigrafía árabe de Al-Andalus en la UMA, desde hace más de 35 años sigue el pulso a unas sociedades que en el imaginario colectivo occidental son el otro.

P: ¿Qué está pasando en el mundo árabe?

R: Pues que por primera vez el pueblo ha decidido no aguantar más la falta de democracia, el autoritarismo, la represión policial y la corrupción de unos regímenes que, aunque pudieron surgir con el apoyo popular, han perdido legitimidad con los años. El pueblo no soporta más la pérdida de libertad y la falta de expectativas, situación que se ha agravado de manera dramática con la crisis. No olvidemos que las primeras manifestaciones surgieron en Túnez por la carestía de productos básicos y que el detonante fue el licenciado universitario que se autoinmoló porque le habían quitado el carro con el que vendía verduras.

P: ¿Por qué ahora y no antes?

R: La verdad es que no lo puedo decir y eso que creo que estoy al tanto de lo que sucede en el mundo árabe, entre otras cosas porque es parte de mi especialidad. No conocía que hubiese ningún tipo de síntoma indicativo de que esto iba a suceder y sobre todo que iba a tener éxito porque han conseguido que Ben Ali abandone el poder y que Hosni Mubarak finalmente también cediera. Sorprende la fuerza que han mostrado los manifestantes que no responden, y eso sí quiero dejarlo muy claro, a ninguna consigna de lo que se conoce como el islam político.

P: ¿Los Hermanos Musulmanes egipcios no han tenido ningún protagonismo?

R: No, simplemente han participado pero lo mismo que los cristianos coptos. Estas manifestaciones no tienen nada que ver con ningún movimiento islamista, ni con partidos políticos organizados. Han sido algo más popular y espontáneo que quizás tenga más que ver con este chico de Google que estuvo encarcelado, aunque tampoco un llamamiento que se hace a través de una red social como Facebook o Tuenti tiene éxito si no están las circunstancias sociales maduras. Y no ha sido fácil, no olvidemos que la represión policial y los enfrentamientos con los seguidores de Mubarak han dejado en Egipto 300 muertos.

P: ¿Qué se puede esperar de un movimiento de base sin un liderazgo claro?

R: Todo, por lo menos en principio. Si Ben Ali y Mubarak han cedido ha sido porque veían la voluntad decidida del pueblo, no de un partido o de la oposición que es mucho más fácil descabezarla metiendo a sus líderes en la cárcel. Esto es lo que también ha hecho que consigan apoyo exterior y que realmente se les haga caso.

P: EEUU y Europa han tenido que volver la espalda a aliados históricos.

R: Se han visto impelidos a decir que había que actuar en el sentido que exigían esas sociedades. Francia al principio del estallido en Túnez apoyó la estabilidad y en Egipto, sin duda, la diplomacia internacional no quería que se alterara un statu quo que garantiza la permanencia y seguridad de Israel, porque el Egipto de Mubarak era el principal aliado de Estados Unidos y de Israel en el mundo árabe, y, claro, Obama no quería una ruptura total con el régimen de Mubarak.

P: ¿Qué papel juega el ejército?

R: En Egipto, por ejemplo, es una institución sumamente valorada. El régimen de Mubarak procede de una revolución militar apoyada por el pueblo que acabó con la monarquía probritánica. Primero llegó al poder el general Naguib y en 1954 Nasser, que fue un presidente de prestigio internacional que despertó grandes expectativas internas, cierto que luego defraudadas, pero que nacionalizó el canal de Suez, lo que unido a su política activa a favor de los palestinos le valió la pérdida de relaciones con Estados Unidos en la Guerra Fría. Aunque promovió el movimiento de no alineados y el panarabismo, acabó en manos del otro bando, de la Unión Soviética. Ese mismo régimen sigue luego con Sadat que rompió con el socialismo, privatizó todos los sectores productivos, hasta que murió asesinado por militares que clandestinamente pertenecía al grupo islamista Yihad, escindido de los Hermanos Musulmanes. Y lo mismo sucedió en Túnez con Burguiba que accedió al poder con el apoyo del ejército, o con Gadafi.

P: Vinculados a los movimientos de independencia.

R: Tienen gran prestigio precisamente porque participaron activamente en la guerra por la independencia. El caso de Egipto es claro, pero también Argelia, donde el Frente de Liberación Nacional se convirtió luego en un partido único, hegemónico y autoritario, pero que al subir al poder tras capitalizar la cruenta guerra por la independencia contra Francia tenía un enorme prestigio.

P: ¿Los movimientos actuales preocuparán mucho en occidente?

R: Mucho y la presión externa será decisiva. Por eso no tengo excesivas esperanzas porque por lo visto hasta ahora, Israel va a presionar con todos los medios a su alcance para que no se pongan en entredicho sus intereses. Ellos hablan siempre de seguridad.

P: Que incluye los territorios colonizados.

R: Es que no quieren renunciar a ningún territorio anexionado y para eso necesitan el apoyo de los países de la región para mantener una situación que desde el punto de vista del derecho internacional es absolutamente ilegal. Este es uno de los problemas de la zona y por lo que Mubarak trató de aferrarse al poder, porque Egipto es el país que ha marcado las grandes transformaciones del mundo árabe y Oriente próximo. Fue el primero en poner en marcha los movimientos nacionalistas, fue donde se configuró lo que se conoce como renacimiento cultural árabe, promovió la Liga de Estados Árabes y fue el que tuvo la primacía hasta los acuerdos de Camp Davis de Sadat, cuando Egipto pierde protagonismo y es sustituido por algo que en principio a Estados Unidos le viene muy bien pero que finalmente es un juego peligroso: Arabia Saudí, que representa un modelo totalmente diferente de entender la hegemonía política, que pone el acento en lo religioso y exporta una visión del islam predominante en el yihadismo contemporáneo.

P: Hay también manifestaciones en Libia, Bahrein, Marruecos... ¿Qué se puede esperar?

R: Soy pesimista. A pesar de todos los síntomas y de lo mucho conseguido con el estallido popular y a pesar de cómo se extiende a otros países es difícil que se consiga lo que piden: democratización y apertura política real, el fin de la corrupción y que los estados ejerzan un papel más redistribuidor de la riqueza.

P: ¿Por qué?

