martes, 13 de enero de 2009

LOS PALESTINOS DE HOY SOMOS LOS JUDIOS DE AYER


La estrategia es vieja y conocida, pues proviene de la Nakba misma. (…) negar toda responsabilidad histórica e inculpar a las víctimas de su suerte.
Luz Gómez García, profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid.


x Fesal Chain, poeta, narrador y sociólogo
EXCLUSIVO PARA PERIÓDICO MARCHA

Conversando con un buen amigo, en cuanto al enfoque de este breve artículo, me di cuenta de una cuestión extremadamente importante para quienes defendemos la causa palestina. Y que no es otra cosa que ya la antigua disputa entre quienes ejercen despiadadamente la violencia política sin mayores fundamentos que la clásica demonización del oponente, más allá de los hechos y quienes nos hemos visto obligados a pensar, repensar y apoyar la legitimidad de la violencia como defensa frente a la agresión de facto de poderosos y dominantes.

Mi amigo, quien no tiene en absoluto una posición pacifista ingenua, me decía que en principio había que estar siempre en contra de toda violencia política y que en el caso de que, como última opción se tuviera que actuar desde ella, saber que se hacía contra dichos principios y que en algún momento había que realizar actos reparatorios frente a la agresión, los daños y las muertes provocadas.

Esta conversación me recordó el discurso de Susan Sontag con motivo de la entrega del Premio Oscar Romero, patrocinado por la Capilla Rothko, a Ishai Menuchin. Aquí la Sontag defiende claramente el principio de que “está mal oprimir y humillar a todo un pueblo; despojarlo sistemáticamente de su justo techo y alimento; destruir sus habitaciones, sus medios de vida, su acceso a la instrucción y a la atención médica, y su capacidad para reunirse. Que estas prácticas están mal, a pesar de las provocaciones”. Y a su vez de que la oposición o resistencia a estas prácticas debe ser no violenta y peligrosa.

Mi amigo defiende el principio de la no violencia y la Sontag tanto el de la resistencia al terrorismo de Estado como los métodos no violentos de lucha. Que me perdonen ambos. Lo que defiendo por principio siempre y en la práctica cuando corresponde, es la oposición sin dudas a todo terrorismo de estado, que usa los medios y herramientas más modernas y de la más alta tecnología, sus aparatos de seguridad e inteligencia y su redes diplomáticas para dominar a un pueblo o desarmado o con una bajísima capacidad de reacción militar. A la vez que, por principio defiendo el derecho inalienable a la defensa por todos los medios y la rebelión armada de este pueblo y sus instituciones legales y legítimas como en el caso palestino, contra el cruel y despiadado colonizador.

Así desde mi perspectiva, es imperioso comprender desde el Genocidio sobre Gaza por parte de Israel, los verdaderos alcances de esta masacre, lo que a mi juicio y para muchos analistas internacionales no es sino la expresión más brutal de lo que ha sido un programa sistemático y planificado de exterminio de todo un pueblo, y la ocupación de su territorio, sólo igualable a las políticas nazis del siglo pasado.

Y tal como lo afirmara Mónica Prieto corresponsal del Diario El Mundo de España para Israel y los territorios palestinos, es necesario también desmontar la construcción simbólica y comunicacional en torno al denominado “conflicto palestino-israelí” y desde este ejercicio comenzar a comprender lo real. Partamos por esto último.

La antigua historia

La violencia política y militar en los territorios palestinos tiene una larga historia de 60 años y más. En 1947 la ONU particionó Palestina en 2 Estados. Uno judío que representaba el 55% del territorio y otro palestino, que representaba el 45% de este. En 1947, los judíos sionistas crearon distintos grupos terroristas y paramilitares tales como Haganá, Stern e Irgún. Estos grupos se apoderaron del 78% del territorio, expulsando a más del 75% de la población. Los palestinos nombraron a esta ocupación de 1947-48, Al Nakba: la catástrofe. En 1967, el estado de Israel, se apoderó del resto de Palestina. Hoy el pueblo palestino y sus dirigentes políticos sólo demandan que Israel se retire de las tierras ocupadas en 1967, para establecer el estado palestino en el 22% del territorio global.

