sábado, 4 de abril de 2009

LA IZQUIERDA DISPERSA

X FESAL CHAIN

La izquierda está dispersa y dispersa al mundo social. Y es risible el planteamiento de Guillermo Tellier a La Nación del jueves 26 de marzo, así sin más, risible. Decir a estas alturas del partido que: "Si vamos a empezar a postergar como en el pacto por omisión, vamos a llegar a quedar casi en nada y no estamos dispuestos a eso, esa ya fue una experiencia para eso son las experiencias, para sacar lecciones y ahora queremos un plazo razonable para que nosotros movamos nuestras piezas".

La declaración anterior no demuestra más que la incapacidad profunda de esos dirigentes, que no son, valga la redundancia, capaces ni siquiera de bien maquillar sus declaraciones anteriores de supuestos triunfos a partir de la Omisión. Por fin, al menos en su error político habitual se desenmascaran. Son un fraude táctico y una oferta estratégica demencial. Fraude táctico por que asumen en definitiva que los acuerdos y pactos anteriores al que viene o no, fueron una derrota, ya lo había analizado en mi artículo “La derrota de la Omisión”. Estrategia demencial cuando se trata en definitiva, inconsciente o concientemente de dejar al pueblo de izquierda, ya exiguo, a merced de las alternativas neoliberales ya sea el freismo, ya sea el piñerismo-pinochetista, ejercicio que describí con suficiente lógica en el artículo “Porqué estamos en una coyuntura crítica” pero que lo refrenda la última Carta del Juntos Podemos Más, cuando estos dirigentes afirman en ella que:

“Tenemos presente que las actuales demandas ante la crisis que afecta al país necesitan de medidas legales, lo que exige contar con una correlación parlamentaria que pueda aprobar esas leyes. De lo contrario, toda propuesta tendiente a enfrentar el tema de la crisis no pasará de ser una buena intención, porque no habrá quórum para aprobarlo. Es una batalla electoral democrática y democratizadora, pero además tiene una relación directa con las capacidades del Estado de responder con medidas legales a las situaciones propias de la crisis que afectan a los trabajadores. Pero además no sería responsable soslayar una potencial conducta electoral ante una eventual segunda vuelta.”

Así, estos preclaros dirigentes hablan de favorable correlación parlamentaria y nunca de una favorable correlación de fuerzas sociales, de realizar a partir de las primeras, un mejoramiento de las capacidades del Estado para afrontar la crisis que afecta a los trabajadores y finalmente se amarran y amarran a quienes votarían por ellos, a apoyar a Frei. Bueno, lisa y llanamente el social-reformismo en su máxima expresión. Apoyar a la concertación en segunda vuelta, ser parte de la bancada parlamentaria de la misma concertación durante el período parlamentario y presidencial siguiente y apoyar las medidas reformistas del liberalismo concertacionista, a cambio de algunos mínimos puestos en el parlamento

Por otra parte, Navarro, la Nueva Izquierda, G80 en su dimensión política y la candidatura de Pamela Jiles, se encuentran entrampados en preacuerdos de primarias para elegir a un solo candidato. Digo entrampados, porque a mi modo de ver la política hoy, estas discusiones larguísimas de mecanismos, no provocan más que inmovilismo en las huestes izquierdistas.

Inmovilismo porque en definitiva que la izquierda esté dispersa, dispersa toda capacidad de generar frentes sociales con la idea clara de transformación de la situación política nacional, o al menos ser un vector de transformaciones parciales para que la crisis, nunca pronunciada de la lucha ínter burguesa, es decir de la lucha política de los de arriba por seguir comandando el modelo neo liberal de desarrollo, se resuelva a favor de las mayorías, de los de abajo.

En muchos artículos he analizado las distintas dimensiones de la acción política de la izquierda y en la mayoría de ellos sigo insistiendo como así lo hice en la Carta Abierta a Pamela Jiles, que sólo aquel o aquella que sea capaz de pasar de ideas programáticas a la acción de comandar a los insatisfechos y marginados del modelo, con clara vocación de poder, aunque en la coyuntura no se obtenga, es la o el candidato que puede construir fuerza social de izquierda, aunque no sea revolucionaria, con capacidad de movilización y agrupamiento frente a la lucha de los de arriba.