R: Porque el mundo árabe es desde la época colonial el escenario de la apetencia. Ahora se ha establecido una especie de neocolonialismo económico en la región y es difícil que el resto del mundo con intereses en la zona permita que haya regímenes que escapen al control de esos grandes intereses. Por ejemplo, Sudán del Sur que acaba de lograr su independencia tiene el 70% de los yacimientos de petróleo de Sudán. Ya hay compañías norteamericanas, chinas y de los grandes país con una gran presencia ahí, de modo que el régimen que se instaure antes o después girará hacia esas presiones, va a ocurrir en Irak, que es un estado desmantelado que no sabemos cómo acabará, y en Egipto, donde la presión de occidente será en apoyo de Israel, aunque no olvidemos que tiene una llave geoestratégica importantísima como el canal de Suez para la evacuación de materias primas de la zona. Y en Argelia, ¿es que van a permitir que Buteflika desaparezca así como así cuando durante todos estos años de guerra civil no declarada los ingresos de las grandes compañías extranjeras en el país han sido enormes? Además, la cada vez mayor presencia de China en la región es un neocolonialismo económico como el que estableció Estados Unidos después de barrer de la región a las potencias europeas como Francia o Gran Bretaña.

P: ¿Han tocado los movimientos islamistas techo?

R: No. Es esperanzador que lo que ocurre en el mundo árabe ahora no esté capitalizado, liderado ni inspirado por ninguna consigna religiosa, pero, ahora bien, Estados Unidos y Europa tienen que dejar de meter en el mismo saco al islam político y al terrorismo yihadista. Hay muchísimo interés en mezclar churras con merinas.

P: O sea, Erdogan en Turquía.

R: Erdogan es un líder que no tiene nada que envidiarle a los líderes europeos. Su partido, Justicia y Desarrollo, de inspiración islámica moderada es el islam político y es el que está llevando las mayores reformas y democratizando Turquía sin cambiar de régimen, aboliendo la pena de muerte y reconociendo a los kurdos al menos su identidad cultural y linguística. Lo que digo es que este tipo de islamismo demuestra que es compatible con cualquier sistema de gobierno. ¿Por qué aquí se puede permitir que exista la democracia cristiana y no se va a poder admitir que haya un partido que quiera recuperar lo mejor del islam?

P: ¿El islam no es sharia, manos cortadas y burka?

R: El actual no, evidentemente. ¿Qué manos cortadas hay en Turquía? ¿Acaso es eso lo que pide Justicia y Desarrollo en Marruecos? Todo lo contrario, precisamente Erdogan fue uno de los primeros líderes de un país mayoritariamente musulmán que pidió a Mubarak que hiciese caso al clamor popular egipcio.

P: ¿Es ese islam político el que puede taponar la expansión del terrorismo yihadista?

R: Claro.

P: ¿Son homologables también los Hermanos Musulmanes?

R: Sin duda. Desde luego son más fundamentalistas que el turco Justicia y Desarrollo, son más reivindicativos de la presencia del islam, pero siempre por vías pacíficas y democráticas. Y otro ejemplo, Hamas en Palestina es el islam político real, revolucionario, el que pretende alterar y hacerse con el poder pero nada tiene que ver tampoco con el terrorismo internacional de Al Qaeda.

P: Sin embargo se les equipara.

R: Para seguirle la corriente a la OLP y, fundamentalmente, a Israel. Fíjate, Israel llegó a a acusar a la OLP de ser su Al Qaeda, pero cuando vieron que no tenía hueco en el escenario internacional lo que hicieron fue decir que Al Qaeda era Hamas, y no es verdad. Hamas nunca ha realizado un atentado terrorista contra intereses occidentales y fuera de su propio territorio. Participó en las elecciones y las ganó porque lo que pretende es suplir las deficiencias de la Autoridad Nacional Palestina que provoca el descontento de los palestinos. Por eso ganó las elecciones por goleada, igual que pasó en Argelia con el FIS, que es un partido que se puede equiparar a Hamas.

P: ¿Qué supone no comprender que existe un islam político y que tiene un papel que jugar?

R: Es un enorme error, el peor que ha cometido occidente tanto en el Magreb como en Oriente Próximo. Por ejemplo, cuando el FIS gana la primera vuelta de las elecciones legislativas Europa, con Francia a la cabeza, y Estados Unidos se hacen conniventes con un golpe de estado velado que pone fin a la constitución y que da lugar a una guerra civil que todavía hoy da coletazos. Declararon ilegales a unos señores que participaban en unas elecciones porque no le gustaban los resultados electorales. Es lo que ha pasado en Palestina y, evidentemente, es un gran error. Lo mejor que se podía haber hecho es permitir que se enfrenten al poder. No hay cosa que rebaje las utopías más que la praxis.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Mapuche


Fesal Chain

"Después de la transición pactada, la izquierda no se encarnó en el mundo de los oprimidos para seguir luchando. Y dejó que otros ocuparan ese terreno. La izquierda abandonó un proyecto político real y no educa al pueblo. La Concertación le allanó el camino a la derecha y operó con la Justicia militar. No buscaron las modificaciones legales. Viera Gallo, representando ante Naciones Unidas el año pasado al gobierno de Bachelet tuvo que responder allí a 24 cuestionamientos por el accionar que llevaron ellos contra el pueblo mapuche. ¿Cuántos puntos tendrá que responder Piñera? La práctica de la tortura, la muerte, y los allanamientos no comenzó ahora. Pero se agudizó. Porque la derecha ya tenía todo, sólo le faltaba el poder político. Ahora se intensifica el avance de las forestales y mineras, para seguir apoderándose de los territorios mapuche y otros pueblos. El Plan Araucanía que impulsa el gobierno, para nosotros es una copia en pequeño del Plan Colombia". Héctor Llaitul Dirigente de la Coordinadora de Comunidades Mapuches en Conflicto Arauco Malleco.(1)

Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Sin entrar en detalles, hoy todos los personeros de la clase política rasgan vestiduras y especialmente los de la concertación. Es una vergüenza. Pues lo afirmado por Llaitul es a no dudarlo, un diagnóstico acertadísimo del estado de la política y de la política de estado en Chile hacia los mapuche, al menos desde el año 1993.

Al respecto, un lector que no da su nombre real (Charlie) , afirma lo siguiente en un comentario de The Clinic digital: "En 1993 se aprobó la Ley de Desarrollo Indígena 19.253. (...) En 1997 sobrevino una (...) crisis. La empresa ENDESA España comenzó la construcción de una segunda central hidroeléctrica en la zona del Alto Bío Bío (con el nombre de Ralco). Algunos de los mapuche-pehuenche que habitaban la zona se negaron a abandonar sus tierras, amparados en la nueva legislación que exigía la autorización de la Corporación de Desarrollo Indígena (CONADI) para poder permutar tierras indígenas. Ante la negativa de este organismo gubernamental a aprobar dicha permuta, por ser atentatoria contra los derechos de los pehuenches, el Presidente Eduardo Frei destituyó al director de la CONADI y a la autoridad ambiental que también se oponía el mega proyecto. De esta manera, se inundaron miles de hectáreas de tierras y sitios sagrados para el pueblo mapuche-pehuenche.