La historia reciente, la Franja y su bloqueo

La Franja tiene apenas 360 Km.² y está habitada en condiciones infrahumanas por cerca de 1.500.000 personas. Es hoy el lugar de la tierra con mayor densidad poblacional. Este territorio junto a Cisjordania son los únicos que le quedan al pueblo palestino como propios, en la larga y cruel historia de ocupación de Palestina, por parte del Estado terrorista de Israel.

El 6 de marzo del 2008, según informes de distintas Organizaciones de Derechos Humanos se consideró que la situación de la población de la Franja de Gaza es la peor desde la Guerra de los Seis Días, calificándola a ésta como "una cárcel". Según los informes, el bloqueo que ha supuesto el corte del suministro de electricidad, combustible, mercancías y agua, llevado a cabo por el Estado de Israel, ha llevado a que éste territorio dependa en un 80% de la ayuda humanitaria extranjera.

Este bloqueo y aislamiento, que contempla a su vez un muro a lo largo de toda la frontera con Israel, fue impuesto por el estado judío, en el mismo momento en que el Movimiento de resistencia islámica Hamas ( Harakat al Muqawamat al Islamia ) obtuvo su triunfo electoral en enero del 2006, del orden del 65% de la votación total en los territorios palestinos. Primero, con la retención de fondos a los territorios palestinos, luego con la detención y encarcelamiento de la totalidad los parlamentarios palestinos de Cisjordania y Jerusalén y finalmente con la promoción de Washington de la guerra civil entre palestinos y sus distintas fracciones políticas.
Así “el líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Mazen, (Mahmud Abbas) se negó a entregar el control de las fuerzas de Seguridad a Hamas, que organizó sus propias fuerzas. Los choques aislados entre ambas facciones se sucedieron durante casi un año y medio, hasta que en junio del 2007 derivaron en una corta guerra intestina. A los islamistas les bastaron pocos días para expulsar a Al Fatah. Abu Mazen disolvió el Gobierno electo de Hamas para nombrar otro Ejecutivo, tachado de ilegal por algunos expertos palestinos (…) y dividiendo 'de facto' los dos territorios palestinos”.

Los actuales sucesos o todos contra Hamás

Desde el cuatro de enero de este año, el ejército israelí lleva ya 17 días de ataques por aire mar y tierra a la Franja de Gaza y sus habitantes. La ocupación terrorista del Estado de Israel ha provocado 1000 muertes palestinas, 450 de los cuales son civiles inocentes, incluyendo niños y mujeres, en tanto los heridos ya superan los 4.500.

En un excelente artículo del Diario el País de España, el periodista Juan Miguel Muñoz afirma frente a estos hechos: “Pero Israel no está solo. Ni mucho menos. Si Estados Unidos ha justificado la agresión a la Franja desatada el sábado y la Unión Europea no va más allá de los habituales llamamientos a la contención, la reacción de los países musulmanes es cuando menos tibia. El régimen sirio (sólo) ha suspendido las conversaciones indirectas con Israel. (…) Las condenas de los dirigentes árabes suenan a gestos para la galería. Sobre todo en Egipto y Jordania, los países que firmaron acuerdos de paz con Israel y que siguen muy de cerca los avatares en Palestina. Un negociador de la OLP aseguraba recientemente a este diario que los militares jordanos eran partidarios desde hace ya tiempo de asestar un tremendo golpe a Hamás al precio que fuera”.

Se comenta además en los distintos medios internacionales que la postura de Abu Mazen ha sido pusilánime y de mera diplomacia blanda, en la medida que nunca ha visto con malos ojos una derrota militar del Hamás, que le permitiría volver a gobernar Gaza, bajo la lógica propia de los consensos con el mundo árabe pro israelí y con el propio Israel, como de hecho lo hace en la Cisjordania.