El análisis y discúlpenme los que ignoran esto, no es más que un básico ejercicio de construcción política de masas y no más que eso.

La estrategia del JPM y toda estrategia que se enmarque ya sea en la negociación con los de arriba o en la supuesta unidad de los destacamentos de izquierda y la consagración de una candidatura única, no es más que un ejercicio intelectual y voluntarista de la pequeña burguesía, por tratar de ilusamente de dirigir a aquellos que ni siquiera han logrado aunar y reconstruir realmente, en la luchas sectoriales y de calles y menos en la lucha política y de fuerzas sociales existentes. Como se dice en Chile, los piojos se matan de a uno, y como decía un amigo mío, muy querido, como los piojos no saltan, cuando uno ya mata dos o tres es que tiene un suerte descomunal o es una persona con amplias capacidades.

¿Cual es el piojo que hay que matar en la política chilena hoy? Desde la izquierda es simple, la izquierda-izquierda, la que tiene al menos hoy en sus declaraciones voluntad de ruptura con todo el sistema político imperante, debe y requiere rearmar fuerza social para entre otras cosas luchar con una correlación de fuerzas más favorable contra todos aquellos que no tienen ni la capacidad teórica ni práctica de dar una lucha política y social contra los que comandan políticamente el modelo neo liberal. Ese es el primer piojo.

El segundo y si la izquierda es capaz de matarlo simultáneamente junto al primero, sería ya una genialidad, es movilizar a los sectores sociales agrupados, en contra del modelo tal cual lo chilenos y chilenas lo estamos viviendo y sufriendo. No luchar y movilizar a las masas descontentas con el manejo económico y la crisis que se despliega en toda su magnitud, es un error estratégico que nos puede cobrar años y décadas de inmovilismo.

Y finalmente, un piojo de regalo para aquéllos que más allá de estar o no equivocados en su operación política actual, al menos tienen la voluntad de romper el inmovilismo y seguidismo de la izquierda comunista: el tercer y fundamental piojo que hay que matar de un solo apretón o pellizco, es el de romper con la mitología de la unidad de la izquierda y de la necesaria vocación nacional de esta tarea.

Habrá que romper con la unidad de una vez por todas, para construir el camino, el partido o movimiento y la lucha completa a partir de un programa, una organización y una estrategia de masas y de conformación en la lucha misma de una fuerza política y social de izquierda capaz de comandar y acompañar a los insatisfechos movilizados. El que sea perspicaz, valiente y osado seguirá el camino y el derrotero del destacamento que se atreva a construir lo anterior.

Porque estaremos más que de acuerdo que la política es el despliegue de correlaciones de fuerza social, con programa y organización y que la unidad política sin fuerza social es lo mismo que realizar negociaciones con la concertación o a lo más juntarse para discutir lo que la falta de práctica obliga a hacer, encerrarse entre cuatro paredes entre aquellos que dejan pasar la historia por la berma del camino, mientras se toman un café en la vereda del frente del pueblo movilizado, ya sea para protestar o para votar por la derecha, que también será una forma de protesta. Al respecto, esa es una cuestión, que en la coyuntura debe contemplarse con máximo rigor:

Si la izquierda no avanza sobre los sectores sociales y le muestra una alternativa, las masas votarán por la derecha, pero en masa, y ya con un gobierno piñerista-pinochetista ad portas, no sólo habrá sido el triunfo del neoliberalismo del pasado, sino además el desarme social de la izquierda.

La derecha ganará en Diciembre, al menos construyamos para el futuro inmediato una izquierda y una fuerza social capaz de oponerse al liberalismo descarnado, desde la lucha de calles y la organización social y popular, con un programa de cambios radicales. Si no lo hacemos hoy, a lo más tendremos un par de diputaditos de la izquierda comunista aliándose a la concertación liberal para votar un par de leyes más o un par de leyes menos, que “ayuden” a los trabajadores a tomarse el trago amargo de un modelo de crecimiento neoliberal, y ahora sí con la ayuda de la izquierda comunista y sus aliados.

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