Y continúa: En los tiempos de Ricardo Lagos mediante una operación de inteligencia llamada “Operación Paciencia” dirigida desde la Sub Secretaría del Interior presidida por Jorge Correa Sutil se sindicó a la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco, como una organización de carácter terrorista y fue perseguida como tal, encarcelándose a sus dirigentes. Ejemplos paradigmáticos de estos juicios fueron el llamado “Caso Loncos” -donde los Lonkos Pascual Pichun y Aniceto Norin fueron condenados a 5 años y 1 día de prisión por “amenaza de incendio terrorista” y el “Caso Puluco-Pidenco”- donde cuatro comuneros fueron condenados a 10 años y un día de prisión por incendio terrorista".(2)

En relación a la Operación Paciencia hay suficiente información pública en la red y merece atención especial para los desmemoriados el artículo del 12 Septiembre del 2008: "El Derecho Penal del Enemigo “Interno”: ¿Nuevo Plan de operaciones (“paciencia”) contra Mapuches?" en www. mapuexpress.net que reproduce la importante participación del Senador Alejandro Navarro en la Sesión 51ª, del miércoles 10 de septiembre de 2008 en el Congreso Nacional. Al respecto el Senador Navarro plantea: "Me resultaría un despropósito un nuevo plan de ese tipo hoy día, en tiempos de un Gobierno ciudadano de la Concertación y que efectivamente ha sido elegida para poder aplicar más democracia. A nuestro juicio, el “derecho penal del enemigo”, doctrina que propugna la persecución penal del “enemigo político interno”, no puede ser la inspiración del uso del instrumento represivo estatal. No es una sana doctrina".(3)

Pero prosigamos, en un artículo para La Jornada, del 9 Noviembre del 2009 titulado "Represión “progresista” contra el pueblo mapuche" de Raúl Zibechi, el gran ensayista y estudioso de los pueblos originarios de Latinoamérica, plantea: "El año 2009 puede pasar a la historia como el de la mayor ofensiva de un gobierno progresista contra un pueblo originario. El gobierno de Michelle Bachelet intenta frenar la recuperación de tierras del pueblo mapuche amedrentando a comunidades enteras con un estilo represivo que recuerda el terrorismo de Estado. En esta ofensiva, los niños mapuche son una de las principales víctimas de Carabineros y los Grupos de Operaciones Especiales que han militarizado la Araucanía.

Para quienes crean que mentar el terrorismo de Estado suena a exageración, vale la descripción de algunas operaciones represivas registradas por el Observatorio Ciudadano, ONG humanitaria situada en Temuco, en su trabajo "Hechos de violencia imputables a Carabineros que han afectado a niños mapuche en la región de la Araucanía (2007-2009)", que puede encontrarse en www.observatorio.cl

El informe relata 14 casos de violencia policial, varios colectivos, contra niños en comunidades mapuche. Llama la atención que la represión se dirige contra comunidades enteras, en supuesta respuesta a tomas de tierras, quemas de camiones y barricadas. (...) El informe cita otro caso, sucedido el 16 de octubre contra la escuela de la emblemática comunidad de Temuicuicui, mientras se realizaba una reunión de 80 comuneros con funcionarios estatales. “Sin aviso, y sin mostrar orden de allanamiento, los efectivos policiales que se movilizaban en un bus, una tanqueta y alrededor de 10 camionetas, procedieron a disparar balines y gases lacrimógenos hacia la escuela desde una distancia de 200 metros. El operativo policial, que tuvo una duración de 30 a 40 minutos, dejó alrededor de 12 heridos con balines de perdigones, y cerca de 30 personas con asfixia, la mayoría niños".

Continua Zibechi, "(...) Esta nueva oleada de luchas está anclada (fundamentalmente) en (...) la cada vez más estrecha alianza entre el Estado chileno, independientemente de qué partido lo administre, con los empresarios forestales, salmoneros y mineros. Los primeros son capitales chilenos, en tanto los otros dos son transnacionales, y son los más directamente implicados en el conflicto en la Araucanía, ya que los monocultivos de pino sepultan a las comunidades en un mar verde que las asfixia. Arauco, principal forestal chilena, se expande con plantaciones en el norte de Argentina y en Uruguay: en Misiones ya posee 10 por ciento de la superficie de la provincia y en Uruguay se ha convertido en el primer latifundista con 250 mil hectáreas, buscando zafar de un conflicto que le dificulta su reproducción".(4)

Hoy bajo el gobierno de la derecha chilena, no se puede esperar más que la básica política de la zanahoria y el garrote. Zanahoria para los mapuches "buenos" y garrote para los mapuche "malos". Así en el artículo "A propósito de la "mesa de diálogo" mapuche" de José Marimán para Azkintuwe del Viernes 24 de Septiembre de 2010, el autor nos plantea: "Así, se habla que: "No hay que confundir a nuestros pueblos originarios, a los mapuches que están participando en estas celebraciones, con los 34 comuneros que han tomado el camino equivocado" (Presidente Piñera, El Diario Austral, 09/18/ 2010). O sea, hay “mapuches buenos” que se comportan apropiadamente y hay “mapuches malos” que se comportan inadecuadamente. Y se hablará con los “mapuches buenos” excluyendo a los “mapuches malos.

(...) Los “mapuches buenos”, especialmente los partidarios del gobierno, no han desarrollado un discurso de interpretación de su situación al interior de la “sociedad” chilena. Ellos siguen el derrotero de las demandas tradicionales mapuche, concentradas esencialmente en la cultura, la aceptación social como individuos, y la economía (problema escasez de tierra). (...) Desde el punto de vista de los “mapuches malos”, si bien las demandas anteriores son parte del substrato de su propio repertorio reivindicativo, ellas se han quedado cortas a inicios del siglo XXI. La impugnación de ellos es principalmente política, con repercusiones en los otros planos reivindicativos mencionados. A través de sus reflexiones políticas (documentos o artículos de trabajo), ellos cuestionan el proceso todo de la incorporación política-militar; que habría buscado eliminarlos como nación étnica o pueblo étnico sujeto de derechos colectivos, para agregarlos al país como individuos (sin pasar por alto la expoliación territorial y el arreduccionamiento y posterior proceso de usurpación de esas tierras)".(5)

En el sentido de todo lo anterior, las palabras del Héctor Llaitul son precisas. Y si bien he tratado brevemente de hacer una descripción de las políticas estatales de los últimos 17 años, contra el pueblo mapuche, este artículo también tiene un objetivo mayor, por una parte el de desenmascarar a aquellos personeros y partidos políticos de la concertación que rasgan vestiduras frente al conflicto mapuche. Ellos fueron los principales precursores de la continuidad no solamente de la Ley Antiterrorista, sino de la aplicación de una política de enemigo interno frente al pueblo mapuche, con su reguero de muertes, torturas y represión indiscriminada. Por otra, un llamado a la izquierda que hoy pretende hacer alianzas con sectores de la concertación no sólo para hacer oposición a la derecha en este conflicto, sino para sacarla del gobierno, para que considere profundamente la vocación represiva y de inteligencia de la concertación contra el mundo social y el oportunismo que muestra hoy, y finalmente desenmascarar a la derecha chilena que siempre estuvo a favor las políticas y operativos altamente represivos de la propia concertación, que solicito más de una vez a través del Propio Sebastián Piñera un endurecimiento de las medidas tomadas, y que hoy desarrolla la vieja estrategia anterior y la de de dividir para reinar.