De esta manera, como lo afirma Dagoberto Gutiérrez, columnista del periódico Colatino de El Salvador: “La ocupación militar de Gaza equivale al derrocamiento del gobierno de Hamás y al establecimiento de un régimen pro Israelita, bajo sus reglas, dictados e intereses”

Algunas conclusiones a propósito de lo real

El conflicto político palestino-israelí no es tal. Es como si afirmásemos que el Holocausto Nazi, era “un conflicto judío-alemán”. La antigua historia y la reciente lo confirman. Desde 1947 a la fecha lo que ha habido es una persistente, planificada y sistemática agresión terrorista del Estado judío sobre la población palestina. Existen las víctimas y los víctimarios y los víctimarios tienen una responsabilidad mayor. No se trata de caer en los mismos juicios demonizadores del adversario o enemigo. Estamos hablando de los hechos, tan difíciles de mostrar en un artículo de un diario. Pero no menos ciertos por ello. Ya he descrito el bloqueo de Gaza frente al triunfo legítimo de Hamás y las condiciones infrahumanas en que el estado de Israel mantiene a la población. Otro ejemplo puntual respecto de esta afirmación es que “según datos del Ministerio de Defensa israelí, la ONG The Israeli Project calcula que 23 israelíes han muerto entre principios de 2001 y el verano de 2008 a causa de los proyectiles palestinos. Según el Centro Palestino para los Derechos Humanos, en ese periodo 3.800 palestinos han muerto por ataques israelíes, de los cuales casi 850 son niños. Ejemplos hay mucho a pesar del silencio de los medios occidentales pro judíos. En una entrevista de julio del 2006 publicada en el Blog del periodista Hernán Zin, a Yehuda Shaul, militar israelí, fundador de la ONG Rompiendo el silencio, este afirma: “Y no ves a los palestinos como seres humanos, los ves como animales. Entras a su casa durante la noche, los despiertas, les gritas, las mujeres allí, los hombres allí, y rompes todo. (…)Si encuentras en la noche un paquete sospechoso que puede ser una bomba, llamas al primer mohamed que encuentras en la calle y le dices que lo abra. Podrías llamar a un experto que lo desactivase, tardaría diez minutos en venir, pero mejor hacer que un palestino se juegue la vida, ya que para ti es lo mismo, no lo ves como un ser humano”.

Acaso estas palabras suenan muy suaves frente a lo que hemos visto estos últimos 17 días, una foto habla más que 1000 palabras, Si existiese un verdadero conflicto entre dos bando de igual capacidad no habrían pasado las cosas que pasaron en Gaza, no hay conflicto sino ocupación política y militar de un país sobre un pueblo indemne con bajísima capacidad de reacción militar. Un país que tiene como aliados a las grandes potencias mundiales, a los países árabes, a las propias fracciones palestinas de centro y derecha y a la prensa mundial. Y que además cobardemente se ha escudado en su propio Holocausto para justificar las acciones criminales y de crueldad más aberrantes contra un pueblo en los últimos 60 años, solo comparable al genocidio en Bosnia y al propio genocidio Nazi.

Sólo estos últimos sucesos acaecidos en Gaza bastarían para que Tribunales Internacionales de Derechos Humanos juzgasen a los dirigentes políticos y militares judíos por crímenes contra la humanidad en un nuevo Nuremberg ejemplarizador. Mientras esto no suceda y mientras el estado judío continúe en su implacable Programa de exterminio, no sólo es justo sino necesario e imperioso que la totalidad del pueblo palestino, sus agrupaciones sociales, políticas y militares, hagan una resistencia por todos los medios posibles para defenderse de la agresión criminal judía y lograr establecer un Estado Palestino democrático y fuerte, tanto económica, social, política y militarmente.

Citando a John Brown quien escribió lo siguiente para Iohannes Maurus y fue editado en Rebelión este mes de enero del 2009: “Si se quiere ser realmente solidario con Palestina, hay que desear la victoria de Hamas. Apoyar políticamente a esta organización no es traicionar ningún ideal democrático, sino apoyar la resistencia y la existencia misma de una población que corre el grave riesgo de ser exterminada primero políticamente y después físicamente. Apoyar el actual proceso de paz es defender el exterminio y negar a los palestinos el derecho a resistir y a liberarse del colonialismo racista que asola su país. (…)

Creo necesario que se libere la solidaridad con la lucha palestina, que se reconozca explícitamente el derecho a la resistencia incluso armada. Que se reconozca este derecho (…)Esto supone, dentro de un esfuerzo general por quitarnos de encima las legislaciones de excepción antiterroristas que pretenden ahogar la disidencia política, que se elimine a Hamas y al conjunto de la resistencia palestina de todas las listas de organizaciones terroristas. Y por pura coherencia, que se incluya en ellas a Israel con todas las consecuencias”.