Por mi parte no meramente como analista, sino también como poeta y narrador, hago un llamado a las personas, grupos y sectores sociales de la sociedad civil, a no dejarse encantar por las melodías oportunistas de unos y de otros, y escuchar profundamente a Héctor Llaitul, leer su entrevistas y declaraciones, a mi juicio ahí están las claves del conflicto mapuche y de los modos de su resolución.

Tal como dice Llaitul: "el mapuche sigue viviendo la invasión, está bajo una dictadura militar. Hasta hoy no salimos de la ocupación ancestral de nuestro territorio por sucesivos Estados. Arrastramos históricamente la dominación. Estamos en miserables tierras bajo una legislación de ocupación. La posibilidad que el Estado ofrece de recuperar tierras es si hay título de merced, los cuales fueron concedidos después de la ocupación, por una mínima parte del territorio. Pero toda la tierra ancestral que se recupere, es considerada ilegal. El Estado no nos ha consultado ni antes ni ahora sobre nada; han resuelto el tema dentro de su estructura material, ideológica y cultural. Nuestra lucha mapuche apunta a sentar las bases para crear una propuesta de liberación nacional. Va ahí recién, en la creación de esas bases. Y eso pasa por darle un sustento político ideológico muy coherente a contenidos tan profundos como la demanda de territorio y autonomía, demandas que son la garantía final de los planteos históricos de nuestro pueblo. Esos son los ejes fundamentales para la reconstrucción de una nación".(6)





Notas:
(1)Fuente: http://periodismosanador.blogspot.com/2010/09/llaitul-nuestra-fuerza-nehuen-nos.html
(2)"Charlie", en el Artículo "En apoyo a los mapuches: ¡84 personalidades y dirigentes están en huelga de hambre!"The Clinic, 23 de Septiembre de 2010.
(3)Alejandro Navarro, "El Derecho Penal del Enemigo “Interno”: ¿Nuevo Plan de operaciones (“paciencia”) contra Mapuches?"en www. mapuexpress.net, 12 Septiembre del 2008.
(4)Raúl Zibechi, "Represión “progresista” contra el pueblo mapuche" La Jornada, del 9 Noviembre del 2009.
(5)José Marimán, "A propósito de la "mesa de diálogo" mapuche", Azkintuwe, Viernes, 24 de Septiembre de 2010.
(6)Fuente: http://periodismosanador.blogspot.com/2010/09/llaitul-nuestra-fuerza-nehuen-nos.html

jueves, 2 de septiembre de 2010

"Querido Nicolás" o las Discusiones que la izquierda chilena ni conoce.


x Fesal Chain

Palpo la frustración en muchos y muchas conciudadanas. No son mayoría, a pesar de que lo afirman, pero si son un ejército enorme de desencantados, y hoy por hoy, enrabiados seres humanos. Mi percepción, que va más allá de los sentidos, puesto que en rigor desde el análisis del mundo social también es posible hacer cuerpo el espíritu de una época, se nutre de mi propio desencanto. Claro está que yo siempre he estado desencantado. Pues es imposible del todo analizar la vida, y por supuesto transformarla desde el estar y ser maravillado. Pero no es nihilismo sino un deber de realidad, que se exige uno mismo para no confundir deseos e intereses con lo que pasa en el mundo.

En una entrevista titulada Mayo 68 visto por André Glucksmann, reproducida en el blog http://unatemporadaenelinfierno.net/, el filósofo francés que participo de la revuelta de Mayo plantea: “Sarkozy hizo campaña y fue elegido para romper con el orden, el estancamiento y el retroceso consecuencia de treinta y tantos años de inmovilismo de izquierdas, Mitterrand, y derechas, Chirac. Por el contrario, esa izquierda rancia que sigue aferrada a las momias de ideologías difuntas es la encarnación misma del estancamiento inmóvil contra el progreso. Y profundiza al respecto: "...esas izquierdas se montaron al carro de Mitterrand y la izquierda unida, que proponía “romper con el capitalismo y construir el capitalismo a la francesa”. Todas las izquierdas unidas tomaron el poder y precipitaron una crisis global de Francia. Todas las izquierdas gobernaron en solitario en Francia durante quince largos años. Fue Mitterrand, seguido de Chirac, quien precipitó la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento, víctima del inmovilismo ideológico. Mayo 68 evitó a Francia la deriva terrorista a la italiana. Pero, a cambio, sumió al país en un estado de letargo absoluto. (...) Hoy, la izquierda se reivindica al mismo tiempo de Mitterrand y Mayo 68. Es absurdo. Esa izquierda dicen a los jóvenes: dormíos tranquilos, niños envejecidos prematuramente, la izquierda reconocida contempla en vuestros sueños su propia existencia extraterrestre. Esas izquierdas intentan rentabilizar el recuerdo con chucherías anti mundialistas, ecologistas, electorales. Y continúa, (...) Mitterrand y su banda fueron quienes convirtieron Mayo en una momia, utilizada con fines electorales propios...".

Mas allá por supuesto de la adscripción fácil de Glucksmann a Sarkozy, las respuestas en esta entrevista son más que reveladoras de la realidad chilena presente. En nuestro país ganó la derecha más transformista, aquella que de alguna manera se mostró como la más equidistante del pinochetismo. Eso no quiere decir que lo sea. Digo, se mostró. Sarkozy también se mostró equidistante de la ultraderecha, y fue capaz de elegir Ministro de Estado a uno de los símbolos de Mayo 68, a Bernard Kouchne. Y sin embargo hoy emplaza una política de migración con notorios ribetes racistas respecto a los gitanos y a su vez en plena campaña electoral reivindicó el gobierno colaboracionista de Vichy.

Y a pesar de todo lo anterior, efectivamente Sarkozy fue la salida que se dio la sociedad francesa frente al inmovilismo total de la centro izquierda. Tal como ha pasado en Chile. Sebastián Piñera, que no trepida en poner en práctica una Política de Seguridad neo dictatorial, (ver mi artículo sobre la dictadura democrática de los reaccionarios en G80), a su vez fue capaz de ganar las elecciones en Chile, justamente con un discurso que apuntaba al meollo del asunto, que no era sino la enorme crisis de eficiencia gubernamental y de transformación social (sobretodo de esto último) de la concertación, (tomaron el poder y precipitaron una crisis global (...). Todas las izquierdas gobernaron en solitario (...) durante quince largos años. (...) y precipitaron la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento..." Por ello Marco Enríquez con algunas fórmulas un poquito más novedosas (como aquella de que el gobierno es el brazo del Estado y este último el aparato normativo de la economía), fue también capaz de aglutinar una enorme masa electoral, prácticamente la mitad de la masa electoral del bloque gobernante frente a un Frei que rayaba en la estupidez conservadora.

Porque es más que evidente, que sin nosotros haber tenido un Mayo del 68, la izquierda tradicional chilena, la que gobernó en la UP también le dice a los jóvenes: "dormíos tranquilos, niños envejecidos prematuramente, la izquierda reconocida contempla en vuestros sueños su propia existencia extraterrestre".

Ahora bien, no nos podemos quedar en Glucksmann. Por otra parte Bernard-Henri Levy: en una entrevista titulada "La izquierda está enferma de derechismo" del Diario La Nación de Buenos Aires http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=969190, y frente a la pregunta : ¿Por qué ser fiel a una izquierda que se derrumba? ¿Por qué negarse a cruzar la frontera ideológica y pasarse con bandera y banda al sarkozismo triunfal, como hicieron muchos de sus amigos?, plantea su oposición a la adscripción de Glucksmann en un párrafo extremadamente importante: "Lo que más debería preocupar de Sarkozy, en realidad, es que se trata de un verdadero hombre de derecha. Cuando dice basta ya de arrepentirse públicamente por Vichy ( la colaboración con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial) o por la colonización, es auténticamente sincero. Y eso me hiela la sangre (...) La campaña de Sarkozy, con su negativa a arrepentirse de las faltas cometidas, sirvió para paralizar ese proceso de toma de conciencia. Un país que no tiene vergüenza es un país perdido. Se puede perdonar, pero no olvidar. La vergüenza es un gran sentimiento humano..."

El problema que devela, para nosotros los chilenos, este diálogo-oposición de ambos filósofos, es que frente al fenómeno del Piñerismo, que hoy por hoy tiene al menos un 56% de apoyo popular dadas las últimas encuestas, y que a su vez se ha mostrado muy eficiente en resolver los problemas heredados de la propia concertación (1) , JUSTAMENTE no contempla en absoluto el análisis de Glucksmann. Es decir la totalidad de la oposición, desde el neoliberalismo concertacionista, pasando por el liberalismo socialdemócrata, la izquierda progresista, el partido comunista, y los sectores de la izquierda radical, no desean ver una cuestión central: Que el soberano, los electores y quienes responden las encuestas, más allá de los elementos ultraderechistas e integristas del Piñerismo, siguen apoyándolo en la misma medida que han hecho suyo el diagnóstico de que la concertación y también la oposición en su conjunto, a nombre de viejos valores y agitación de antiguos símbolos igualmente "precipitaron la crisis nacional, el retroceso y el estancamiento, víctima (justamente) del inmovilismo ideológico". Por mucho que la derecha pinochetista en el no tan fondo, continúe eternamente "con su negativa a arrepentirse de las faltas cometidas".

Un "progresismo" y una izquierda que en realidad se reafirma en el mito y trata de rentabilizarlo con chucherías. Ya sea el mito de los 70 o el mito de los 90. Porque no ha repensado una cuestión fundamental. Que frente a la afirmación casi delirante de Ricardo Lagos, que la concertación había caído por sus propios aciertos, es decir que había transformado a tal punto la sociedad, que generó en ella nuevas demandas y expectativas que el propio bloque gobernante no fue capaz de cubrir, hay que contraponer el análisis lúcido y crítico, no sobre la derecha y su incapacidad de vergüenza, sino sobre la izquierda en su conjunto y en su enorme incapacidad de un proyecto ideológico, social y político capaz de romper el letargo, tanto de la construcción de un capitalismo a la chilena como de un socialismo copión del pasado o de otras realidades mundiales, todos "ellos" muy mitológicos pero ineficientes en la práctica del Chile de los últimos 50 años.

Romper con el inmovilismo ideológico es preponderante para que el pueblo en su conjunto deje de apoyar a una derecha que gestionando el mismo capitalismo de la socialdemocracia efectivamente "termine rompiendo el orden, el estancamiento y el retroceso consecuencia del inmovilismo de (todas) las izquierdas.. Romper con el inmovilismo frenara que el pueblo chileno termine diciendo tal como Glucksmann "Querido Nicolás. (...) es muy bueno denunciar el arcaísmo de los retrasados".


(1) Algunos dicen que por presión popular, probablemente, pero en la concertación esa presión que siempre fue de menor potencia, pues los presionadores estaban en el Estado, jamás hizo mella en la conciencia crítica de la socialdemocracia, más que para armar mesas de diálogo.

viernes, 27 de agosto de 2010

En nuestro Bicentenario: La Historia VIVA, VIVA la Historia


x Fesal Chain

Estoy leyendo Bolívar en Vivo de Francisco Herrera Luque, escritor venezolano ya fallecido, quien fuera Médico-psiquiatra, novelista, ensayista y diplomático y que como escritor, se dedicó fundamentalmente a la novela histórica documentada. El prólogo de esta novela póstuma lo escribe Luis Britto García (Caracas, 1940) también escritor venezolano, Premio Casa de las Américas en 1970 y Premio Nacional de Literatura en 1980.

Luis Britto hace una más que excelente caracterización de los tipos de Historia, que comúnmente se enarbolan, y su correlación con las etapas de cada ser humano: La Historia como bostezo; La Historia como ensueño; La Historia como pesadilla; La Historia como sueño eterno. Y las contrapone a su propuesta de Historia viva.

En la Historia como bostezo, nos dice: "Cuando éramos niños, la Historia cumplía la doble función de regalarnos los días de fiesta nacional, y de estropearlos obligándonos a asistir a los actos conmemorativos. Nos iniciamos así en la pedagogía del bostezo.(...) El bostezo cierra la mente y abre la boca: así se cuelan en ella las moscas de los oradores de orden y de los jefes de protocolo".

A la Historia como ensueño tan propia de la adolescencia, se accede "como postración adoratoria, como estupor incesante de la sublimidad. Pues para quien maquilla la historia como ensueño, todo cadáver es exquisito. No hay en ella mala intención ni mal aliento: todo relumbra, todo brilla, todo está desinfectado".

Y continúa. "Así quienes sobrevivimos a la diabetes de la Historia como ensueño, accedemos a la septicemia de la Historia como pesadilla", que "pinta el pasado con las tintas más negras, para que la oscuridad del presente parezca, por contraste, luminosa".

La Historia como sueño eterno, "por excelencia narrativa del poder y desde el poder, deviene así como reportaje de la transformación que se aplica como coartada de la parálisis"

Finalmente Britto contrapone a todos los tipos de Historia anteriores, o como las denomina, a dichas anti-historias, la Historia Viva, es decir aquella que "baja a los personajes de sus altares panegíricos o los levanta desde sus quintas pailas historiográficas, rebajando las tintas rosadas y dosificando las negras hasta saber pintar volúmenes con ese claroscuro que llamamos realidad".

Me temo, y vaya que es un temor casi horripilante, que la gran mayoría de los chilenos y chilenas no han pasado las dos primeras etapas siquiera. Como niños que somos, estamos más que embutidos en la pedagogía del bostezo. Con ese chauvinismo estilo "Si Vas para Chile" o de Guerra del Pacífico y "el Huáscar es nuestro", nos paseamos por efemérides fechas, nombres sin contenido y creemos o diría más bien, muchos creen, desde una mirada derechista ingenua que raya en el fascismo, en la historia vulgar de Frías Valenzuela , de Walterio Millar y de otros un poco más elaborados como Gonzalo Vial y los historiadores conservadores. Pero no sería nada si los chilenos y chilenas sólo creyeran a pie juntillas en estas vulgarizaciones. Lo que realmente pasa, es que piensan y actúan a través de ellas. Así Chile se ha transformado para no pocos compatriotas, en la Copia feliz del Edén y laTumba de los Libres, cuando los cadáveres, los torturados, los presos, los perseguidos y marginados bajo gobiernos de todo signo, van aumentando la fosa común de la Historia viva.

De la Historia como ensueño, la adolescente izquierda chilena es su más eminente representante. La postración adoratoria a todo aquello que alguna vez fue, es desquiciante. De hombres y mujeres de carne, hueso, con emociones y razones, ha transformado a sus líderes espirituales y materiales en estatuas. Allende se ha sintetizado sólo en su último discurso. Nada de aquel Allende de Lira Massi, bien terneado, galante y seductor con las mujeres o lisa y llanamente un hombre contradictorio, rico en matices y gozador de la vida. De Miguel Enríquez se puede decir lo mismo. Se lo ha convertido ( a excepción de algunos intentos lúcidos como el de Carmen Castillo en su libro Un día de Octubre en Santiago y en sus Cortometrajes) como un monstruo racional sólo dedicado a la estrategia, e incapaz de acostarse en una cama con sus hijas a mirar El Zorro o los monitos animados como efectivamente lo hacía, y se ha querido borrar su martirio como un acto de amor a su mujer, por la que no escapó de su último enfrenamiento para protegerla en su embarazo. Para que hablar de Fidel Castro, el Ché y otros. Serían verdaderos máximos ejemplos de virtud, pero sólo de eso. No habrían errores, caídas, zonas oscuras, nada.

Lo peligroso e imperdonable de esta mirada del mundo propio, en la que por supuesto el adversario y enemigo es depositario de todo lo negro y aberrante, es que la izquierda no sale de su adolescencia. Por ello mismo es de una postura que puede desesperar a cualquiera. Nuestros hijos son encantadores, (pero a su vez todos quienes tienen que convivir con un adolescente, podrán saber a que desesperación me refiero). De esta manera su política paradójicamente se ha convertido en una seguidilla de histéricas marchas y griteríos y hemos involucionado enormemente,desde una mirada integral y madura del mundo, emocional y racional, a una mirada meramente agitativa y reactiva como jóvenes enrabiados y frustrados frente a la pérdida de lo maravilloso.

Las dos últimas Historias no son monopolio de nadie en especial, pero si se evidencian demasiado en la izquierda renovada. La dictadura fue la noche más negra de nuestra historia reciente, es cierto, pero que la socialdemocracia la ha ocupado para que el presente parezca luminoso es más que evidente. Así los asesinatos, la tortura, la vigilancia y el control, y a su vez la corrupción y la negligencia, es decir la inoperancia e irresponsabilidad pública y el terrorismo de estado bajo la concertación, serían fenómenos entendibles, en la medida que no fueron más que tenues reflejos de las negrísimas tintas del pasado.

Además y como corolario, la concertación y la centro izquierda se han especializado casi hasta el hartazgo, en la mirada e interpretación como sueño eterno. Estuvimos durante 20 años y debemos retomar el camino, ya pasada la nochecita gris del Piñerismo y del neopinochetismo, a la transformación lenta pero perpetua, a las reformas y a la protección social, que paso a paso nos llevaron y nos llevarán al mundo feliz. De esta manera, la transición democrática y la hegemonía socialdemócrata, serían el reportaje de la transformación, que esconde toda la parálisis neoliberal, toda la parálisis de una democracia pinochetista que no han sabido ni querido cambiar, de una vida que no es sino sobrevida para los mayoritarios y privilegios para los dominantes y una clase media politizada que ocupa el aparato estatal.

Espero que este breve artículo contribuya, dentro de su limitaciones de espacio y también reflexivas, a levantar la Historia Viva, es decir, como afirma Britto, a rebajar las tintas rosadas y dosificar las negras hasta saber pintar volúmenes con ese claroscuro que llamamos realidad.

martes, 24 de agosto de 2010

A propósito del 24 Congreso del PC: Cómo construir una alternativa entre la socialdemocracia liberal y la izquierda radical


de Fesal Chaín, sociólogo

En pleno período del Congreso del Partido Comunista, que en su convocatoria invita a militantes activos, no activos y a amigos a dar sus opiniones en Congreso Abierto, creo necesario por lo mismo fijar mi posición en lo que concierne al desarrollo del partido como instrumento de transformación social y política.

En la convocatoria al XXIV Congreso se plantea:

"La democracia y el socialismo han sido nuestro norte. Luchamos contra la dictadura de Ibáñez y fuimos parte del breve pero fecundo gobierno de Pedro Aguirre Cerda. La traición de González Videla, que nos llevó a la ilegalidad por una década, no pudo impedir que nuestras demandas pasaran a ser las exigencias de todo un pueblo movilizado por sus derechos, que en pocos años logró una gran victoria junto al Presidente Salvador Allende cuyos logros históricos, como la nacionalización del cobre y su ideario político y social perduran en la conciencia y voluntad de lucha de los chilenos y que, en diversos países, sirven de sustento a la emancipación de sus pueblos. Nos jugamos por entero, en la primera línea, contra la dictadura oprobiosa de Pinochet y los conspiradores civiles y militares que la provocaron, contribuyendo decisivamente a su derrota".

A pesar de que pueda parecer un párrafo muy general, es importante. Establece una cuestión esencial y que es la no escisión entre la lucha por el socialismo y la democracia. Al respecto esta unidad es clave. Pues si bien la democracia representativa de carácter democrático-burgués es tremendamente limitada y en especial para todos los sectores postergados y las clases subalternas del capital, es a su vez, por experiencia histórica y cultural, un estadio que permite, sino el avance arrollador de estos mismos sectores y clases, al menos una base de sustentación y un espacio de mayor capacidad de maniobra de los dominados, en espacios de mayor libertad y respeto por los derechos humanos que en dictadura. Ya sabemos que en las dictaduras inclementes, se produce una inflexión enorme de la lucha de clases y una avanzada de los sectores más reaccionarios con sus instrumentos de dominación al desnudo. Genocidio, torturas, represión focalizada y generalizada. Evidentemente el paso cualitativo a una democracia social no está garantizado en la democracia de carácter parlamentario y de dominio de los de arriba, sino se piensa, trabaja y lucha desde una acción transformadora de carácter socialista, pero sin caer en etapismos, es posible afirmar que un avance pleno en la socialización de las libertades y de los derechos políticos y económico-sociales, es bastante menos posible y más traumático para el pueblo en un régimen dictatorial.

En el párrafo citado, se establece históricamente, la gran diferenciación con las izquierdas liberales y las izquierdas radicalizadas. El tema es largo, pero si por una parte la socialdemocracia liberal ha fijado a la democracia representativa y el mercado como el mejor de los mundos posibles y afirma su vocación mínimamente reformista desde ella, por otra parte la izquierda radicalizada, se pone al margen de la lucha política de clases, es decir al margen de la lucha democrática, tratando de imponer el carácter proletario de la lucha escindido de la democracia misma, de modo independiente, y transformándose a la larga en destacamentos militarizados que pretenden reemplazar a las fuerzas sociales y su correlación. Al respecto cuando fui invitado a una de las primeras reuniones de los Comités Comunistas, ese fue el aporte que traté de realizar, es decir el invitar a no convertirse en un pequeño grupo subsumido en la tradición pre-leninista, de guerra de trincheras. Sin ánimo de denostar las legitimas diferencias de aquellos que en definitiva y fundadamente, se retiraron del partido en la coyuntura que fue desde los Pactos por Omisión al apoyo a Frei, creo que el haberse restado a la lucha de ideas al interior del partido (por la fuerza de la exclusión partidaria también) los ha empujado justamente a una política de alianzas con los sectores de la izquierda radical pre-leninista.

Por otra parte se afirma en el documento de convocatoria o en el capítulo: LA MIRADA ESTRATÉGICA: EL OBJETIVO PRINCIPAL DEL PERÍODO."–Para las fuerzas democráticas de Chile, el principal desafío político actual es desplazar a la derecha del gobierno (...) Si en la Concertación, en el Juntos Podemos y otras fuerzas de distinto signo, incluyendo vastos sectores independientes, se impone la convergencia como la forma de generar una nueva mayoría nacional, para realizar las transformaciones democráticas que requiere el país, entonces podríamos proponernos alcanzar un gobierno de nuevo tipo(...) En el plano político, nos referimos especialmente a la Concertación y al movimiento de Marcos Enríquez".

Es en el párrafo donde se levanta la tesis fundamental de la Convocatoria. En un mensaje a Manuel Loyola y sus análisis sobre la misma, le planteo, acorde a mis propios artículos sobre el partido, en relación a la estrategia de la dirigencia desde el Pacto por Omisión hasta ahora, que: " Por mi parte he dado un nuevo giro a ciertas cuestiones que puedes leer en mis últimos artículos, sin embargo y posiblemente por mi lenguaje, no he logrado hacer entender a muchos que no soy de blanco y negro. Es decir ciertamente creo que hay al menos una tercera posición en esto (...) y creo que podemos(...) encontrarnos en ella también. (...) Creo con mucha firmeza que hay una salida entre la concepción de una social democratización de carácter paródico (a la que se refiere Loyola) y de aquella más radicalizada que sólo ve en el pasado de los 80 y 90 una salida." Y el nuevo giro al que me refiero no es la adopción mecánica de las tesis de la dirigencia y de la Convocatoria, pero tampoco el renunciar al instrumento partidario para hacerme parte de la izquierda radical, sino, por una parte el reafirmar mi participación al interior del partido, sin dejar jamás de realizar mis análisis y críticas a lo que considero un error político histórico. Y por otra recoger como lo hago en este artículo algunas afirmaciones de la convocatoria (con todas sus deficiencias) que considero correctas.

Decir que "si en la Concertación, en el Juntos Podemos y otras fuerzas de distinto signo (MEO y PRI, nota del autor),incluyendo vastos sectores independientes, se impone la convergencia como la forma de generar una nueva mayoría nacional, para realizar las transformaciones democráticas que requiere el país, entonces podríamos proponernos alcanzar un gobierno de nuevo tipo", es plantearse por una parte la única posibilidad de alianzas. En Chile la existencia política más allá de los tres tercios no existe o no tiene fuerza real. En el sentido de lo anterior, nadie puede negar que la persistencia en los pactos electorales, de los acercamientos simbólicos y operativos a sectores de la concertación, ha sido un intento por sacar al partido de su posiciones más aisladas del pasado. Lo que yo siempre he criticado en este intento, son dos cuestiones fundamentales: Por una parte el sobregiro de la dirigencia por demostrar que los comunistas son parte integrante del sistema político, sobregiro que ha hecho que finalmente terminemos como un partido virtualmente integrante de la coalición hoy opositora, levantando alternativas presidenciales y apoyando alternativas parlamentarias de ellos, sin ninguna consideración a que estas alternativas han sido efectivamente liberales y reproducen el dominio del modelo a través de los sectores menos progresistas de la propia concertación.

Por otra parte y así lo afirmé en mucho artículos, que este sobregiro y también el acuerdo parlamentario, hizo que la dirigencia priorizara en una coyuntura crítica, justamente al freismo, en vez de alinearse con la izquierda progresista, que si bien no es socialista, era claramente opositora a la concertación y que su vez concitó como alternativa de izquierda, la mayor cantidad de apoyo popular. Ahora la dirigencia desea unir a todos los sectores. Por desgracia los deseos políticos no son la primera fuente de los resultados posibles. Si realmente se hubiese deseado la unidad de la izquierda, era claro que había que apoyar al Meismo y desde alli establecer alianzas políticas con la concertación. Claro está, que probablemente no se habría podido acceder al parlamento, y ese fue un costo que claramente la dirigencia sopesó.

Siguiendo con la convocatoria, también establece esta tesis del gobierno de nuevo tipo, que sería posible que la propia concertación o sectores de ella, se desmarcara de sus políticas neoliberales y reformistas. O si no, se entendería dicho llamado. Como le pregunté en la apertura del Congreso local al presentador de la Convocatoria y alto dirigente del partido, si realmente el creía posible que el Laguismo (en el más amplio sentido del término, como tradición socialdemócrata liberal, por no decir el Felipismo del PSOE, el padre hace poco en Chile) no continuaría siendo el sector hegemónico en la concertación y en la centro izquierda. Y también cabe preguntarse si sería posible que la concertación y los sectores no laguistas dejarían de levantar sus propuestas liberales, a menos claro está que se considere a Osvaldo Andrade, al Bacheletismo o a los sectores de Carolina Tohá como antiliberales, lo que sería un error político y conceptual. Del PRI ni hablar dado su evidente giro al piñerismo.

Así reafirmo que no es posible confundir una política de alianzas, necesaria para "desplazar a la derecha" y detener su estrategia de conformación de una "dictadura democrática y de un ultraliberalismo", con el Programa, Estrategia y Organización propia del partido, y una alianza estratégica con una de carácter táctica, y menos confundir los propios deseos de construir una nueva fuerza, con los cambios que eventualmente podrían realizarse al interior de la socialdemocracia liberal en su conjunto. Eso además de un error conceptual es dejarle lisa y llanamente la iniciativa política al otro. De hecho en mi artículo: "Unidad, unidad, unidad", afirmo que frente a la configuración evidente de "un Estado policial, que tiene como objetivo la institucionalización de un Estado Vigilante (...) para construir(...) una Democracia de la Seguridad y el Control, es necesario la unidad de todas las fuerzas contra ese intento (es decir contra la específica configuración de la dictadura democrática de los reaccionarios o Uribización del sistema político). Pero también planteo claramente que "no se trata en definitiva,(...) de adoptar las estrategias de la socialdemocracia liberal, que mucho tiene de responsabilidad en la actual situación, al no haber tenido la voluntad política de desarmar el entramado jurídico y socio económico del pinochetismo y el no haber resuelto los problemas militares de la lucha democrática".

En otro artículo escrito por mí: "Por la recuperación de los comunistas para los trabajadores y para Chile", afirmo que"los dirigentes del partido, con la justificación de la exclusión política y vía pactos, cambiaron la política de alianzas y por su intermedio la estrategia del partido en su conjunto. Es decir (que han transformado paulatinamente) al partido en una fuerza socialdemócrata, subsumida en el camino de derrota de la concertación, de la que hoy difícilmente saldrán, ya sea porque quedaron atrapados en la tesis (actualizada) del frente antifascista (todos contra la derecha) o porque no lo desean (...).Que pasamos, sin solución de continuidad (...) de ser un partido profundamente crítico de la concertación y de la derecha, (ciertamente aislado), pequeño, pero creíble y con capacidad potencial de constituir y ser parte de una tercera fuerza social y política en Chile, a ser un mero partido parlamentario, sin verdadero arraigo en los grupos y clases subalternas, satélite de la socialdemocracia liberal concertacionista, perdiendo la preciada credibilidad, y la capacidad de dirección del nuevo proletariado chileno y de los sectores marginados de la "modernización" concertacionista de los últimos 20 años".

Finalmente en mi articulo "Luis Corvalán como interpelación fraterna de la Unidad de los Comunistas como una fuerza plural y flexible", estimo que es necesario levantar la propuesta integral "de la rica mixtura entre el pensamiento ligado a la vía chilena al socialismo, como aquel de todas las formas de lucha, reivindicando el derecho del partido y del pueblo a la resistencia contra todo tipo de opresión que podrá expresarse de los más variados, masivos y efectivos métodos de lucha" Y afirmo que "es necesario por parte de los dirigentes, cuadros, militantes y simpatizantes comunistas, realizar un esfuerzo consciente por ser capaces de reconstruir y dirigir colectivamente la unidad tan preciada (de la cultura comunista como partido), que nos llevará sin lugar a dudas a ser nuevamente un partido de vanguardia (real) y no meramente "progresista", plural e inserto en la institucionalidad, pero también en los territorios sociales de los trabajadores y pobres de Chile y con capacidad de amplia credibilidad, crecimiento y hegemonía cultural y política en el seno del pueblo".

Lo que estoy diciendo es que perfectamente posible realizar un consenso de la totalidad de los sectores comunistas, tanto al interior como el exterior del partido, que consideré legítimo romper el aislamiento de los comunistas con una amplia política de alianzas tácticas para tareas concretas, y así dejar de visibilizarnos como una fuerza meramente de choque y fuera de la lucha democrática real, pero a la vez siendo capaces de establecer alianzas estratégicas con los sectores más progresistas del NO para la reconstrucción de la izquierda y construir así una fuerza social y política de izquierda socialista y popular, y no subsumirnos por ningún motivo, en alguna vertiente liberal. Entre otras externalidades positivas, este camino nos garantizaría fortalecernos como cultura y partido.

De esta manera fijo mi posición, en desacuerdo con los sectores a mi juicio radicalizados y atrincherados de la política de izquierdas y también con aquellos que finalmente estarían por una alianza de largo alcance especialmente con la concertación o sectores integrantes de ella, que difícilmente dejarán su liberalismo reformista o directamente su modelo "PSOE".

A mi juicio es posible la unidad amplia social y política del pueblo, para detener a la derecha y desplazarla de su intento refundacional de una Democracia de la Seguridad y un modelo ultra liberal, pero a la vez es necesario ir construyendo un Programa, una Estrategia y una Organización no sólo de la revolución democrática, sino de las transformaciones necesarias al modelo socio económico y de democracia restringida como vía al socialismo,alineandose con los movimientos y partidos mayoritarios más críticos de la concertación y de la derecha, donde se hagan presentes a su vez amplios sectores sociales, como lucha territorial y no meramente comunal y como lucha de movilizaciones y de calles.

Es decir dar una lucha democrática no escindida de la lucha antiliberal y socialista y ser capaces de superar las diferencias internas, para dar un salto cualitativo en nuestra política, de manera autónoma de las alternativas organizativas socialdemócratas concertacionistas, como de la izquierda radical, y (re) situarnos en el sistema político chileno como uno de los ejes fundamentales de una alternativa real al sistema de dominación, como representantes y organizadores de los trabajadores manuales e intelectuales de Chile.